Este año, Brasil ha experimentado un enorme incremento en el número de incendios forestales, más de la mitad de los cuales se ubican en la selva de la Amazonia.
Los incendios han afectado particularmente a los estados de Roraima, Acre, Rondônia, Mato Grosso y Amazonas, localizados en el norte del país, según datos recopilados por el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE, por sus siglas en portugués).
Sin embargo, ¿cuál podría ser el daño a largo plazo de estos incendios para la selva tropical más grande del mundo, 60 por ciento de la cual se encuentra en Brasil?
Ricardo Mello, director del programa para la Amazonia del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), dijo que un incremento en esos incendios, en conjunción con otros factores, podría significar un desastre para la selva.
“La ciencia ha demostrado que la selva de la Amazonia podría convertirse en una sabana”, declaró Mello a Newsweek. “Según un estudio realizado por Thomas Lovejoy y Carlos Nobre, la sinergia negativa entre la deforestación, el cambio climático y el uso generalizado del fuego señala un punto de inflexión para que el sistema de la Amazonia genere ecosistemas no selváticos en las zonas del oriente, sur y centro de la Amazonia con una deforestación de entre 20 y 25 por ciento”.
“Estamos muy cerca de eso: la deforestación en la Amazonia brasileña es de alrededor de 17 por ciento”, afirmó. “Esos incendios provocan una enorme degradación de la tierra y acercan cada vez al país más al punto de inflexión, a partir del cual no hay vuelta atrás”.
Meg Symington, Directora Gerente del WWF para la Amazonia, también destacó los efectos a largo plazo que los incendios pueden tener en el ecosistema selvático.
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“Una vez que las tierras forestales se desalojan mediante la quema para la producción agrícola, las perdemos para siempre”, declaró a Newsweek. “Los incendios forestales para limpiar la tierra también pueden salirse de control y extenderse más allá de la zona que se pretendía quemar. Esto pone en peligro a la vida silvestre y amenaza la vida de millones de personas. En un nuevo estudio del WWF se informó recientemente que, en los últimos 40 años, se produjo una reducción de 53 por ciento en las poblaciones de especies selváticas. Los incendios forestales como estos presionan aún más a las especies vulnerables”.
Las cifras del INPE muestran un incremento de 83 por ciento en el número de incendios en Brasil, en comparación con el mismo periodo de 2018, lo que representa el mayor número de incendios desde que ese organismo comenzó a recopilar datos en 2013, informó Reuters.
De hecho, el INPE afirma que ha identificado más de 72,000 incendios en Brasil entre enero y agosto de este año, bastantes más que los aproximadamente 40,000 registrados durante todo 2018.
“El hecho de que las columnas de humo hayan llegado hasta Sao Paulo y la hayan oscurecido toda una tarde demuestra lo inusuales que son los incendios que arden actualmente en la selva brasileña”, afirmó Mello.
Las últimas cifras fueron reveladas en medio de la indignación internacional por la falta de acción del gobierno del presidente Jair Bolsonaro.
El mes pasado, Bolsonaro criticó los datos recopilados por el INPE, que indicaban que había habido un aumento importante en los índices de deforestación. Cabe señalar que esas cifras mostraban que, en julio de este año, la deforestación había crecido cerca de 300 por ciento en comparación con el mismo mes de 2018.
El presidente brasileño acusó al organismo de fabricar “mentiras” que podían perjudicar las conversaciones comerciales del país y, posteriormente, despidió a su jefe, reemplazándolo con un oficial militar.
Los ambientalistas están cada vez más preocupados por las acciones de su gobierno, y lo acusan de alentar la deforestación y envalentonar aquellos que quieren explotar la selva para obtener ganancias comerciales.
Durante el tiempo que lleva en el poder, Bolsonaro ha actuado para debilitar a organismos gubernamentales responsables de proteger a la selva, así como las regulaciones que protegen las tierras indígenas y las reservas naturales. Bolsonaro considera a estas regulaciones como un impedimento para el crecimiento económico de la región de la Amazonia.
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En la Amazonia, el fuego se utiliza como una técnica para limpiar terrenos y usarlos en la agricultura, que es la mayoría promotora de la deforestación en la Amazonia, junto con la minería y el acaparamiento de tierras. Esto significa que los incendios son un resultado directo de la deforestación.
“Los granjeros talan los árboles para abrir paso a la agricultura, y luego, esperan a la temporada de sequía para encender fuego y limpiar el terreno para que puedan sembrar”, afirmó Symington. “Es probable que muchos de esos incendios hayan sido iniciados deliberadamente por seres humanos”.
Actualmente, estamos en la temporada de sequía de la Amazonia, lo que significa que las condiciones de muchas partes de la selva son favorables para que los incendios se extiendan en amplias áreas.
“Es muy improbable que esos incendios se desaten naturalmente”, afirmó Mello. “Eso significa que todos los incendios de la Amazonia son provocados por acciones humanas, principalmente para ‘limpiar’ las tierras después de deforestarlas y prepararlas para la agricultura y el pastoreo. Es importante recordar que 2019 no es un año en el que el fenómeno de El Niño haya sido particularmente fuerte. Cuando El Niño es muy intenso, el clima se vuelve más seco en la parte norte de Brasil, lo cual favorece incendios. Esto no ha sido así en 2019”.
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Cuando se le preguntó si los incendios forestales se relacionaban con las políticas ambientales de Bolsonaro, Mollo respondió:
“Los datos hablan por sí solos: Brasil experimentó un notable aumento de la deforestación, seguido de un aumento en el número de incendios. Los pueblos originarios son amenazados y asesinados. La gobernanza ambiental se debilita mes con mes. La relación es evidente”.