No seremos las únicas ni las más fregonas ni el mejor show, pero sí el más longevo, el auténtico, el único show cómico, mágico, musical, políticamente incorrecto.
En 1994, en el instante en que estaba incursionando en el mundo Drag Queen, en México triunfaban los shows travestis y yo no estaba siendo consciente en ese justo momento de que, 25 años más tarde, sería la pionera, en toda la República Mexicana, de este efervescente movimiento hoy día.
Cuando inicié el movimiento Drag tenía muy claro en mi cabeza que existía algo más que ser travesti, que las Churpias, las banqueteras de las marchas, los closeteros que se vestían de mujer en las fiestas de Día de Muertos, algún un día explotarían como palomitas de microondas, era cuestión de tiempo, y alguien tenía que dar ese primer paso.
Pues bien, ahí estaba yo, con Oswaldo Calderón, dando ese salto cuántico, dispuestas a demostrar que sí era posible diversificarse, que en nuestro colectivo LGBT+ no encontraríamos discriminación y, oh sorpresa, no fue así, nos topamos con burlas y vituperios por parte de nuestra misma comunidad.
No fue sencillo, no crean que fue simple y para nada amigable, ya que nuestras compañeras travestis nos buleaban de un hilo, al igual que empresarios que además amenazaban con quitarnos el trabajo si no regresábamos al riel. El público tampoco entendió nuestra propuesta llamada “Las Hermanas Vampiro”, tres dragas enfundadas en trajes plateados platformones de terror, y las tres presentaban un peculiar tono azul en sus cabelleras; recibimos hasta botellazos, pero, un buen día, dijimos (cómo aguerridas travestis): ¿nos morimos en laya o qué?
Y un día de quincena, en Catzzi, de Ciudad Satélite, o la gente estaba muy bebida o alegramos a la virgencita y concedió el milagro, pero ¡caboom!
De ahí, nos vieron grandes empresarios; nos contrataron para trabajar por varias discos en cine, radio y televisión. En mi caso, de la mano de Horacio Villalobos incursiono hasta la fecha con mi entrañable Supermana, princesa, extraterrestre trans; he llegado a tantos corazones terrícolas cómo he podido con gran éxito.
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Fue tal el escándalo, que un día decidimos tomar el zócalo del otrora DF, codo a codo con Tico Aschentrupp, ya que solamente se nos “permitía” llegar hasta el Hemiciclo a Juárez.
Coincidimos con grandes artistas en nuestras giras, entre ellas, la mismísima RuPaul, con la cual compartimos una noche muy peculiar, ¡ja!
Nos fuimos allende nuestras fronteras, logramos manejar un lugar llamado “La Victoria”, en el cual se daba cita todo Dios, únicamente los domingos, por dos razones: el fin de semana triunfábamos por toda la república, carreteras, vías aéreas, aviones, coches, camiones y llegábamos exhaustas al domingo; pero ver que la cola para entrar rodeaba la manzana era un shock y todas aquellas que se burlaron y todos los que nos negaron el trabajo supieron que una leyenda estaba iniciando, la de las primeras Drag Queen en México.
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Hasta la fecha sigue vigente nuestro show: bailamos en puntas, hacemos acrobacia, cantamos en vivo, nos reinventamos, una y otra vez; trabajamos con grandes y desconocidos, más de 20 vampiros pasaron por nuestras filas. Hoy seguimos activos esos Drag Queen; nuestra alineación se conforma de Marianita 33, la Lore, Superperra y yo, en Amberes 11, 20:00 horas, domingo a domingo.
Ahora, con tanta competencia, puedo decir con mucho orgullo que no seremos las únicas ni las más fregonas ni el mejor show, pero sí el más longevo, el auténtico, el único show cómico, mágico, musical, políticamente incorrecto de aquellas que allá y entonces nos dieron a conocer y hacer valer como las primeras dragas en México.