Siete meses después del disturbio en el Capitolio,
los diez representantes republicanos que votaron a favor
de desaforar a Trump luchan por mantener sus vidas políticas.
LOS DIEZ miembros republicanos del Congreso que votaron por desaforar al presidente Donald Trump por su papel en instigar a la muchedumbre que cometió pillaje en el Capitolio el pasado 6 de enero sabían que el disturbio sería un punto de inflexión histórico para el país. De lo que no se percataron: los eventos de ese día también podrían señalar el comienzo del fin de sus carreras políticas, y que sus acciones les darían a Trump y los políticos leales a él un grito de guerra para ayudarles a conservar el control del Partido Republicano.
Seis meses después del disturbio, los acusadores son los republicanos en funciones más en peligro. Nueve de los diez ya enfrentan a retadores creíbles en las elecciones primarias con miras a las elecciones a la mitad de la legislatura el próximo año, y todos han sido el blanco de ataques incesantes de Trump y sus partidarios, así como en las redes sociales por parte de votantes que otrora los apoyaron y ahora están furiosos por su voto a favor del desafuero.
Liz Cheney, la representante por Wyoming a quien se le quitó su papel de liderazgo en la Cámara de Representantes por sus críticas persistentes al expresidente, ha absorbido la mayoría del veneno. Pero Trump parece empeñado en cobrar venganza en todo el grupo, nombrando a los representantes republicanos que votaron para desaforarlo uno por uno en la Conferencia de Acción Política Conservadora en febrero, diciéndole al público: “Desháganse de todos ellos”.
Si esa acción es en gran medida exitosa, sería la señal más clara de que, incluso fuera del cargo, Trump conserva el control del Partido Republicano y cualquiera que se oponga vigorosamente al 45 presidente está condenado en dicho partido.
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“Si todas o la mayoría de estas personas pierden, ello sería una prueba férrea de que ir tras de Trump es una sentencia de muerte”, comenta Jeff Timmer, cofundador del Proyecto Lincoln, un comité de acción política contra Trump. “Lo más probable es que veas un resultado poco claro. Algunos podrían ganar; otros, perder. Pero él colgará a los perdedores del cuello de Cheney”.
Otros republicanos creen que ya se repartieron las cartas. “Si alguno de los diez se enfrenta a un competidor en las primarias que esté con Trump y pueda respirar, caminar y hablar al mismo tiempo, van a perder”, dice Joe Walsh, exrepresentante republicano por Illinois y un expartidario de Trump convertido en su crítico. “Todos están en serios problemas. Y ellos lo saben”.
Por lo menos uno de los diez acusadores republicanos está de acuerdo, al hablar con Newsweek en una entrevista franca, pero no atribuible. Dice el representante: “Admito que la política del 6 de enero es muy diferente hoy de lo que pensé que sería el 13 de enero cuando votamos los artículos del desafuero. Y a causa de ello, probablemente pierda mi escaño”.
El cambio radical en las fortunas políticas del grupo es para perder la cabeza, dado que hace menos de un año cada uno de ellos no tuvo problemas para obtener la candidatura del partido y ganaron sus elecciones apenas siete semanas antes del disturbio en el Capitolio. Con la excepción de Cheney, hija del ex vicepresidente Dick Cheney, y tal vez de Adam Kinzinger, representante por Illinois, la mayoría de los diez republicanos son representantes del montón, poco conocidos fuera de sus distritos o estados. Cheney ha sufrido el revés más grande hasta ahora, tras perder su papel como la tercera republicana más importante en la dirigencia de la Cámara de Representantes en mayo ante Elise Stefanik, representante por Nueva York, cuya lealtad a Trump eclipsó el hecho de que su historial de votos es considerablemente menos conservador que el de Cheney. El resultado solo le demostró a los otros nueve que sus destinos no dependen de cuán conservadores sean o lo que hayan hecho por sus distritos, sino de cuán comprometidos con Trump estén sus votantes primarios.
“Parte de la prueba será cuántos de estos miembros pierden y qué proporción de los votantes primarios republicanos en esencia hacen el trabajo sucio por el presidente”, comenta Kyle Kondik, director editorial de Sabato’s Crystal Ball, un boletín no partidista que predice las elecciones. “Tal vez sea que Trump sigue siendo en verdad popular dentro del partido, pero los votantes primarios republicanos muestran más tolerancia por algunos de estos miembros de lo que pensamos”.
Otros pronosticadores políticos dudan de ese resultado. Dave Wasserman, experto en elecciones de la Cámara de Representantes y colaborador del Cook Political Report no partidista, dice: “En general, me sorprendería si más de tres de los diez están todavía en el Congreso en 2023”.
LA PANDILLA DE CHENEY
Los diez republicanos no eran una unidad natural antes del voto por el desafuero y sus subsiguientes experiencias como blancos actuales de la ira de Trump. Todos ellos miembros de la Cámara de Representantes, el grupo incluye a conservadores sociales de línea dura como Cheney, Dan Newhouse de Washington y Tom Rice, de Carolina del Sur; libertarios como Kinzinger y Peter Meijer de Michigan, en su primer periodo; conservadores normales como Fred Upton de Michigan, Jamie Herrera Beutler de Washington y Anthony Gonzalez de Ohio; moderados como David Valadao de California y John Katko de Nueva York, quienes provienen de distritos que votaron por Joe Biden para la presidencia en 2020.
En su mayoría, no tenían reputaciones como alborotadores o rebeldes dentro del caucus republicano de la Cámara de Representantes. Incluso si se incluye el voto por el desafuero, ocho de ellos han votado en línea con Kevin McCarthy, líder republicano en la Cámara de Representantes, más de 90 por ciento de las veces en lo que va de este año. Los otros dos no están muy alejados: Upton votó en línea con McCarthy 86 por ciento de las veces; Kinzinger, 88 por ciento, por lo que difícilmente son intransigentes. En comparación, los republicanos que más aseveran su apoyo a Trump en la Cámara de Representantes: Stefanik y las representantes Marjorie Taylor Greene, Lauren Boebert y Matt Gaetz han ido en contra del ejemplo de McCarthy más a menudo.
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Lo que los diez tienen más en común: nunca han cejado en su furia contra las hordas de partidarios de Trump que golpearon a la policía del Capitolio, desfilaron por el Pasillo de las Estatuas portando banderas confederadas y canturreaban su deseo de colgar al vicepresidente Mike Pence, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y otros más. Y en su ira cada uno también condenó el origen de la ira de esa turba: la mentira proclamada por Trump, y rechazada en alrededor de 60 demandas que impugnaban los resultados, de que la elección de 2020 fue robada en un amplio “fraude” electoral.
Los acusadores también fueron alentados por la consternación, muy difundida, ante Trump de parte de sus colegas republicanos en los momentos inmediatamente después de los disturbios. Por ejemplo, Mitch McConnell, líder de la minoría en el Senado, subió al estrado de la cámara para decir que la turba del 6 de enero fue “provocada por el presidente y otras personas poderosas” para evitar que el Congreso certificara los resultados de la elección ese día. McCarthy estuvo de acuerdo con que Trump “tiene responsabilidad por el ataque del miércoles al Congreso”. Durante los disturbios, Mike Gallagher, representante republicano por Wisconsin, publicó un video instando a Trump a detener el caos, insistiéndole: “Usted es la única persona que puede suspender esto”. Nancy Mace, republicana por Carolina del Sur, representante en su primer periodo y una partidaria de Trump de línea dura, comentó en Meet the Press de NBC que él había “puesto en riesgo todas nuestras vidas”.
Tal vez, pensaron muchos republicanos contrarios a Trump, la naturaleza repugnante e imborrable del ataque del 6 de enero, junto con el hecho de que el presidente pronto dejaría la Casa Blanca, finalmente había quebrado el control de Trump sobre el Partido Republicano. “Recuerdo que, por entonces, alguien me dijo: ‘Dormí bien anoche porque sé que ahora Trump está acabado’”, comenta Sarah Longwell, fundadora de Votantes Republicanos en Contra de Trump, un comité de acción política que gastó 10 millones de dólares en 2020 para derrotar a Trump. “Recuerdo que dije por entonces: ‘Yo no apostaría a eso’”.
Pero diez republicanos en la Cámara de Representantes sí le apostaron a eso, con sus vidas políticas. De hecho, Meijer sabía que había un riesgo, y le dijo a Detroit Free Pressdespués del voto del desafuero: “Tal vez haya sido un acto de suicidio político, pero es lo que sentí que era necesario por el bien del país”.
Los acusadores esperaban que hubiera la cantidad suficiente de senadores republicanos lo bastante osados para condenar al presidente saliente, lo cual le habría impedido postularse de nuevo a la presidencia en 2024, comenta Kondik. Sin embargo, eso fracasó, y con esa “exoneración”, como la llama Trump, el expresidente regresó al timón del partido lleno de reclamos y exigiendo que, para ser viable, los líderes republicanos debían apoyar sus afirmaciones infundadas de fraude electoral y aceptar que los disturbios del 6 de enero no fueron tan desastrosos como lo parecieron antes.
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Joe Kent, un exboina verde que es el competidor de Herrera Beutler en el 3o Distrito Congresista de Washington, considera que los acusadores cometieron un error de cálculo fatal: “Creo que ella y los otros pensaron: ‘Bueno, es nuestra oportunidad, tuve que aguantarme y votar a favor de algunas de las cosas que Trump quería porque él era tan popular, pero ahora le puedo achacar todo este día horrible a él, y yo voy a terminar a la cabeza’”.
Pero todos los acusadores insisten en que sus decisiones estuvieron separadas de consideraciones políticas personales. “Ese día fue un ataque directo por parte de la rama ejecutiva contra la rama legislativa y no se puede soportar eso”, les dijo Rice a los votantes en una conferencia telefónica en enero. “Cualquier presidente que haga eso, yo votaré por su castigo”. Herrera Beutler repitió esto en un discurso en el estrado de la Cámara de Representantes: “No estoy eligiendo un bando; estoy eligiendo la verdad”.
Ya sea que fuese un acto de conciencia pura, un intento por obtener un rol de liderazgo en el mundo posterior a Trump o una mezcla de los dos, es difícil rebatir el argumento de Catalina Lauf, quien compite con Kinzinger en el noroeste de Illinois: “Todos ellos cometieron un error de cálculo garrafal sea lo que sea que intentaban hacer. El Partido Republicano es el partido del presidente Trump. Él marcó la nueva dirección hacia adelante. Allí es donde estamos”.
EL REVÉS CADA VEZ MAYOR
Tal vez en ninguna parte la marea política cambió tan súbita e increíblemente como en el noroeste de Carolina del Sur, donde Rice era un reconocido partidario de Trump de quien mucha gente pensó que había votado por accidente para desaforar al presidente. No fue así, y a las pocas semanas tenía varios competidores listos para criticar su cadáver político. Ahora Rice, de 63 años y en su quinto periodo, está considerando seriamente el retiro en vez de poner en riesgo su carrera electoral invicta, según una fuente de Rice en el Capitolio que habló con Newsweek bajo la condición del anonimato.
El voto del desafuero ha dañado tanto a Rice que uno de sus competidores, Ken Richardson, no puede hablar de su plataforma en las etapas de la campaña hasta que denuncie por completo el voto de Rice. “Para que yo pueda mostrarle a la gente el trabajo que puedo hacer, necesito hablar de cosas que quiero cambiar y cosas que me gustaría lograr en Washington, pero antes de que pueda hablar de mí, pasamos los primeros 10 a 15 minutos dejando que la gente se desahogue por lo que siente sobre Tom Rice”, dice Richardson.
Y así sucede distrito tras distrito representado por los acusadores republicanos. Todas sus expresiones —ya sea el ataque de Valadao al presupuesto de Biden o los buenos deseos de Rice a su esposa en su aniversario de bodas— son recibidas con respuestas duras sobre sus votos a favor del desafuero. Solo Katko no ha tenido por lo menos un competidor creíble en la elección primaria, así que Trump les envió una carta manuscrita a finales de junio a dos líderes conservadores de condados del norte de Nueva York, ofreciéndoles su apoyo a un “gran candidato” para quitarle el escaño a Katko. “Gané a lo grande en el área, ayudaré con la campaña”, rezaba la nota.
Mientras tanto, ocho de los acusadores han sido reprobados por los partidos republicanos de sus condados o estados a causa de sus votos en el desafuero; Katko y Valadao, ambos republicanos que ganaron en distritos donde perdió Trump, son las excepciones. El Club de Mujeres Republicanas del Condado de Clark, el más grande en el estado de Washington y que engloba la ciudad de Vancouver representada por Herrera Beutler, comentó que apoyaría a un competidor en la elección primaria contra ella. Los presidentes de seis condados que comprenden el creciente distrito rural de Newhouse en Washington han hecho llamados para que él renuncie.
La Lista de Maggie, un comité de acción política enfocado en apoyar a candidatas republicanas, hizo pública en junio una porción de sus apoyos a candidatas para 2022, la cual omitía notablemente a Cheney y Herrera Beutler, así como a Lisa Murkowski, senador por Alaska, quien votó para condenar a Trump y está dispuesta a reelegirse este año. El comité apoyó a las tres mujeres en todas sus elecciones previas.
Aun cuando una portavoz de la organización insiste en que la lista está incompleta y hay más apoyos por venir, una participante de la junta directiva de la Lista de Maggie le dice a Newsweek que hay un debate acalorado dentro del grupo con respecto a si apoyar a las acusadoras podría hacer peligrar los donativos. “Si una candidata creíble se enfrenta a Liz Cheney, queremos ser capaces de considerarla”, dijo la participante de la junta.
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Y en Michigan, los líderes del Partido Republicano estatal dicen que no “se involucrarán en las elecciones primarias, lo cual en esencia significa que Meijer y Upton están por su cuenta”, comenta Timmer, un expresidente republicano en Michigan. “Eso podría sonar benigno. Pero es un cambio en la política. El partido siempre ha apoyado a sus miembros en funciones en las elecciones primarias. Significa que los MAGA controlan el partido”.
Trump también apenas empieza. En el último sábado de junio subió al podio de una feria empapada en el noroeste de Ohio para despotricar contra Gonzalez, un republicano de 36 años en su segundo periodo, el primer latino elegido para el Congreso por Ohio, exjugador de la NFL y otrora héroe futbolístico de la Estatal de Ohio. Gonzalez tuvo victorias fáciles en 2018 y 2020, pero la multitud de su ciudad de residencia rompió en abucheos al oír su nombre.
“Con un solo voto, él traicionó al Partido Republicano, a nuestro presidente, nuestros valores y a los votantes de su distrito”, dijo Max Miller, el competidor de Gonzalez en las primarias y exasesor de la Casa Blanca que lanzó su candidatura en febrero y, con el apoyo de Trump, recaudó 508,000 dólares en el primer mes de su campaña.
Hace menos de dos años, el presidente elogió a Gonzalez en una recepción en la Casa Blanca como “un amigo mío” y “un hueso duro de roer”; ahora Trump lo llamó “un vendido, un falso republicano y una desgracia para su estado”. Gonzalez contraatacó. Gonzalez comentó que Trump “estaba haciendo lo mismo que hace todas las veces que se enoja con alguien. Inventa un montón de cosas, les pone apodos insultantes. Francamente, no le presto la más mínima atención”.
Rice trata de reafirmar sus credenciales conservadoras con jeremiadas en redes sociales contra la “teoría racial crítica” y la presencia de la vicepresidenta Kamala Harris en la frontera. Él y otros siete de los acusadores republicanos incluso votaron el 30 de junio en contra de establecer un Comité Selecto de la Cámara de Representantes para investigar los eventos del 6 de enero en un voto casi según la línea del partido que solo tuvo el apoyo republicano de Cheney y Kinzinger; aun cuando los diez acusadores votaron un mes antes para crear una comisión externa para el 6 de enero, ellos afirmaron que el proceso actual, organizado por Pelosi, es demasiado partidista. (La comisión externa fue desechada en el Senado; la investigación de la Cámara de Representantes no requiere la aprobación de ambas cámaras).
A decir de Richardson, el competidor de Rice: “A veces en la vida, solo tienes una oportunidad de cometer un mal error, y Tom cometió un mal error”.
HACER EQUIPO
Por su parte, Cheney trata de ayudar a sus colegas acusadores. Por ejemplo, el fin de semana del mitin de Trump en Ohio, ella y Gonzalez anunciaron un comité conjunto para recaudar fondos, “para que los donantes que quieran firmar cheques para ambos” puedan hacerlo fácilmente, dice un asesor de Gonzalez. Mientras Trump hablaba ese sábado, Cheney tuiteó: “Una gran noche para donar para el representante Anthony Gonzalez”.
Cheney se negó a hablar para este reportaje, pero un portavoz le dijo a Newsweek que esperarán una coordinación similar conforme Trump se mueve por la nación atacando a otros acusadores.
No obstante, dado cuán polarizadora es Cheney, su apoyo conlleva sus propios riesgos. “Recibo de buen agrado la habilidad de Liz para recaudar fondos, pero me pregunto si el que ella venga aquí solo excitará a las serpientes MAGA”, dijo uno de los nueve a Newsweek.
Cheney no es el único miembro del grupo que le da una mano al resto. Tanto el comité de acción política Vitoria de Valadao y el Nueva Energía de Newhouse dieron cada uno 1,000 dólares a sus compañeros acusadores, y Newhouse y Valadao aparecieron juntos en un evento para recaudar fondos en mayo. El comité de acción política de Kinzinger también ha repartido dinero a los otros.
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Aun más, los diez republicanos también tienen un aliado clave en Longwell, quien previamente este año inició el Proyecto de Responsabilidad Republicana con la meta de recaudar 50 millones de dólares para gastarlos en apoyo a los acusadores republicanos, así como a funcionarios republicanos locales y estatales que enfrentaron la ira de Trump al insistir que él había perdido en sus estados, por más que él afirmara lo contrario. Hasta ahora, ella ha recabado 13 millones de dólares.
“El plan es combatirlos realmente en sus primarias”, comenta Longwell. “Vamos a lanzar una campaña para defender a estas personas. Yo había esperado que habría muchos más de ellos que defender”.
Herrera Beutler y Newhouse, de Washington, y Valadao, de California, parecen tener las mejores oportunidades de sobrevivir las primarias porque sus estados exigen que los candidatos de todos los partidos compitan en la misma elección primaria por uno o dos puestos de elección general. Ese escenario significa que estos tres congresistas en funciones tal vez se vean fortalecidos por los votos de los dependientes e incluso de los demócratas tanto en las primarias como en la elección general, mientras que los competidores de la derecha dura deben competir por los votos entre los rincones del electorado más estruendosos a favor de Trump.
“En realidad, no pienso que haya mucha probabilidad de que un republicano más conservador saque a la fuerza a Valadao o Herrera Butler de los dos puestos principales”, dice Wasserman, del distrito del área de Fresno.
Wasserman ve a Rice y Cheney como los dos en mayor riesgo porque sus distritos —en el caso de Cheney, todo el estado de Wyoming— son tan profundamente republicanos, que la elección primaria en esencia decide la elección general. (En 2020, Trump ganó en el distrito de Rice en Carolina del Sur por 19 puntos, y Wyoming por 52 puntos).
Meijer, el único en su primer periodo, y Gonzalez, en su segundo periodo, también podrían ser vulnerables ante una competencia conservadora fuerte porque no han tenido tiempo de construir lazos cercanos con sus votantes. Mientras tanto, Upton, un personaje fijo en el sudoeste de Michigan cuyo historial de voto moderado desde hace mucho lo ha convertido en un blanco poco exitoso de competidores más conservadores en las primarias, podría beneficiarse de esa experiencia.
“Fred Upton tiene una larga marca personal que él ha construido independientemente del partido, mientras que un tipo como Peter Meijer es nuevo y no tiene muchas raíces profundas en términos políticos y la gente que las vota”, opina Timmer.
Aun así, Wasserman siente algo de vulnerabilidad en Upton también, quien ahora tiene 68 años y ha estado en el cargo desde la época de Reagan. “Me sorprendería mucho si Fred Upton se postula para otro periodo. Él ganó su elección primaria en 2020 con un margen muy poco convincente para alguien que ha estado allí desde 1987”. (Upton no ha dicho si buscará un 18o periodo).
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Mucho también depende de a quién apoye Trump y si él visita el distrito durante la campaña. Tom Norton, el presidente de una población local en Michigan que espera quitarle el escaño a Meijer, dice que Trump tal vez elija al candidato contrario a Meijer. “Muchos donantes importantes, cuando los llamo, responden que están esperando a que Trump escoja a alguien”, dice Norton.
Ciertamente, está en marcha una lucha por su apoyo; tanto Lauf, quien compite con Kinzinger, como Kent, quien compite con Herrera Beutler, volaron recientemente a Mar-a-Lago para reunirse con Trump. Kent comenta que él respondió a una llamada de revisión de parte de Trump en junio, y comparó el proceso con “la versión para candidatos de The Apprentice. Algo así como ‘¿Quién va a trabajar más duro, a quién se le va a ocurrir el mejor plan para ganar?”
Y hay la posibilidad de que McCarthy pudiera persuadir a Trump de que se olvide de Valadao y Katko por miedo a que un candidato más conservador les diera una oportunidad a los demócratas de quitarles esos escaños. Trump perdió ambos distritos por nueve puntos ante Biden en 2020, pero Katko lo ganó por diez puntos y Valadao, quien perdió el escaño en 2018, lo recuperó por un punto el año pasado.
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“Esto se reducirá a lo que Trump haga al final”, opina Wasserman. “¿Irá a cada uno de estos distritos y hará campaña con los competidores de ellos? La respuesta probablemente sea que sí”.
Longwell también duda que Trump sea capaz de contenerse, sin importar si McCarthy le dice que los republicanos podrían perder el escaño con un candidato más cercano a Trump, diciendo: “Trump va a jugar en todos estos lugares y él apoyará al competidor en cada uno de los casos”.
Por su parte, Joe Walsh cree que el resultado está predeterminado. “Muchos de los diez saben en su interior que probablemente no haya espacio para ellos en el partido en este momento”, comenta Walsh, un republicano de toda la vida que se convirtió en independiente el año pasado. “Trump es más fuerte ahora entre la base de lo que era hace seis meses. El trumpismo ahora es más fuerte. No pienso que haya una lucha por el alma del partido. Eso ya sucedió. Trump ganó”. N
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek