NovoCrete, un producto desarrollado por OPiS AG, tiene como fin que las constructoras gasten menos recursos y ahorren tiempo en la construcción de carreteras y caminos. Y ya tocó las puertas de México.
Un novedoso material está revolucionando el mundo de la construcción. Se trata de un aditivo que, agregado al cemento con el que tradicionalmente se construyen caminos, autopistas, túneles, estacionamientos, puertos, drenaje profundo, etcétera, proporciona una mayor capacidad de carga y una mejor resistencia a la tracción, además de que es sumamente amigable con el medioambiente porque es 100 por ciento reciclable.
NovoCrete, como se denomina a este ingrediente, es un polvo blanco elaborado en su totalidad con componentes minerales. Fabricado en Alemania, no es tóxico ni dañino para la salud. Se añade al cemento en una proporción de 2 por ciento y se mezcla junto con el material en el sitio, lo que proporcionará a los suelos una mayor vida útil, ya que es resistente al agua y aumenta la resistencia a los ácidos y las sales.
Este material fue creado por la empresa OPiS AG, una compañía fundada hace más de tres décadas, pero que en 2009 fue adquirida por sus actuales accionistas, quienes en 2011 mudaron su centro de operaciones a Schaffhausen, Suiza.
Las competencias principales de esta empresa, de capital 100 por ciento privado, son la comercialización internacional de servicios, materiales de construcción y aditivos para el cemento, así como transmitir el conocimiento necesario para su tratamiento y el uso adecuado de la maquinaria para la estabilización de suelos y para una cultura sostenible.
“Nos definimos como un proveedor de tecnologías innovadoras para infraestructuras”, dice Hansjörg Bihl, presidente del consejo de administración de OPiS AG, en entrevista con Newsweek México. “Infraestructura es todo, desde carreteras y calles hasta vías de tren y pistas de aterrizaje. En cualquier área en donde esperas alto tránsito y carga pesada, nuestra tecnología es perfecta”.
Respecto a NovoCrete, Bihl señala que, en esencia, este se trata de un aditivo para el cemento tradicional: “Lo que ofrecemos es una modificación estabilizante en el cemento. Nuestra tecnología siempre debe de estar a la par con el negocio de la construcción convencional. La manera tradicional de arreglar una calle es eliminar todo el material destruido y poner nuevo; se construye la calle capa por capa y, al final, después de muchas semanas, se pone el nuevo asfalto. Nuestra tecnología es completamente distinta, pues tratamos de evitar material de excavación y el uso de grava; usamos el material que ya existe en el lugar que vamos a arreglar, pero sin excavar, sin añadir materiales importados. Eso significa, para el cliente, que somos más rápidos y más baratos. Nuestra solución es sustentable, es decir, dura mucho tiempo sin mantenimiento y usamos materiales que ya existen”.
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El directivo añade que esta es una tecnología verde que puede ser aprovechada tanto por el sector particular como por el público: “Ofrecemos a nuestros clientes una segunda opción y estos pueden ser compañías privadas o proyectos del gobierno. Tenemos que convencer al gobierno de que no tiene sentido gastar dinero en mantenimiento cada año, ¿por qué mejor no gastar menos dinero y ahorrar tiempo construyendo calles de una forma innovadora que dura más tiempo? Esa es nuestra idea”.
—¿Cómo ha funcionado esta tecnología en Europa? — preguntamos a Hansjörg Bihl.
—Empezamos hace 20 años en Europa, especialmente en Alemania. Al inicio la gente preguntaba por referencias y tuvimos que buscar clientes privados que tuvieran pequeñas calles que quisieran arreglar, estabilizábamos esas calles, las monitoreábamos, las probábamos después de semanas y meses, y demostrábamos que la calidad es buena y que funciona. Y en todos los países fue el mismo procedimiento, hay que comenzar con el sector privado para convencer a los clientes, y hay que cumplir con los requerimientos y permisos de cada nación. Cada país tiene sus propias leyes, regulaciones y valores, y nuestra tecnología se debe de adaptar a todos esos parámetros. Si vamos a Alemania, Rusia, Indonesia, África, en cada lugar, el país tiene sus cuerpos que tienen sus requerimientos, como la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en México, y nuestra tecnología se acopla perfectamente. De Alemania siguió Suiza, y ahora estamos presentes en 52 países.
—¿Cómo ha sido el proceso de introducir NovoCrete en México?
—Hace cuatro años hicimos una pequeña prueba con nuestro socio y lo monitoreamos, y en estos días hicimos un viaje al sitio y todo está bien. Siempre, entrar en el mercado es un procedimiento largo, toma tiempo. No es como vender un teléfono celular, que lo prendes y haces una llamada y así sabes que sirve. Es distinto, hay que dar muchas explicaciones y pruebas antes de que esta tecnología empiece a utilizarse en un país. En nuestro equipo tenemos socios que saben todo de los procesos de certificación, conocen el papeleo que necesitamos para convencer a las personas del otro lado de la negociación de que nuestro producto es lo que necesitan.
—¿Ha sido difícil penetrar los mercados con este producto?
—Primero que nada se debe saber que cuando entramos en el mercado tenemos muchos enemigos porque decimos que somos más rápidos, que no necesitamos mantenimiento, que podemos reducir la capa de asfalto. Imagina, tienes una compañía de construcción que gana mucho dinero dando mantenimiento a las calles cada año y nosotros decimos que no la necesitamos, porque cuando haces una calle con nuestra tecnología puedes pasar 20 años sin darle mantenimiento. Entonces no les caemos bien al principio. La industria del asfalto quiere vender más, y si nosotros reducimos esa capa de asfalto, no les caemos bien. Pero el aspecto principal es convencer al dueño del proyecto, y el gobierno tiene que estar interesado en ahorrar dinero y en traer tecnología verde a su país.
—¿Entonces el producto dura 20 años?
—Tenemos la experiencia de 20 años, pues la primera carretera la construimos en 2000, y desde entonces no hemos gastado un solo peso en mantenimiento. En Suiza construimos una carretera en 2006 y la han estado analizando desde ese entonces y dicen que puede durar de 80 a 100 años más.
—Pero en México podría ser menor la vida del producto por las condiciones climáticas…
—Sí, pero creo que todos los clientes estarán felices con carreteras que duren 10 o 20 años sin requerir mantenimiento. No propongo ni prometo que cada calle o carretera durará 50 o 100 años porque no sé si yo estaré vivo en 50 años para probarlo, pero lo que sí sé es que hemos realizado miles de proyectos en los últimos 20 años, en todo el mundo y con todo tipo de condiciones climáticas, y créeme que las condiciones climáticas en Arabia Saudita son peores que en México, y podemos ir desde Canadá a Rusia, en donde tenemos temperaturas bajísimas y en lugares de más de 40 grados, así que sí podremos con las condiciones climáticas de México. Ya tenemos clientes en Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Panamá y ahora mi intención es visitar más México.
—¿Y medioambientalmente cómo se sostiene el producto?
—Lo más importante es que salvamos los materiales naturales porque todos los cloruros que se necesitan para explotar el material no los necesitamos. También está la reducción de tránsito al no importar todos los materiales viejos y nuevos, ahorramos mucho combustible. Infraestructura es la clave para el éxito de todos los países: si bloqueas calles por periodos muy largos o causas tránsito porque siempre estás dando mantenimiento, salvamos combustible y evitamos la contaminación del aire. Y nuestro producto es una tecnología verde porque no es químico, tiene componentes mínimos, y no hace daño.