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Machismo, posesión y violencia en el escenario de ‘Loco amor’

Publicado el 8 de diciembre, 2025
Machismo, posesión y violencia en el escenario de ‘Loco amor’
Rafaela Covas y Rodrigo Virago en el escenario de Loco Amor. (Cortesía)

RAFALEA COVAS Y RODRIGO VIRAGO DAN VIDA A PERSONAJES intensos en una producción que recupera la esencia del texto original de Sam Shepard.

La luz se prende lentamente en un cuarto de motel perdido en el desierto. Dos cuerpos se buscan, se rechazan, se atraen con una fuerza magnética imposible de romper. Son amantes, confidentes y enemigos. Son todo lo que dos personas pueden ser cuando el amor y la toxicidad se entrelazan hasta volverse indistinguibles. Entre encuentros furtivos y diálogos intensos, Loco amor trae como eje el machismo y con ello las relaciones abusivas, en un país en donde 7 de cada 10 mujeres ha sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida en pareja, según cifras oficiales. 

La obra sigue a May y Eddie —aunque podrían reflejar a cualquier pareja del mundo real—, antiguos amantes que se reencuentran en un motel en Mojave, una zona desértica en el suroeste de Estados Unidos. Eddie, con camisa de cuadros, botas y hasta espuelas, intenta convencerla de volver a su lado y formar un hogar, pero ella lo rechaza sin titubeos. May, en la primera escena apenas cubierta por una camisa amplia, con gesto abatido y aspecto descuidado, reconoce que regresar a él implicaría repetir el mismo ciclo destructivo de antes.

Acompañados por música del oeste y reproches del pasado, en un momento aparece el personaje de El Viejo, un hombre que encarna a la perfección el machismo: encantador, manipulador, vanidoso y narcisista. Con un aire de vaquero envejecido, aferrado a una masculinidad que ya no existe en el presente de la pareja, su presencia revela el origen del conflicto entre los dos amantes y deja al descubierto la tragedia que llevó al suicidio a la madre de uno de ellos.

El título sugeriría una comedia romántica, pero la historia se aleja por completo de ese camino. Detrás se encuentra Sam Shepard, dramaturgo estadounidense que estrenó la pieza en 1983 en el Magic Theatre de San Francisco. Su impacto y recibimiento fue tal que incluso llegó a ser finalista en el Premio Pulitzer de Teatro un año después. Además, la historia tuvo una versión cinematográfica en 1985 con Kim Basinger (Batman y Los Ángeles al desnudo) como protagonista femenina.

ES UN AMOR QUE NIEGA APAGARSE”

Ahora, cuatro décadas después de su lanzamiento, llega una versión “mexicanizada” al Foro Lucerna en el Teatro Milán, bajo la dirección de Gabriela Negrete, pero que mantiene una cercanía evidente con la concepción original de Shepard. Esta adaptación, íntima y profundamente humana, cuenta con las actuaciones de Rafaela Covas y Rodrigo Virago. Para ambos actores, el acercamiento a esta puesta en escena representa el cumplimiento de un anhelo largamente acariciado.

Alberto Lomnitz como El Viejo, un hombre encantador, manipulador, vanidoso y narcisista. (Cortesía)

Covas, actriz portuguesa que hace su debut teatral en México con este montaje, conocía el texto desde hace años. Para ella, como muchos artistas, estos personajes representan un desafío irresistible.

“Conozco el texto desde hace años, lo vi hecho en portugués y algunas escenas grabadas en inglés, pero en español no. Son personajes intensos y bastante apasionados. A nosotros, como actores, nos da mucho gusto interpretarlos, construirlos. Dar vida a May es habitar fuego; es un amor que arde, pero niega apagarse”, dice en entrevista con NW Noticias la también licenciada en Derecho por la Universidad Católica Portuguesa y con un máster en Artes Escénicas por la Escuela Superior de Teatro y Cine (ESTC).

Virago comparte esa fascinación. Sin embargo, en sus palabras, el camino para llevar Loco amor a escena no fue sencillo; durante seis años buscó, junto con su socio, el productor David Castillo, los derechos de la obra para poder personificar a Eddie.

“Desde la escuela te acercas a estos textos, son personajes que todo actor y actriz en algún momento quiere tocarlos. Mi primer acercamiento con Eddie fue en 2006 cuando estudiaba actuación. Con David, de 25 Producción Teatro, estuvimos de seis a sete años en la búsqueda de los derechos; recuerdo que la última vez en escena fue en la década de 1990, añade para el medio Virago, quien salió en la cinta El baile de los 41.

LA POSESIÓN Y LOS TRAUMAS EN ‘LOCO AMOR’

En el escenario, ni Eddie ni May mencionan amistades o vínculos externos. Su mundo se reduce a una órbita binaria donde solo existen el uno para el otro. Como dice Eddie en un momento crucial: “No hay ninguna promesa que pueda parar esto. Tú y yo vamos a estar conectados, pase lo que pase para siempre”. Este magnetismo va más allá de la consanguinidad; es una necesidad diaria.

—La interrogante que atraviesa toda la obra es inquietante, ¿los dos realmente se aman o su relación es simplemente una adicción mutua, una dependencia disfraza de pasión? —preguntamos a Rodrigo y Rafaela. El primero en contestar es él.

—Considero que se aman infinitamente, pero no solo desde el deseo romántico o sexual. La complejidad de ser familia añade una dimensión devastadora a su conexión. Fueron especie de salvavidas tras la muerte de la mamá de uno de ellos y la ausencia de la madre del otro. Ese amor y esa toxicidad surgió cuando eran niños, evolucionando desde lo pasional hacia algo más profundo y aterrador. El uno sin el otro creo que se pueden, entrecomillado, simbólicamente morir”.

Por su parte, Rafaela aborda la pregunta desde una perspectiva más filosófica: “Para contestar si se aman o no, tendríamos que contestar a la pregunta qué es el amor. En la relación de Eddie y May conviven la codependencia, la toxicidad, la posesión, el control y los traumas de ambos. Son una multitud en esta cama, en este cuarto de motel, por eso se vuelve tan claustrofóbico, porque ahí estamos muchos”.

“LA MASCULINIDAD SE ESTÁ REINVENTANDO

Loco amor conduce al espectador por un viaje emocional agudo; primero el coraje por cómo se tratan, luego la conmoción cuando Eddie revela que son familiares. La universalidad de los sentimientos retratados durante aproximadamente 80 minutos —abandono, traumas, conflictos con los padres— sostiene la vigencia de la obra al expresar la condición humana, en donde todo el mundo puede verse reflejado.

La trayectoria reciente de Rodrigo Virago incluye varios personajes complejos y violentos. Hace poco interpretó a Stanley Kowalski en la obra Un tranvía llamado deseo, y ha encarnado a Jerome en Furor, de Luis de Tavira, y a Tinker en Cleansed, de Sarah Kane. Todos estos personajes comparten un lado violento y masculino, pero la intención del mexicano al abordarlos es clara: “Retratarlo para que no se repita, para que se cambie esa manera de pensar”.

Curiosamente, Virago asegura que Sam Shepard se basó mucho en Stanley y Stella Kowalski —rostros de Un tranvía llamado deseo— para crear a Eddie y May. “Están cortados con la misma tijera, simplemente en tiempos diferentes; uno en un motel, en un desierto, y los otros en Luisiana”. Su objetivo al caracterizar estos personajes es demostrar que ese machismo ya no tiene cabida en la sociedad actual.

“La masculinidad se está reinventando y es acentuar que esta violencia y esta posesión hay que dejarla ahí para que la gente se refleje y se dé cuenta que ya es un poco hasta absurdo”, apunta el norteño.

Además de los protagonistas, Loco amor incluye en el elenco a Alejandro Morales y Alberto Lomnitz. La obra estará hasta el 21 de enero de 2026 en el Teatro Milán en la Ciudad de México, con funciones los días miércoles y jueves a las 20:30 horas. N

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