Hubo una casta de guerreros vikingos que peleaba con tal ferocidad y valentía que, según la tradición, aullaban como bestias salvajes y hasta mordían sus propios escudos. Se cuenta que combatían en una especie de trance rabioso -conocido en noruego como “berserkergang”-, y que iban desnudos, excepto por algunas pieles de animales y, de vez en cuando, un casco con cuernos.
Aquellos guerreros recibían el nombre de berserkers y figuran en relatos que datan de siglo IX. Pero ahora, un etnobiólogo propone que el origen de aquel estado de ira era una planta llamada beleño negro (Hyoscyamus niger).
[Es muy posible que la palabra inglesa “berserk” -que se traduce como “sin control, salvaje o frenético”- derive del vocablo berserker, el cual, muy probablemente, se resultado de la fusión de las palabras “bjorn” (oso) o “berr” (sin armadura) con el término “serkr”, que significa “abrigo”].
En un artículo publicado recientemente en la revista Journal of Ethnopharmacology, Karsten Fatur, candidato al doctorado en la Universidad de Liubliana, Eslovenia, cuestiona la suposición convencional de que el trance era consecuencia de un estado histérico auto-inducido, una crisis epiléptica, una enfermedad mental e incluso de la ingesta de grandes cantidades de alcohol o (como muchos creen) de una variedad de hongo que tiene propiedades alucinógenas.
También lee: Investigan el alcaloide de los hongos alucinógenos como tratamiento para la depresión
El antedicho sospechoso es Amanita muscaria. También conocido como matamoscas o falsa oronja, este hongo es altamente tóxico, si bien es posible consumirlo después de someterlo a un tratamiento especial. De hecho, algunas comunidades de Siberia y Asia central lo utilizan por sus propiedades psicoactivas, las cuales, entre otras cosas, precipitan una sensación de euforia, alucinaciones, enrojecimiento de la piel y espasmos musculares.
Esta sintomatología es muy parecida a la que, presuntamente, experimentaban los berserkers durante sus episodios de furia, ya que los registros históricos describen esos trances como arranques delirantes que se acompañaban de espasmos musculares, cambios de color en la cara y estados alterados de conciencia, seguidos de una profunda debilidad.
Por su parte, Fatur arguye que el efecto del beleño negro, o hierba loca, es muy superior, además de que es mucho más común en Escandinavia que Amanita muscaria.
Lo poco que sabemos de los berserkers se basa en las descripciones asentadas en sagas y mitos nórdicos que datan del siglo IX. Pese a ello, dichos relatos crean más preguntas que respuestas, ya que muchos testimonios proporcionan detalles muy diferentes, y solo coinciden en la descripción de la ira sanguinaria.
Por ejemplo, la Saga de Hrólf, que narra los hechos del rey Hálfdan, describe a los berserkers en los siguientes términos:
“A veces, estos gigantes eran presa de una furia tal que no podían contenerse, sino que mataban de todo, hombres, ganado y cualquier cosa que se cruzara en su camino. No manifestaban el menor temor mientras los dominaba esa ira, pero una vez que se disipaba, se volvían tan impotentes que ni siquiera tenían la mitad de su fuerza, y quedaban tan debilitados como si acabaran de salir de su lecho de enfermos. Aquella rabia duraba alrededor de un día”.
Según diversos relatos históricos, el estado de furia iniciaba con temblores, rechinar de dientes y escalofríos generalizados. Después, la cara enrojecía y se inflamaba, a lo que seguía una furia terrible, durante la cual, el berserker era incapaz de distinguir entre aliados y enemigos. Tan pronto como pasaba la rabia, el guerrero quedaba debilitado y trémulo, a veces durante varios días.
Además lee: Los hongos mágicos se hicieron alucinógenos para evitar ser comidos
Comparemos lo anterior con el beleño negro, planta que puede causar delirios, pérdida de la inhibición y episodios maníacos: en suma, el frenesí tantas veces descrito en los relatos de los berserkers. La hierba loca también puede provocar trastornos visuales, alucinaciones, mareo y enrojecimiento de la piel. Y, además, mitiga el dolor, lo que podría explicar la aparente invulnerabilidad de aquellos guerreros.
Fatur agrega que, a diferencia de Amanita muscaria, las manifestaciones secundarias del beleño negro pueden persistir mucho tiempo después que se ha disipado el efecto principal (la ira). No obstante, como señala Jennifer Oullette, reportera del sitio Web Ars Technica, el beleño no justifica todos los síntomas; como el rechinar de dientes, por ejemplo.
Así que, por lo pronto, el beleño negro es la nueva hipótesis en un largo listado que incluye histeria, epilepsia, enfermedad mental, grandes cantidades de alcohol y, por supuesto, Amanita muscaria.