La multipremiada actriz vislumbra cambios importantes en los hábitos del público, en lo que graban los estudios y en la fuerza y poder de quienes transmiten en línea. Y se dice lista para esta era digital.
JODIE FOSTER no ha filmado muchas películas políticas porque no la entretienen mucho. “Todos nacen y luego mueren. No hay nada nuevo en ello”.
Pero todo eso cambió para la ganadora del Óscar con su película más reciente, The Mauritanian, la cual cuenta la historia verdadera de Mohamedou Ould Salahi, quien estuvo prisionero sin acusación en la Bahía de Guantánamo, de 2002 a 2016, por suposiciones de que era un miembro de Al Qaeda.
Foster —quien acaba de ser nominada a un Globo de Oro por su actuación en la película— interpreta a Nancy Hollander, la abogada defensora que peleó por la liberación de Ould Salahi. “Permitimos que el miedo y el terror desecharan el imperio de la ley y desechamos nuestra propia humanidad”.
La actriz añade que fue la “perspectiva en primera persona de la vida y personalidad de este hombre musulmán” lo que la inspiró a hacer la película. “Todos estuvimos allí para servir a su historia”.
Por supuesto, hacer pública esa historia fue más difícil a causa de la pandemia, cuyo impacto, a decir de Foster, solo aceleró lo que Hollywood ha sabido por años: “Habrá un cambio importante en los hábitos del público y en la fuerza y poder de quienes transmiten en línea”.
Pero Foster dice que está lista. “Mira, estoy contenta de actuar en un iPhone” [risas].
—¿Por qué piensas que esta película e historia son tan relevantes justo ahora?
—Por una variedad de razones. Se trata de un momento oscuro en la historia de Estados Unidos como país. Como otros momentos oscuros en nuestra historia, ya sea los campos de internamiento para japoneses o las leyes Jim Crow después de la reconstrucción o el Sendero de Lágrimas, tenemos estos momentos en el tiempo que debemos revisar, mirar atrás, ver nuestro papel y ver dónde nuestras emociones nos dominaron.
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“En este caso, permitimos que el miedo y el terror descartaran el imperio de la ley y descartamos nuestra propia humanidad. Pienso que eso es lo genial sobre Mohamedou, hizo lo opuesto en él. El miedo y el terror lo convirtieron en una persona mejor. De alguna forma, lo logró. Por su fe, su personalidad, sus circunstancias fue capaz de convertirse en un mejor ser humano y de perdonar, ser alegre y vivir el momento. No permitió que eso lo arruinara. Pero el 11/9 nos arruinó.
—Tú interpretas a Nancy Hollander, una abogada defensora extravagante y, dirían algunos, controvertida. ¿Qué había en Nancy que te atrajo?
—No tenía idea de quién era ella, y eso fue una bendición. Es difícil cuando es un personaje de la vida real porque estás restringida por lo que la gente sabe de ellos y su historial. Pero la mayoría de la gente no sabe mucho de ella, y si la conocen, tal vez sepan que usa lápiz labial y esmalte de uñas rojos. Esto me permitió cambiar partes de su personalidad con el fin de servir a la historia de Mohamedou, que sé es lo que quería Nancy.
“Básicamente, tuve que decirle a Nancy: ‘Mira, no voy a hacer una imitación de ti y mi Nancy va a ser mucho más mala que tu Nancy. Ella va a ser grosera y hosca con la gente y autoprotectora’. Y no pienso que eso sea falso de Nancy. El 90 por ciento de sus clientes es culpable y algunos de ellos han hecho cosas terribles, por lo que ella ha tenido que construirse muros de protección con el fin de estar a la altura de su misión”.
—Cuando escoges un papel, sobre todo uno como este que conlleva ramificaciones políticas, ¿alguna vez has considerado eso al tomar tu decisión?
—No he hecho ninguna película política, principalmente porque por lo general no me gusta cómo están diseñadas, de la misma manera que en realidad no me gustan las películas biográficas. No pienso que sean la mejor forma narrativa. Todos nacen y luego mueren. No hay nada de nuevo en ello. Entonces, en realidad no había hecho películas políticas porque sentía que los personajes debían ser lo principal. Y pienso que eso fue lo bueno de Kevin [Macdonald, el director], que él en verdad tenía en claro que quería hacer una película emocional en primer lugar. Aun cuando se habla mucho y hay un poco del caso en la corte, para mí en realidad fue una especie de perspectiva en primera persona de la personalidad y la vida de este hombre musulmán. Todos estuvimos allí para servir a la historia. Así, por ejemplo, no incluimos cosas sobre Nancy que son interesantes, pero que no tenían nada que ver con Mohamedou.
—Ya que mencionas a Kevin, muchísimas de sus películas mezclan el documental con la narrativa. ¿Es diferente trabajar con un director que tiene un historial documental que con alguien que hace películas más tradicionales?
—Todo director es diferente, ¿cierto? Es su fiesta, así que ellos eligen la música. Kevin quiere saber la historia de cada persona. Él quiere cubrir la historia de cada persona. Pero a él también le encanta estar dentro de la experiencia, lo cual es inusual para los documentalistas. Los documentalistas por lo general son del tipo que mira las cosas desde afuera y tratan de ser objetivos, pero él no. A él en verdad le gusta pensar: “¿Cómo se siente este personaje en este momento?” Él es una buena combinación entre ser alguien que es muy respetuoso de los hechos y quiere presentar todos los hechos —él es incansable en su investigación—, pero también le encanta el cine. Entonces, es del tipo capaz de combinar los dos, que es la persona perfecta para este tipo de película.
—¿La forma en que preparas un papel cambió después de que empezaste a dirigir?
—Recuerdo que tenía seis o siete años y estaba en un programa de televisión, y un actor con quien había trabajado entró y él era el director ese día. Esto me impresionó. No podía creer que les permitieran a los actores convertirse en directores. Yo pensé: “Eso es lo que quiero hacer”. Recuerdo que empecé a verlo y observarlo y pensé: “Guau, yo también podría hacer eso”. Entonces, en cuanto puse la mira en ello, esa realmente fue mi meta toda mi vida, simplemente no sabía que iba a ser capaz de lograrla.
“En realidad, no conocía a ninguna directora. Cuando tenía entre 11 y 12 años vi mi primera película de Lina Wertmüller. Yo pensé: ‘¡Guau, a las mujeres les permiten dirigir!’, Así que siempre tuve la mira puesta en ello, y pienso que siempre ha sido así como veo las películas y que siempre he trabajado como actriz un poco como una directora. Entonces, no fue un gran cambio. Siempre he trabajado de esa manera, pero soy capaz de desconectarlo. Mi necesidad de controlar cuando soy actriz, te volvería loco, tienes que ser capaz de desconectarlo y decir: ‘Okey, estas son las cosas que quiero lograr y discutirlas con el director’. Pero al final es la visión de ellos y yo estoy aquí para servir a esa visión”.
—Espero que no te moleste si te pregunto sobre un par de películas icónicas. Contacto, originalmente un libro de grandes ventas de Carl Sagan, se estrenó en 1997, y desde entonces se ha convertido en un clásico. ¿Cómo se dio eso?
—Es interesante, emocionó a otras personas por las mismas razones que el libro me emocionó y el guion me emocionó. Había una combinación para la gente que cree en la ciencia y para la gente que vive con su cerebro izquierdo y es capaz de abrazar la espiritualidad sin tener que desechar su intelecto. Sentir que puedes ser una persona entera que podría usar su mente, pero también ser un romántico. Eso es lo que realmente me convenció, el Carl Sagan en todo eso, los billones y billones y lo maravilloso de todo ello. Y tener la oportunidad de estar con Carl y trabajar con Carl, literalmente poco antes de que muriera —él murió mientras filmábamos—, que ellos vinieran al plató y ver el trabajo de toda su vida en la pantalla, pienso que fue muy especial.
“Es gracioso que la película emocione a ciertas personas. Estuve en ella mucho tiempo. El director original era George Miller [Mad Max, Un milagro para Lorenzo], quien habría hecho una película muy diferente, como te lo podrás imaginar. Era un guion muy, muy diferente, así que siempre tuve una idea de ello, que iba a ser mucho más una inquietante película artística y había muchos acercamientos y cosas así. Siempre lo vi como una experiencia. Luego, cuando llegó Robert Zemeckis, fue una forma de pensar del todo nueva sobre lo que iba a ser Contacto. Él pasó otros casi ocho meses reescribiendo el guion para más o menos poner los pies en la tierra. Siempre me preocupó que, de alguna manera, el tono espiritual desapareciera, pero en realidad él logró hacer ambos”.
—Otra película clásica tuya es El silencio de los inocentes, la cual celebra su trigésimo aniversario este año. Al filmarla ¿sentiste que estabas creando algo especial?
—Para mí, estoy un poco asombrada por esa película. Para mí, es la mejor película que he hecho hasta ahora. Es atemporal. Jonathan Demme [el director, quien murió en 2017] simplemente era esta persona divertida, boba, alegre, muy infantil. Él logró hacer una película seria y emocionante y no la convirtió en algo chabacano, él solo halló el tono perfecto. Pero también tengo que darle crédito al libro de Thomas Harris porque fue ese texto. Literalmente, el primer borrador de Ted Tally fue prácticamente el guion que se filmó. Así que en verdad se sintió que había algo mágico en ella. Simplemente fue mágica. No sé si alguno de nosotros alcanzará esa altura de nuevo, incluido Thomas.
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—Me imagino que debes recibir algunas preguntas y reacciones interesantes de los admiradores de El silencio… ¿Cuál es la pregunta que odias que te hagan?
—La gente dice cosas sobre las habas y el Chianti, que más o menos me divierten, me encanta eso. Me encanta cuando la gente repite las frases. La única pregunta que sí me molesta es: “¿Por qué no hiciste la secuela?”. Todos estábamos en verdad interesados en la secuela, porque Thomas Harris estaba escribiendo un libro nuevo y seguía diciendo que se iba a publicar y que no le permitiría a nadie verlo. Y luego Jonathan, Anthony y yo esperamos diez años, todos nosotros, todos los productores, esperamos diez años. Todos pudimos haber hecho algo como una versión barata de esos personajes, y ellos pudieron sacarse de la manga algo un año después; pero, más bien, esperamos. Entonces, sí fue la gran cosa no hacer la secuela. Nunca hablaré de ella particularmente, pero esa es la pregunta que me hace la gente siempre.
—La pandemia ha afectado a muchísimas industrias, pero la producción en Hollywood parece haber hallado una manera de seguir adelante. ¿Has experimentado una producción durante la pandemia?
—Hay algo de producción, pero hay muy poca. Así que, en términos de producción, no sé que esté de vuelta con ninguna fuerza; pero en términos de desarrollo, todos han desarrollado como locos. Amazon tiene más dinero que Dios, Apple, Netflix, todos están allí sentados, meneando los pulgares, buscando productos. Se mueren por tener algo al aire. Supongo que queda algo de energía en el proceso, pero pienso que todos estamos a la espera de ver cómo se va a sacudir. Pero también sabemos que se va a sacudir.
“En los últimos diez años todos han estado diciendo que los hábitos van a cambiar, las únicas películas que la gente irá a ver a los cines son las franquicias muy grandes y toda la narrativa irá a la transmisión en línea. Hemos dicho eso y todos se han preparado para eso, pero no nos percatamos de cómo la pandemia obviamente aceleraría eso. Habrá cambios importantes en los hábitos del público y en lo que hacen los estudios y en la fuerza y poder de quienes transmiten en línea. Estoy lista. Mira, estoy contenta de actuar en un iPhone entonces”.
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Publicado en cooperación con / Published in cooperation with Newsweek