
Nayeli García Ramírez
La limpieza de la casa, el cuidado de los infantes y la preparación diaria de los alimentos son pilares para lograr el bienestar de cualquier hogar. Sin embargo, la importancia de esta labor suele ser eclipsada, y para muchas mujeres, una vida de esfuerzo no se traduce en seguridad financiera en la vejez.
Al abordar las condiciones para el retiro, diversas instituciones señalan que las mujeres adultas mayores suelen estar en condiciones económicas más vulnerables que los hombres debido a las limitaciones históricas que les han impedido participar plenamente en trabajos formales con prestaciones y que les permitan contar con mejores condiciones para el retiro.
Si bien la participación económica de las mujeres ha ido en aumento, existe una suma de factores diversos que acrecienta la vulnerabilidad económica y patrimonial para las adultas mayores que, en algunos casos, las orilla a seguir trabajando durante su vejez o a experimentar una dependencia financiera de sus parejas, hijos o familiares.
Nitzia Vázquez Carrillo, doctora en Economía y autora del libro Inclusión financiera: reflexiones sobre dinero, educación financiera, perspectiva de género y otras políticas públicas, señala que, para entender correctamente los retos que enfrentan las mujeres, se requiere distinguir las características de tres grandes grupos: mujeres en general, mujeres amas de casa y mujeres adultas mayores.
Por sí solas, señala la especialista en entrevista con NW Noticias, las mujeres enfrentan el reto de percibir menores ingresos y acceder a ellos mediante el trabajo informal. En cuanto a las amas de casa, el principal desafío es conseguir un empoderamiento y la autonomía financiera, pues al dedicarse por completo al hogar suelen depender del ingreso de la pareja y su capacidad de toma de decisiones financieras se limita.
Estas restricciones siguen presentes al abordar a las adultas mayores, pues esta dependencia, al configurarse desde una edad temprana, más tarde se traduce en inseguridad económica y patrimonial. En 2022 se tenía registro de que la población masculina jubilada y pensionada en México (58 por ciento) era mucho mayor a la población femenina (17 por ciento).
“De ahí deriva regularmente alguna dependencia, ya sea financiera o generadora de ingreso, que pasa a veces de la pareja hacia los hijos o hacia la pensión, si tuvo a bien dejarle la posibilidad luego del fallecimiento. Además, esta ya viene recortada porque regularmente es el 80 por ciento menos de lo que percibía como pensionado la pareja”.
Esta dependencia en algunos casos puede agravarse con dinámicas familiares violentas y propiciar violencia económica que consiste en retirar el acceso a la cuenta (si se posee una), impedir la utilización de los recursos o negar la obtención o conservación de un patrimonio. En los adultos mayores, los conflictos por herencias también pueden vulnerar la autonomía financiera.
El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) contempla que una de las principales razones por las que los adultos mayores trabajan después de su retiro es porque las pensiones e ingresos que perciben no son suficientes para cubrir sus necesidades básicas y de recreación.
Al considerar esta permanencia laboral, la institución señala las propias limitantes de la edad y, en cuestión financiera, Vázquez Carrillo reconoce la edad como un punto de discriminación. No solo es la dificultad de acceder a instrumentos financieros que permitan a las adultas mayores contar con seguros y créditos que encajen con sus necesidades, sino que también se encuentra una limitante tecnológica.
Los códigos de seguridad enviados al celular, los mecanismos de seguridad que requieren dispositivos y el creciente auge de las aplicaciones muchas veces dificultan el acercamiento de las adultas mayores al sistema financiero.
Si bien la especialista reconoce que todavía existe una gran brecha de género que las cifras esclarecen muy bien, también señala que se han realizado transformaciones en el sector financiero y las iniciativas mundiales. En México, se ha tratado de seguir las directrices en cuanto a equidad de género e inclusión de los adultos mayores lanzados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En ese sentido, también se contempla la perspectiva de género. Que organismos internacionales como la OCDE o las Naciones Unidas tengan estas directrices obliga a los gobiernos mexicanos a considerarlas también.
“Hay cada vez más instrumentos. La práctica me parece que va un poco desfasada en términos de que se ha intentado mejorar la oferta de servicios con esa perspectiva de género prácticamente desde el 2014, sin que haya alguna directriz, algún documento”, explica la doctora Vázquez Carrillo. “Estas tarjetas, por ejemplo, con etiquetado: las tarjetas rosa, el crédito rosa, el crédito emprendedoras, tanto de la banca de desarrollo como de la banca múltiple”.
Hoy en día, pues, estos esfuerzos se están institucionalizando, las guías de incursión financiera ya cuentan con el aval de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y el Consejo de Inclusión Financiera de México, por lo que, si bien existe esa brecha, ya es diagnosticable, medible, palpable y aceptada públicamente.
En las políticas públicas, recientemente este año se implementó la Pensión Mujeres Bienestar, uno de los Programas del Gobierno de México que tiene como objetivo contribuir a mejorar el nivel de autonomía económica de la población de mujeres adultas mayores.
El impacto, señala la especialista, es mayormente positivo, pues en algunas ocasiones no solo representará un ingreso alternativo, sino que podría ser la base de la seguridad financiera de algunas adultas mayores. Esta iniciativa también puede funcionar como catalizador para que las beneficiarias reconozcan la posibilidad de acercarse al sistema financiero, tener mecanismos de protección y asesorías.
“Hoy en día se está ubicando esto de medir el valor del trabajo no remunerado de las mujeres, pero no solo que sirva para medición del PIB, sino que se le dé un valor monetario, se cuantifique, de tal suerte que eso también les sirva a las instituciones financieras, por ejemplo, para el diseño de los instrumentos financieros”, manifiesta.
Vázquez Carrillo resalta que todas estas consideraciones y herramientas que comienzan a masificarse representarán en algún momento una ventaja en lugar de una limitante. No como un obsequio ni como un regalo, sino como una respuesta contundente a la deuda histórica que el sistema financiero tiene con las mujeres.
“No olvidemos que las mujeres, las amas de casa, las adultas mayores, sí toman decisiones financieras, sí tienen servicios financieros. Lo que pasa es que puede ser en la informalidad, como la tanda, la alcancía, el monedero”.
La especialista recalca que, ante un panorama donde impera la informalidad, el área de oportunidad para las instituciones financieras es brindar estos mismos mecanismos con una mayor calidad, protección y generando beneficios.
Para todas aquellas mujeres encargadas del hogar o trabajadoras remuneradas, la especialista resalta la importancia de considerar que los planes y objetivos financieros, así como la toma de decisiones financieras, son de corto y de largo plazo.
En el corto plazo, se evidencia la importancia de generar un ingreso inmediato, estar al tanto de la distribución del gasto en la familia, la toma de decisiones en pro de la familia o de un negocio autónomo, aunque sea pequeño o informal.
Sin embargo, Vázquez Carrillo hace hincapié en concienciar que, en el futuro, los ingresos y las capacidades merman, por lo que también hay que plantear objetivos a largo plazo.
“Ahorita, con lo que tengo, preguntarnos cómo lo voy a cambiar, cómo le voy a hacer en el futuro. Porque en el futuro tendré que cambiar de actividad económica, deberé tener más ahorros, posiblemente sufra alguna enfermedad. Hay que prepararse para ello”.
Por eso es necesario hacer apartados, por ejemplo. Incluso si no se posee una cuenta de ahorro para el retiro, es importante que las adultas mayores (y cualquiera) se preparen y conozcan las alternativas del sistema financiero, como el crédito popular y las cuentas básicas.
“Hay que ver cuáles son las alternativas pensando que, en el futuro, todo cambia. Y hay que esperar lo mejor, pero siempre estar listas para lo peor”, concluye Carrillo.N