El consumo de sal inadecuadamente podría afectarte más de lo que estás imaginándote. Por ejemplo, aumenta tu presión arterial y genera problemas cardiovasculares, lo que provoca infartos y empeora síntomas de enfermedades autoinmunes, entre muchos otros.
La ingesta de sal aumenta el sodio en la sangre, lo cual estimula la sed en el cerebro, y al beber más agua aumenta el volumen intravascular y sube la presión arterial.
Mas allá de la presión arterial y riesgo cardiovascular, también se ve relacionado con un mayor riesgo de cáncer de estómago (aumento de la bacteria Helicobacter pylori).
Además, se ha visto vínculo entre los altos niveles de sal y el empeoramiento de los síntomas de la esclerosis múltiple y enfermedades autoinmunes.
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Por el contrario, una dieta baja en sodio se ve relacionada con resistencia a la insulina, aumento de colesterol LDL y triglicéridos.
Conclusión: ni mucha ni poca. El problema no está en utilizar la sal para cocinar. El problema es la cantidad que consumimos en los productos procesados. Acostumbremos a nuestro paladar a solo consumir la sal que se usó para cocinar, no agreguemos más a los alimentos y evitemos los alimentos procesados.
Colorantes artificiales
Son uno de los aditivos favoritos de las industrias alimenticias. Los colorantes artificiales se encuentran en casi todos los refrescos, helados, dulces, chicles, etcétera.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es una alteración en niños que ha crecido durante los últimos años debido al aumento de consumo de productos procesados (dulces, refrescos, pastelillos, etcétera). Se ha visto que los colorantes artificiales podrían aumentar o detonar este trastorno.
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También pueden provocar alergias, asma, rinitis o urticaria. Se ha visto que estos colorantes son de tan pequeñas moléculas que se pueden unir a ciertas proteínas y causar estas alergias.
Por otro lado, dañan el ADN, por lo que puede aumentar el riesgo de padecer cáncer de tiroides y cerebral.
Emulsionantes y espesantes
Son un tipo de aditivo que ayudar a mejorar la textura y la mezcla de grasas de los alimentos procesados.
Estos se pueden encontrar en los panes, salsas, helados y leches vegetales.
Hago mención de esto, ya que el consumo de leches vegetales ha aumentado de manera considerable y muchas de estas pueden contener estos emulsificantes.
Estos afectan la microbiota intestinal e inducen la inflamación. Esto podría facilitar la permeabilidad de sustancias tóxicas a nuestra sangre creando alergias, intolerancias, enfermedades autoinmunes, etcétera.