HACE 30 AÑOS, en la península de Baja California, México, los pobladores de Punta Canoa tuvieron un sueño por el que lucharon contra amenazas, obstáculos burocráticos y las condiciones del ecosistema en el que habitaban. Su único propósito era volver a pescar. Ahora esta aspiración vuelve a presentarse, pero con la idea de ejercer mejores y sostenibles prácticas en cuanto a la pesca y con el desafío de asegurar el acceso al recurso marino para las futuras generaciones sin riesgo de agotarlo.
José García Mercado es líder pesquero en Punta Canoa. En 1994, él y otros pescadores se constituyeron como una sociedad de producción rural con el objetivo de legitimar su trabajo y, así, solicitar permisos de pesca legal en beneficio de la economía comunitaria.
García cuenta a este medio que, antes de constituirse, los pescadores trabajaban de manera ilegal los recursos del mar, ya que no tenían más alternativa ni conocimientos de conservación. Puerto Canoa, cabe decirlo, es un lugar aislado de la zona urbana del estado y donde predomina un ecosistema desértico y playa cercana al Pacífico, dentro del ejido denominado Las Palomas.
“Antes pescábamos camarón, cangrejo, langosta, ¡lo que había!, de manera irregular porque realmente no había opciones, no había posibilidades de poder hacer cosas diferentes”, cuenta García Mercado en entrevista con Newsweek México. “Al final decidimos documentarnos”.
Lee: Pescar responsablemente
Tres años después de haberse constituido, en el año de 1997 esta comunidad pesquera obtuvo sus primeros permisos de escamas y cangrejo, que predominaban aún como recurso marino en ese litoral. Sin embargo, para el caso del recurso de langosta, abulón y erizo, ya no fue posible obtenerlos tras acabar con ellos como consecuencia de la pesca irregular.
En ese entonces sin trabajo en las playas y sin vedas, García explica que trabajaron constantemente “hasta darle en la torre al recurso”, como él lo describe. “Nos estaba yendo muy mal, entonces, cuando nos dan nuestro permiso, vimos que había una manera real de lograr un sueño. Nos pusimos de acuerdo en cuidar del mar, aun sin tener permisos de recursos de alto valor, como la langosta y [la concha de] abulón, para cuidarlos por más de diez años consecutivos”, señala.
Con casi tres décadas de esfuerzo por mejorar la economía de la comunidad, la pesquería de Punta Canoa cuidó por años el recurso marino, a pesar de vivir en condiciones desérticas. Aunado a ello estuvo presente el encarecimiento de gastos y la lucha constante contra los pescadores furtivos que llegaban en embarcaciones grandes y les robaban los recursos que ya tenían años cuidando.
PESQUERÍAS SOSTENIBLES
Datos del estudio “Sostenibilidad pesquera en México: diagnóstico y oportunidades para su mejora”, de la organización Pronatura Noroeste, A. C., de junio de 2020, muestran el análisis comparativo entre pesquerías mexicanas que fueron evaluadas y preevaluadas mediante el estándar internacional de sostenibilidad pesquera de Marine Stewardship Council (MSC), de las que nueve fueron evaluadas y certificadas, mientras que 24 resultaron preevaluadas para iniciar con un Fishery Improvement Project (FIP) o Proyecto de Mejora Pesquera que garantice una labor sostenible de este oficio.
Para Alejandro Castillo López, director asociado del Programa de Conservación Marina y Pesca Sostenible de Pronatura Noroeste, con este proyecto se busca asegurar que los recursos pesqueros sean aprovechados de manera que permita que las generaciones lo sigan utilizando para que nunca se agoten y siempre haya disponibilidad.
“Siempre buscamos que en la pesca no solo haya suficiente pescado, sino que la actividad económica genere beneficios para los productores pesqueros y los pescadores. Debe remunerarse el esfuerzo que implica salir al mar y el riesgo que conlleva una mejora en su bienestar, donde este elemento de sostenibilidad económica sea una actividad rentable que genere beneficios. De todo eso hablamos cuando se trata de pesca sostenible”, explica Alejandro Castillo en entrevista con este medio.
Castillo añade que existen diversas maneras y definiciones en el mundo sobre las pesquerías certificadas como sostenibles. Estas se logran con base en distintos esquemas de certificación que aseguran que el recurso explotado sea bien manejado y que el estado de esa población sea adecuado, es decir, que no esté sobreexplotado, que los ejemplares pescados no hayan disminuido mucho y que el impacto de la actividad pesquera sobre el ambiente no sea significativo.
Otro elemento a considerar en estas certificaciones es el manejo de las pesquerías, el cual debe ser efectivo y con normas y reglas que se respeten para la toma de decisiones y objetivos claros que logren la pesca sostenible.
VEDAS, UNA OPORTUNIDAD
A casi 30 años de su fundación, en 1991, Pronatura, A. C. tiene la misión de conservar la flora, fauna y ecosistemas para promover el desarrollo de la sociedad en armonía con la naturaleza. En el ámbito marino, esta organización lleva poco más de 20 años trabajando en la conservación de los mares, tras iniciar en México con el Programa de Conservación Marina y Pesca Sostenible, en el año de 1999.
“La clave está en trabajar con la gente y las autoridades. Esto implica un cambio cultural en varias de las comunidades donde se trabaja y requiere del compromiso hacia la sostenibilidad. Tenemos grupos ejemplares que tomaron decisiones duras para hacer cambios en la manera en que aprovechan sus recursos y hay otros que todavía se resisten a hacerlos y siguen con prácticas no sostenibles que, a fin de cuentas, van en detrimento de su propia economía. No es un tema sencillo”, señala Castillo.
Las vedas forman parte de las buenas prácticas en la pesca sostenible, pues permiten a los pescadores garantizar no solo la protección de las especies marinas, sino también que la economía de las pesquerías se mantenga a flote.
De acuerdo con el especialista, las vedas aseguran que el recurso que los pescadores aprovechan se pueda reproducir. “Es una cosa muy básica porque, si no se reproduce, no va a tener descendencia, y si no tiene descendencia no va a haber qué pescar cuando se agoten los recursos que hay ahorita. Es importante entender la trascendencia de las vedas”, aclara.
Para implementar un veto existen temporadas donde se juntan distintas vedas. En verano, en algunas áreas, es complicado, ya que muchas especies se reproducen y al querer proteger la reproducción de todas las especies, los pescadores se quedan con muy pocas opciones para pescar.
Castillo explica que las vedas se deben construir con la gente, la ciencia, la academia y las autoridades, ya que los tiempos en la reproducción del animal dependen de cada especie. Es importante proteger una parte del periodo reproductivo para asegurar que buena parte de la población se reproduzca y, aunque, cada recurso marino es distinto, es vital conocer cuándo se reproduce y con base en eso tomar decisiones.
UN EJEMPLO DE PROTECCIÓN
En la comunidad de Altata Novolato, en Sinaloa, vive Yanett Castro, quien desde pequeña es pescadora de almeja chocolata. Es hija, hermana y esposa de pescadores. Sin embargo, tras sobreexplotar la pesca de este recurso marino decidió regularizar su trabajo y el de sus compañeras pescadoras en la bahía.
A una década de instalar la Bahía de Altata, el pabellón del programa de fortalecimiento de comunidades pesqueras, Yanett y sus compañeras pescadoras lograron que por primera vez se integrara a las mujeres en este proyecto que obtuvo diversas capacitaciones en cuanto al manejo de la vida marina durante un año y medio.
“Antes teníamos almeja para tirar hacia arriba. Antes los niños llegábamos a la una de la tarde de la escuela y nos íbamos a pescar con los papás, podíamos traer hasta 300 kilos o lo que quisieras de almeja. Nos dedicamos a capturar sin medida y sin tamaño hasta que nos la acabamos. Por más de diez años no tuvimos una sola almeja chocolata en Bahía de Altata”, recuerda Yanett Castro en entrevista con Newsweek México.
Entérate: Millones de tiburones en todo el mundo podrían tener anzuelos de pesca clavados en su interior
Hoy la Bahía de Altata ya tiene almeja chocolata, pero fue gracias a un proyecto de monitoreo en la bahía. Sin embargo, el camino para Yanett dentro de la actividad pesquera artesanal —que es entrar al mar y sacar los recursos— no resultó fácil, pues ha tenido que lidiar con obstáculos como la falta de conocimientos para la pesca sostenible. Hoy saben que el mejor método para que la pesca se sostenga es el cooperativismo.
También, las mujeres del programa combatieron la falta de dinero, pues no sabían que la manera de conseguir los mismos apoyos y beneficios que los hombres era a través del conocimiento pesquero y empoderando y fortaleciendo las actividades pesqueras, que es lo que genera el cambio en los procesos.
“Otra de las cosas que golpea mucho es traer la equidad y el cambio, es la manipulación política, ya que el sector [pesquero] tiene muchas necesidades y, sin embargo, quieres tocar una puerta y se politiza y depende de tu voto o de lo que hagas para que te den el apoyo. Desde ahí ya estamos mal”, denuncia Yanett.
La pesquería de Yanett Castro hoy se encuentra como una de las FIP preevaluadas por la organización de Pronatura Noroeste para iniciar con el manejo de prácticas de pesca sostenibles que beneficien a más pescadoras en la zona y que este modelo se replique en otras regiones. Hasta ahora, cuentan con tres pesquerías sostenibles y 31 mujeres trabajando en mejorar sus prácticas.
PARTICIPACIÓN Y PESCA
“En años recientes han surgido diversos proyectos de mejora pesquera en todo el mundo, se llaman Fisheries Improvement Projects o Proyectos de Mejora Pesquera, para abordar los problemas de la pesca de una manera participativa. Un Proyecto de Mejora Pesquera consiste en que un grupo de personas decide que quiere manejar su pesquería, hacer un proyecto para mejorar su pesquería dispuestos a trabajar hacia un fin común, que es asegurar la sostenibilidad”, explica Castillo.
De acuerdo con el especialista, estos proyectos parten de una evaluación a la pesquería. Un incentivo para los pescadores es que estos Proyectos de Mejora Pesquera los pueden registrar en una plataforma pública denominada Fisheries Progress, en la que cuentan con un equipo de expertos que valora los avances de cada FIP a partir de los reportes que cada seis meses se publican en ese medio.
Estos reportes son públicos, por lo que es posible visualizar lo que ha hecho cada una de las pesquerías. Este equipo de expertos lee, revisa los avances y asigna una calificación. Lo interesante de esto es que en el mercado las personas pueden comprar productos marinos sostenibles o que se esté trabajando con ellos para lograr la sostenibilidad.
“Se vuelve una herramienta que reconoce a los productores que están haciendo algo por lograr la sostenibilidad. En las pesquerías de México debe haber unos 32 Proyectos de Mejora Pesquera registrados y nosotros estamos implementando ocho de ellos”, añade Alejandro Castillo.
SITUACIÓN PESQUERA
Según datos del reporte “Auditoría pesquera. Pescando a ciegas”, de la organización internacional Oceana, de junio de 2019, en México conocer el estado general de las pesquerías del país es una labor compleja, ya que hay poca disponibilidad de la información sobre el estatus actualizado de los recursos pesqueros, además de no contar con las actualizaciones en la periodicidad requerida, es decir, anualmente, como lo delega la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables (LGPAS) en los recursos contenidos en la Carta Nacional Pesquera (CNP).
En este estudio, la organización Oceana observa que existen fichas informativas publicadas en cada actualización de la CNP, de las que se identificaron algunas repetidas y la aparición de nuevas fichas. Así como fichas en las publicaciones de la Carta Nacional Pesquera que no han sido actualizadas desde la primera publicación, en el año 2000.
De acuerdo con datos de este estudio, de 2000 a 2018 hay un total de 303 fichas informativas, una por cada pesquería en el país, de productos marinos, entre ellas muchas repetidas. Sin embargo, descartando estas repeticiones, Oceana detalla que en realidad se cuenta con 83 fichas por pesquería vigentes, de ellas tan solo 35 fichas se publicaron en el año 2018 sin repetirse.
De estas 83 pesquerías descritas entre 2000 y 2018, solo 52 son aprovechadas a su máxima capacidad, mientras que 14 se encuentran en deterioro por sobreexplotación y 11 tienen potencial para incrementar su aprovechamiento. Solo seis presentan un estatus desconocido en el aprovechamiento de las 735 especies que se pescan en México.
Te puede interesar: En Cuba, los condones también pueden pescar, arreglar tu auto y hacer vino
Entre los resultados que presenta Oceana destaca que “el Instituto Nacional de Pesca y Acuacultura en México (Inapesca) carece de protocolos de investigación definidos, así como de criterios claros o transparentes para la investigación pesquera. Esto se ve reflejado en las fichas informativas de la Carta Nacional Pesquera”, se lee en el estudio.
En datos, solo 4 por ciento de las fichas pesqueras presentan fuentes de información verificables, es decir, que contienen datos e información pública disponible para poder corroborar o replicar la información. Empero, el 96 por ciento restante carece de información publica verificable, al señalarla en el estudio como información inexistente o secreta.
Para Alejandro Castillo, desde su labor en Pronatura Noroeste, la certificación de las pesquerías es el camino a la pesca sostenible con beneficios no solo económicos en las comunidades, sino también en la conservación de la vida marina con ejemplos increíbles al norte de México.
Los beneficios en la conservación de la vida marina se ven reflejados cuando hay un buen manejo de los recursos pesqueros que permiten que la gente siga pescando, y “en un país donde tenemos un litoral tan amplio y niveles de pobreza tan grandes, estamos convencidos de que asegurar la sostenibilidad de las pesquerías es un combate a la pobreza y un acto de soberanía alimentaria, que son dos temas fundamentales para el futuro del país”, señala.
Para José García Mercado, líder pesquero de la FIP de langosta de roca en Baja California, el recurso [marino] es muy noble y el mar es una bendición. “Tiene mucha riqueza. Con la experiencia que hemos adquirido se trata de tener un cuidado constante de los recursos, respetar sus tallas, respetar sus vedas”, añade.
Hoy, esta FIP de langosta de roca en Baja California es considerada punta de lanza para otras pesquerías en camino a la sostenibilidad. Desde 2004 están certificados, lo que los ha llevado a contar con la certificación mundial de pesquería sostenible.