‘De estas prisiones’ descubre poco a poco la historia de la emperatriz de México, Carlota, narrada con un nivel de intimidad que duele e incómoda.
Carlota, encerrada en el alcázar del castillo de Miramar, encuentra en los rincones de su prisión las memorias de la joven veinteañera que años atrás empujó a Maximiliano de Habsburgo a ser el emperador de México. Aturdida por la soledad, rememora desde su monótona vida como archiduquesa de Austria hasta el fusilamiento de Maximiliano.
El Aula Magna del Instituto Cultural Helénico abre sus puertas, casi confidencialmente, para dar cabida a un selecto público-cómplice que en la puesta De estas prisiones descubre poco a poco la historia de la emperatriz de México, narrada con un nivel de intimidad que duele, e incluso por momentos incómoda, por el atrevimiento de observar la valentía y la humildad con la que su majestad se desgarra las vestiduras y llora, como una niña desconsolada, por la pérdida de sus dos amores: Max y México.
Su monólogo es intenso, contundente y devastador. Carlota reclama sin reparos y con la dignidad de su investidura el engaño con el que ella y su esposo fueron enviados al país.
El gran Maximiliano, el archiduque de mente liberal, llegó en el entendido de que el pueblo deseaba un monarca. Los conservadores lo utilizaron para confrontar a Benito Juárez, pero al descubrir que la revolucionaria ideología del mandatario era contraria a sus deseos, lo dejaron, literalmente, morir solo.
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Gabriela Palafox imprime una pasión inigualable a cada una de sus líneas, escritas y dirigidos por César Santiago Cano, esas con las que ruega al papa Pío XX y a Napoleón III intervenir por Maximiliano, las que recuerdan su amor por los niños mexicanos o el orgullo con el que gobernó el país durante las reiteradas veces que el mandatario se iba a
Cuernavaca, matizadas por las notas del chelista Omar González, con las que anuncia el carácter de cada escena.
El montaje es una experiencia obligada para jóvenes y adultos por la veracidad de la investigación sobre este periodo histórico cuya trascendencia ha sido minimizada, y también por la excelente actuación de Palafox y por el espejeo que nos da de la realidad político-social en la que estamos inmersos, sin dejar de lado, por supuesto, el magnífico escenario en el que toma vida.
TRAS EL TELÓN
—¿Por qué decidiste abordar este periodo histórico?
César Santiago Cano (CSC): Porque es un pasaje muy poco comprendido, en la educación básica del país se le da muy poco espacio a ambos personajes. He leído mucho a Fernando del Paso, a Armando Fuentes, La otra historia de México, de Catón; Juárez y Maximiliano, de Franz Werfel, quienes hablan de esta mujer que, por sus pistolas, decide venir a México, tomar la palabra, plantar un imperio y después ir a Europa para salvarlo.
“Algunos textos la exhiben como una jovencita ambiciosa, casi juguetona, o la anciana demencial que vive del recuerdo, pero nunca nos muestran a una mujer con aspiraciones, educada, a la par de sus hermanos para gobernar y que tuvo este desenlace fatal porque era mujer. Incluso el hecho de denostarla como loca es una forma de quitarle toda el aura de poder que tenía, es un personaje que debe rescatarse y es lo que intento hacer”.
Gabriela Palafox (GP): Siempre he admirado mucho a Carlota y a Sor Juana. Cuando leí el texto me enamoré y dije ¡guau!, es una belleza porque, además de abordar a la emperatriz, los datos y la historia, está manejando todas sus emociones, su corazón, su alma y la desnuda, eso me pareció maravilloso. Nadie trata a los personajes históricos como seres humanos, y menos a las mujeres. Me pareció muy interesante que el texto aborde sentimientos tan fuertes.
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—Es un personaje complicado por los matices que maneja, debe ser muy desgastante interpretarla. ¿Cómo te preparas para cada función?
GP: La verdad es que cada ensayo salía de quedarme un día echada en la cama porque realmente es agotador, salgo con una adrenalina maravillosa, me dura tres horas, y al rato ya no puedo moverme. Es una energía derrochante a lo loco, pero también es un trabajo riquísimo poder dar rienda suelta a tantas emociones en el escenario.
—¿Que descubriste de Carlota?
GP: Que amaba profundamente a la raza mexicana y que quería hacer un imperio importante en México. Tuvimos una gobernante mujer que nos amó a pesar de ser extranjera, eso es superadmirable. No sabía que ella gobernaba sola y me impresionó saber que lo hacía tan joven.
“Eso, además, fue un reto: César quería a una actriz más joven para que se asemejara más a Carlota, pero el director de casting le dijo que necesitaba una mujer, porque una niña de 20 años no le iba a sacar las emociones que Carlota había vivido en esa época”.
—¿Cómo leen a Carlota frente a los feminicidios que se viven en el país y a la urgencia de resignificar a las mujeres?
GP: Carlota es un gran ejemplo, a pesar de que no vivimos en una cultura tan cerrada como en 1800, tenemos muchas limitaciones con las que debemos luchar, y si una mujer de esa época, con esas dificultades, logró lo que logró, no tenemos pretexto para no luchar ahora por nuestros derechos y deberes como mujeres. Necesitamos empoderarnos por nosotras mismas sin vernos ridículas, porque parece que la sociedad está confundiendo empoderamiento con envalentonamiento”.
CSC: Cuidado y te enfrentes a la cultura masculina porque te tachan de loca, y si quieres estar en un lugar de igualdad, peor. Seguimos en una sociedad mexicana machista en la que la mujer aún no encuentra el punto de equilibrio donde pueda realizarse como mujer, madre y profesionista. Estuvo jodido, muy jodido, que Carlota tuviera que decidir entre ser emperatriz o ser madre.
—Carlota nos recuerda aquello de que las mujeres tienen que ser tan inteligentes como para hacerles creer a sus parejas que ellos mandan…
CSC: Sí, hay un dicho de la época que reza: “Cuando Maximiliano no estaba las cosas se hacían”, y desde esos días era el corrillo.
—E incluso él no abdica al trono por la presión de Carlota y de su madre…
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CSC: Carlota se lo dice: “En tanto que haya un emperador habrá un imperio, aunque solo le pertenezcan seis pies de tierra”.
—Los conservadores trajeron a Maximiliano porque ignoraban que su ideología era completamente liberal; cualquier parecido con la 4T, pero a la inversa, ¿será coincidencia?
GP: No, AMLO es el Juárez de los 2000. Yo estoy fascinada con tener este montaje porque es la prueba de lo que está pasando ahorita, ¿cómo nos va a ir ahora con los liberales que nos gobiernan? Muy pocas personas conocen esta historia, nos dicen: ¿en serio eso hizo Carlota? ¿De verdad eso pasó durante el Imperio?
—¿Qué les significa el título de la obra?
GP: Para mí significa todo porque La vida es sueño, de Calderón de la Barca, se me hace una obra bellísima y es muy curioso, siempre he querido representar a Segismundo, y De estas prisiones es la misma historia: los dos están encerrados en una torre, los dos son reyes. Se me hizo muy lindo machar un personaje completamente ficticio, Segismundo, que todos lo conocen, con Carlota, que fue real, pero es poco conocida.
CSC: Cuando escribí el libreto me di cuenta de que el arco dramático de Carlota y el de Segismundo, de La vida es sueño, de Calderón de la Barca, empatan, el momento de toma de consciencia de Segismundo es exactamente lo que buscaba resaltar de Carlota, ese punto en el que toma conciencia de lo que es, de lo que fue, de dónde está y de lo que le espera. De estas prisiones es justamente una línea de soliloquio de Segismundo donde dice “…estoy aquí, de estas prisiones cargado…”. Me di cuenta de que Carlota estaba por lo menos en dos prisiones: la mental y la física.