Cecile Richards, expresidenta de Planned Parenthood, presenta unas memorias en las que imparte lecciones a la nueva generación de activistas pro aborto.
Durante más de una década, Cecile Richards fue la imagen pública del movimiento por el derecho de abortar. Vestida con sus característicos trajes azules -a veces, rosado intenso-, la presidenta de Planned Parenthood encabezó la organización nacional para la salud femenina durante un periodo tumultuoso de crecientes amenazas de muerte contra los proveedores de abortos, manifestaciones multitudinarias en clínicas y la controversia de un video que acusaba a su grupo de obtener ganancias con restos fetales. Richards dejó el cargo el año pasado, pero dijo a Newsweek que esa renuncia dista mucho de ser una jubilación.
https://newsweekespanol.com/2019/04/legalizan-aborto-corea-del-sur/
Su nuevo libro, “Make Trouble: Standing Up, Speaking Out and Finding the Courage to Lead”, es una guía para una nueva generación de activistas feministas. La edición en portada rústica -lanzada en marzo- incluye una “Declaración de independencia de las mujeres”, un manifiesto de nueve puntos cuya misión (proteger el derecho al aborto) se ha vuelto más urgente que nunca.
El presidente Donald Trump ha introducido dos jueces en la Suprema Corte que, si tienen la oportunidad, sin duda votarán por anular la decisión Roe vs. Wade, dictamen histórico que legalizó el aborto en Estados Unidos en 1973. Pero no es todo. La presidencia Trump ha puesto la mira en otros aspectos de la reproducción. En mayo de 2018, el Departamento de Salud y Servicios Humanos anunció que las clínicas que practican o brindan servicios de asesoramiento sobre el aborto -incluidas las de Planned Parenthood- no recibirían fondos del llamado programa Título X: más de 250 millones de dólares anuales destinados al control de la natalidad y otros servicios de salud reproductiva para más de 4 millones de estadounidenses. El 4 de marzo, el Registro Federal de Estados Unidos publicó la versión final de lo que ha dado en llamarse “regla del silencio”, y el 12 de marzo, un tribunal federal de apelaciones respaldó una legislación de Ohio que retira los fondos públicos para Planned Parenthood.
Entre tanto, las legislaturas estatales en manos republicanas han aprobado cientos de legislaciones que limitan o proscriben el aborto, y están contemplando otras medidas para prohibir o limitar el acceso a ciertos métodos anticonceptivos. El resultado es que, en estos momentos, ocho estados cuentan con una sola clínica para abortos.
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Richards habló con Newsweek acerca de la resistencia anti-Trump, la presidenta del Congreso Nancy Pelosi, y sobre la misoginia como principio organizacional.
—¿Cuál es su pronóstico para la legalidad del aborto?
—Es evidente que esta presidencia, y muchos políticos de todo el país, están decididos a no solo a terminar con el acceso seguro y legal al aborto, sino que pretenden acabar con el acceso al control de la natalidad y los servicios de salud preventivos.
“A corto plazo, esas acciones tendrán consecuencias devastadoras para las mujeres, sobre todo las de bajos ingresos. Y esto, en una época en que la tasa de abortos ha llegado al nivel más bajo desde el dictamen Roe, cuando el nivel de embarazos no deseados es el más bajo en tres décadas, y cuando los embarazos en la adolescencia se han reducido a un nivel histórico. La presidencia debería preguntarnos cómo hacer más, en vez de quitar esas protecciones.
“A largo plazo, la presidencia seguirá haciendo nominaciones con una celeridad pasmosa, transformando el sistema judicial federal en un ambiente mucho menos amable con las mujeres”.
—Ha dicho que la declaración de Nora Ephron –‘Sé la heroína de tu vida’- podría ser el lema de las mujeres contemporáneas. ¿Por qué?
—En 2018, las mujeres dieron a los candidatos 100 millones de dólares más que cuando Hillary Clinton se postuló a la presidencia. Las mujeres empiezan a perfilarse como la base que financia la política y, en cada campaña individual, las mujeres integraron la inmensa mayoría de los voluntarios que llamaban a las puertas y registraban votantes. Aunque no hay un instructivo para hacer esto, están surgiendo miles de mujeres que dicen: El país ha estado esperando por nosotras. Para mí, solo así podremos resolver este problema. La solución no saldrá de Washington. Mi madre [Ann Richards] parecía un unicornio cuando compitió por la gubernatura de Texas. Pero persistió, aunque era una de las contadas mujeres de su época que buscaban un cargo público, y recibió muy poco apoyo. La situación de las mujeres que aspiran a un cargo electoral cambió radicalmente en apenas una generación.
—¿Qué me dice de las estadounidenses que están satisfechas con Trump y todo lo que hace, incluidas las que señala en su libro por haber abandonado a Christine Blasey Ford, quien acusó de agresión sexual a Brett Kavanaugh, actual juez de la Suprema Corte?
—Para empezar, las mujeres no son monolíticas. Defienden temas fundamentales de justicia y valores, aun cuando no perciban un salario igualitario. Puede que a nadie le importe si trabajas en Walmart o Goldman Sachs, pero eso es importante para las mujeres porque hay lugares de trabajo que tratan el embarazo como una carga y un inconveniente. No se trata de un problema demócrata o republicano.
—En 2017, Ivanka Trump y Jared Kushner le propusieron un intercambio: eliminar el aborto de los servicios de Planned Parenthood para conservar los fondos federales. Por supuesto, lo rechazó. ¿Considera que el hecho de que [Ivanka Trump] esté trabajando en atención infantil y empoderamiento femenino la convierte en una persona con la que tiene algo en común?
—He estado atenta para ver si presidencia adoptaba mejores políticas que las esperadas. Y la verdad es que han sido peores, lo cual anula cualquier crédito que Ivanka quiera adjudicarse por las negociaciones para atención infantil. ¿Cómo puedes abogar por la atención infantil y, por otra parte, quitas a las mujeres millones de dólares en acceso a exámenes estupendos y detección de cáncer? ¿Cómo puedes hablar de políticas para atención infantil, y separar a niños y madres en la frontera? Es incongruente.
—¿Opina que Trump ha sido positivo para el movimiento de las mujeres? ¿Qué está haciendo para que el activismo que [Trump] ha inspirado no se transforme en “un momento”, como dice usted?
—Justo eso es lo que motiva mi esfuerzo y mi libro. La energía que estamos viendo en las mujeres no es mera resistencia a las políticas de la presidencia, sino una lucha por el tipo de país donde queremos vivir. El secreto es canalizar la energía y el activismo en un cambio político perdurable.
—Parece que Nancy Pelosi le ha tomado la medida a Trump. Usted fue miembro de su personal hace unos años. ¿Podría explicar la estrategia y estilo político de Pelosi?
—Considero que es la funcionaria pública más subestimada del país. Nadie le ofreció la presidencia del Congreso. Se ganó el puesto a pulso. Hizo campaña de puerta en puerta, viajó por todo el país, y lo sabe todo de cada miembro del Congreso: los nombres de sus cónyuges, sus cumpleaños. Es una estudiosa de la naturaleza humana, y le interesan las personas. El hecho mismo de que Nancy Pelosi haya podido controlar a un montón de independientes es testimonio de su inteligencia y tenacidad. Y si crees que, con todos esos años en el Congreso, no ha puesto en su sitio a infinidad de hombres como Trump, te equivocas.
—¿A qué atribuye que sigamos peleando por el aborto después de 46 años de Roe vs. Wade? ¿Es cuestión de movilizar una base política republicana?
—Debido a la estructura actual del Partido Republicano [GOP] -y puedes remontarte a las elecciones de 1994, cuando emergió la Coalición Cristiana-, la misógina se ha convertido en su fuerza organizadora. El Partido Republicano se ha reconfigurado por completo. Para tener éxito en una primaria republicana, ahora tienes que adoptar posturas extremas en asuntos sociales. Es verdad que no es el caso de todos los republicanos, pero el sistema de partidos políticos ha sido secuestrado por una minoría vociferante. Por ejemplo, una minoría republicana dirige la agenda del grupo congresista Freedom Caucus. Es por eso que la gente está abandonando al GOP. El propio Donald Trump solía estar a favor del derecho de decir.
—¿Concuerda con la jueza de la Suprema Corte Ruth Bader Ginsburg [RBG], quien sugiere que tal vez Roe vs. Wade fue una decisión equivocada y que el aborto legal debió introducirse de manera gradual, estado por estado?
—¡Nadie se atrevería a contradecir a RBG! Pero no puedes depender solo de la protección que ofrecen tus derechos constitucionales. Tienes que luchar, constantemente, por los valores que encarna la Constitución. Eso aplica tanto a los derechos civiles y al voto como al derecho del aborto. Es erróneo creer que, por sí sola, una decisión de la Suprema Corte responde la interrogante para todos. No podemos confiar en que la condición legal sea el vehículo para alcanzar una igualdad auténtica. Tener un derecho legal nada significa si no tienes acceso a la atención.
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Publicado en cooperación con Newsweek /Published in cooperation with Newsweek