Las tensiones entre los gobiernos de México y Bolivia han aumentado desde la salida del gobierno de Evo Morales, con acusaciones de violar normativas y desobedecer tratados internacionales. Esto es lo que sabemos hasta el momento.
La salida de Evo
Después de que Morales resultó ganador de un cuarto mandato en las presidenciales de octubre, la oposición inició una serie de protestas en las que denunciaban fraude y, en conjunto con las fuerzas armadas, llevaron a su dimisión el 11 de noviembre.
El exmandatario indígena pidió entonces refugio en México, a donde se dirigió. Sin embargo, la presidencia interina de Bolivia, al mando de Jeanine Añez, anunció un reclamo diplomático contra el país por la “ruptura de protocolo” del asilo político.
“México tendría que exigirle a Evo Morales a que cumpla con los protocolos de asilo, y no estar incitando al país (…) desde donde está. Eso es verdaderamente vergonzoso”, afirmó Áñez.
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Por su parte, Carlos Mesa, quien fue el principal rival de Morales en las presidenciales, también pidió que México “no le permita declarar políticamente”.
La cancillería mexicana respondió entonces que según sus leyes y tratados internacionales, no se puede restringir la libertad de expresión de los asilados. “Dicho derecho no puede ser motivo de reclamación por otro Estado basándose en conceptos que contra éste o su gobierno expresen públicamente los asilados o refugiados”, subrayó.
Exfuncionarios asilados
Días después, la canciller Karen Longaric dijo que había alrededor de 20 exfuncionarios bolivianos asilados en la embajada mexicana en La Paz, aunque según información del diario El País, actualmente hay nueve personas en la sede diplomática.
Longaric comentó entonces que cinco de ellos tenían una orden de aprehensión, por lo que no podrían acceder al asilo político, y afirmó que había entregado los documentos a la embajadora, María Teresa Mercado Pérez.
Pese a la negativa de México de entregar a los exministros Juan Ramón Quintana y Vilma Alanoca, acusados de sedición y terrorismo, la canciller descartó este jueves que su país vaya a romper relaciones diplomáticas.
“No creo que este ‘impasse’ por los asilados políticos llegue a ese extremo”, comentó. “En caso de que se rehusaran a entregar a personas con delitos comunes sería un problema muy grave para ellos e incómodo para nosotros”, añadió.
Los diplomáticos mexicanos en La Paz, comentó Longaric, “tendrían que resignarse a que esas personas se quedaran en esa embajada por los años de este gobierno y los siguientes del próximo gobierno […] se van a quedar esas personas en la residencia de la embajada muchísimo tiempo”, especificó.
Evo, de México a Cuba y Argentina
Morales, respaldado durante por el presidente Andrés Manuel López Obrador, dejó México el 5 de diciembre rumbo a Cuba y siete días después llegó a Argentina, donde recibió el asilo político del gobierno de Alberto Fernández.
“Viene para quedarse en la Argentina. Entra en condición de asilado y después pasa a tener la de refugiado”, declaró el canciller Felipe Solá al canal de noticias TN. El exmandatario “se siente más cómodo acá que en México”, agregó.
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Llegó bajo total hermetismo junto al exvicepresidente boliviano Álvaro García Linera, el excanciller Diego Pary, la exministra de Salud Gabriela Montaño y el exembajador de Bolivia ante la OEA, José Alberto Gonzales.
“Queremos el compromiso de Evo de no hacer declaraciones políticas en la Argentina. Es una condición que le pedimos nosotros”, afirmó Solá.
Celac y “asedio” a la embajada
Aunque la situación parecía haberse relajado por el llamado a nuevas elecciones, el 23 de diciembre el gobierno denunció que personal de seguridad e inteligencia de Bolivia mantienen excesiva vigilancia a su embajada en el país e incluso han intimidado a personal diplomático.
La Misión Permanente de México ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) informó que desde el 21 de diciembre, 150 agentes policiales y de inteligencia del Ministerio del Estado Plurinacional de Bolivia rodean la residencia oficial mexicana en La Paz y que intentaron detener e inspeccionar el vehículo de la embajora.
A la par, la cancillería de Bolivia emitió un comunicado en el que acusa a México de “violar” las normas internas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) al convocar a reuniones de ese organismo para enero sin consultar con La Paz, que ejerce la presidencia pro témpore, por lo que no descartó abandonar el bloque.
“Respecto a la posibilidad de que la fuerza pública boliviana ingrese al recinto diplomático de México, debo decirle categóricamente que eso es imposible, nosotros somos un país y ésta es una cancillería respetuosa de las inmunidades diplomáticas”, señaló Longaric.
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Sin embargo, el 24 de diciembre, México denunció que la vigilancia policial y militar en torno de la embajada se mantenía. “México denuncia el hostigamiento tanto a su embajada como a su residencia oficial (…). Actualmente existe un cerco policial que registra el movimiento de las personas que entran y salen de los recintos diplomáticos mexicanos”, señala un comunicado de la cancillería.
Bolivia respondió entonces que el despliegue de uniformados se debía a amenazas “creíbles” de ataques contra la sede diplomáticas.
“El gobierno de Bolivia comunica que ha recibido información creíble de amenazas de violencia por parte de movimientos sociales […] e índigenas”, dice un comunicado leído por el secretario privado presidencial, Erick Foronda.
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Con información de AFP