Se acerca el día en que se hará realidad producir carne sin necesidad de matar animales.
“SI PODEMOS producir carne sin el animal, ¿por qué no lo hacemos?”.
Aunque parece el cuestionamiento de un escritor de ciencia ficción o del director de la Sociedad Humanitaria de Estados Unidos, la realidad es que fue Tom Hayes quien hizo este planteamiento hacia el final de su mandato como CEO de Tyson Foods, el mayor productor de carne de Estados Unidos.
¿A qué se debe que el CEO de Tyson —marca que se ha convertido en sinónimo de carne de pollo— proponga eliminar el factor animal de la ecuación de producción? En parte, porque la producción de cárnicos se volvería más eficiente: si desarrollamos carne sin huesos, plumas ni pelo podremos obtener más producto con los mismos recursos. Científicos de Naciones Unidas aseguran que la crianza y la matanza de los animales que consumimos son “una de las principales causas de los problemas ambientales más apremiantes del mundo, incluidos el calentamiento global, la degradación de la tierra, la contaminación del aire y el agua y la pérdida de biodiversidad”.
En 2017 un grupo de expertos para la defensa de los animales halló que la mayoría de los consumidores se sentía incómoda con la manera como el sistema alimentario utiliza a los animales, y que casi la mitad quiere prohibir los mataderos. Y la Universidad Estatal de Oklahoma obtuvo resultados parecidos en una encuesta de seguimiento. Consideremos también que no contamos con suficientes recursos para aumentar la producción actual de carne y alimentar a todo el mundo.
Por fortuna, se acerca el día en que se hará realidad la carne sin matanza que propuso Hayes. Empresas de todo el mundo están reduciendo, rápidamente, el costo de la carne sin animales, la cual se produce en una instalación similar a una cervecería. Este producto “de base celular” (también conocido como “carne limpia”) es idéntico al que todos conocemos, incluso en términos de ADN. Además, no conlleva el riesgo de contaminación fecal ni exige la administración crónica de antibióticos.
En vista de todos esos beneficios, resulta aún más complicado responder a la pregunta de “¿por qué no lo hacemos?”. Aun cuando algunas dificultades técnicas han impedido incrementar la producción para competir en costos con la carne convencional, el hecho es que no hacen falta grandes innovaciones científicas para ponerla en nuestros platos.
PROCARNE LIMPIA
En estos momentos, la consideración más importante es determinar cuál será el país que abrirá la brecha. Los gobiernos de Japón, Holanda e Israel están invirtiendo en investigación y startups. Y hay que aplaudir esos esfuerzos, dada la magnitud de los problemas globales que podrían resolverse con la carne limpia. Sin embargo, también debe interesarnos que esa carne tenga éxito en Estados Unidos, cuyo Departamento de Agricultura publicó un récord de consumo de carne en 2018: más de 100 kilogramos por estadounidense.
Hay indicios de que el gobierno de Estados Unidos quiere poner el país a la vanguardia del desarrollo de carne limpia. En un informe dirigido a la Casa Blanca, la Academia Nacional de Ciencias destacó que esa tecnología tiene un potencial de crecimiento especialmente alto. Por su parte, Sonny Perdue, el secretario de Agricultura, ha resaltado la importancia de la carne de base celular para que Estados Unidos se mantenga como uno de los mayores exportadores mundiales de carne. “¿No deberíamos… concentrarnos en producir y alimentar a las personas de una manera más eficiente y eficaz?”, cuestionó. “Es necesario adoptar estas técnicas”.
Hace unas semanas, la Administración de Alimentos y Medicamentos y el Departamento de Agricultura hicieron el anuncio oficial de un proyecto para supervisar, conjuntamente, la producción de carne limpia dentro de sus marcos regulatorios vigentes. Con ese anuncio, las principales empresas de carne limpia, como Memphis Meats y JUST, han recibido una clara señal de que tendrán una vía directa e imparcial para llegar al mercado estadounidense.
Si prestamos atención a los argumentos de Hayes y Perdue descubriremos que no solo es necesario adoptar la carne sin animales, sino que debemos hacer todo lo posible para llevar esta carne a todo el mundo.
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Jessica Almy es directora de políticas en Good Food Institute, organización no lucrativa que busca alternativas vegetales a los productos animales.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek