El 75 por ciento de la población adulta en México padece sobrepeso y obesidad, mientras que un 27.5 por ciento de los niños de entre 5 y 11 años de edad tienen este problema, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2012.
Frente a esta estadística, la integrante del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR) Unidad Oaxaca, Aleyda Pérez Herrera, de manera conjunta con el Centro Médico Nacional “Siglo XXI” llevan a cabo el estudio de “Inclusión de alimentos nativos a la dieta de niños oaxaqueños con obesidad”.
En entrevista, la especialista en Nutrigenómica por la Universidad de Córdoba, España, explica que la investigación consiste en establecer la relación de los patrones alimenticios en la modificación benéfica de la microbiota intestinal y la expresión de ciertos genes inflamatorios y oxidativos.
“El proyecto que inició en 2018 y tendrá una duración superior a un año contempla la participación de 100 niños de entre 6 y 12 años con obesidad, y la misma cantidad con peso normal, habitantes de la región de los Valles Centrales de Oaxaca”, detalla.
Con esta muestra, refiere, se busca comprobar que la microbiota intestinal se puede modificar con factores ambientales como la alimentación y específicamente la mexicana nativa.
En la actualidad los niños han dejado de comer productos que consumían hace unas cinco décadas como los quintoniles, los hongos, la flor de calabaza, las guías de calabaza, el tomate verde de milpa, entre otros y paulatinamente han ido sustituyéndolos por comida rápida acompañada por una gran cantidad de bebidas edulcoradas como los refrescos, señala.
Apunta que los niños con obesidad tienen cierto grupo de bacterias que no tienen los niños con peso normal, por lo que buscan regular esto en función con la alimentación nativa.
“Con la investigación se realza el consumo de productos nativos en frutas como la guayaba, la papaya y vegetales como quelites, hongos, calabacitas, chayote, flor de calabaza, nopales. Nuestra intención es conocer la aceptación que tienen estos patrones enriquecidos con alimentos nativos en los niños”, destaca.
La ingeniera en Alimentos por la Universidad Tecnológica de la Mixteca añade que el proyecto Cátedras Conacyt del cual forma parte se sumó al efectuado por el Centro Médico Nacional Siglo XXI liderado por el doctor Miguel Cruz López, mediante el cual analizan el número de copias del gen de la enzima amilasa en niños con obesidad y peso normal.
Con la medida se ofrecen opciones a los niños que tienen sobrepeso u obesidad para que aprendan a comer, mediante el otorgamiento de una dieta y una vigilancia cada tres semanas en las que se pesa y cambia de dieta de manera personalizada, añade.
“Uno de los objetivos de la investigación consiste en estudiar cómo influyen en los niños los alimentos nativos en la modificación de la microbiota intestinal y en la expresión de genes inflamatorios y oxidativos”, indica.
Además, refiere, se les otorgan talleres para que los niños aprendan a construir el plato del bien comer pero con inclusión de productos que se producen en la entidad y en su región, así como incentivar la visita a los mercados locales donde se encuentra una mayor diversidad de estos alimentos.
Pérez Herrera reconoce que uno de los problemas que han provocado el incremento del sobrepeso y la obesidad también es la inseguridad, factor indirecto que influye decididamente en el encierro que viven los niños de la actualidad.
Por si esto fuera poco, el país es uno de los principales consumidores de refresco en el mundo, lo que contribuye a que cada vez en edades más cortas los niños presenten padecimientos como diabetes e hipertensión.