Unos científicos han descubierto que un objeto semejante a un planeta está orbitando una estrella enana blanca. Este hallazgo aporta información crítica sobre lo que habrá de ocurrir cuando nuestro sol agote sus fuentes de energía y haga la transición a este tipo de objeto celeste.
En las últimas décadas, los astrónomos han descubierto miles de planetas que orbitan estrellas más allá de nuestro sistema solar. Casi todos se encuentran en sistemas con estrellas de secuencia principal, las cuales obtienen energía de las reacciones nucleares que ocurren en su interior, como es el caso de nuestro sol. A la larga, esas estrellas se quedan sin combustible y, cuando esto ocurre, se transforman en gigantes rojas.
Nuestro sol iniciará dicho proceso en unos 5 mil millones de años. Cuando llegue ese día, el sol se expandirá hacia el interior del sistema solar y asimilará a Mercurio, Venus y, probablemente, la Tierra. Con el tiempo, su núcleo colapsará y se convertirá en una enana blanca: una estrella tenue y en extremo densa, más o menos del tamaño de un planeta.
Cualquier planeta que sobreviva y esté orbitando la enana blanca se acercará gradualmente a la estrella hasta que ocurra una colisión, en la cual quedará triturado y se convertirá en una nube de escombros rocosos.
En un estudio publicado en la revista Science, el Dr. Christopher Manser y sus colegas de la universidad británica de Warwick presentan evidencias de un cuerpo planetario pequeño e intacto que orbita una enana blanca identificada como SDSS J122859.93+104032.9.
“Lo primero que se descubrió fue el disco planetario gaseoso que rodea esa enana blanca, y ya que sigue siendo el disco más brillante que se conoce, es ideal para hacer observaciones”, comentó Manser para Newsweek. “Hicimos nuestras observaciones como una prueba piloto, para ver si podíamos detectar algún fenómeno durante el tiempo que tarda ese material en orbitar la enana blanca (hablamos de varias horas)”.
Para sorpresa del equipo, lo que detectaron fue un planetesimal; es decir, un objeto sólido que se formó mediante la colisión de rocas que se agrupan. En opinión de los autores, el objeto podría tener un diámetro aproximado de 600 kilómetros, y debe ser extremadamente denso porque, de lo contrario, las fuerzas gravitacionales de la enana blanca lo habrían fragmentado. Así mismo, proponen que ese planetesimal podría ser el núcleo de alguno de los planetas de aquel sistema solar, cuyas capas exteriores han sido eliminadas.
“Para sobrevivir tan cerca de la enana blanca, ese cuerpo debe tener una gran densidad o bien, posee una gran fuerza interior que impide su desintegración”, explicó Manser. “Por ahora, no es posible diferenciar entre esas propiedades. Solo podemos afirmar que [el planetoide] requiere de una cantidad mínima de fuerza interna, y que su densidad se aproxima a la del hierro. Sin embargo, si su fuerza interna es mayor, nuestro cálculo de densidad podría disminuir”.
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El hallazgo permite que los científicos vislumbren el futuro de nuestro sistema solar. Al respecto, sugieren que, si bien los tres planetas interiores serán destruidos, los demás sobrevivirán. “Al estudiar sistemas como el de SDSSJ122859.93+104032.9, podemos aprender mucho sobre el futuro de nuestro sistema solar y de la mayor parte de los sistemas exoplanetarios conocidos, los cuales orbitan estrellas que terminarán por convertirse en enanas blancas”, declaró Manser, agregando que el equipo tiene planes para buscar más planetesimales que orbiten enanas blancas.
Aun cuando no intervino en el estudio, el Dr. Jay Farihi, profesor asociado del Departamento de Física y Astronomía en University College Londres, señaló que el planetesimal era semejante a una “luna anular”. Esto se refiere a los objetos que orbitan en el disco de roca y polvo que circunda una estrella; algo parecido a los objetos que persisten en los anillos de Saturno.