Sentado afuera del improvisado contenedor metálico de su familia con la cabeza en las manos, Haya, de 17 años, estaba dolorosamente consciente de que ha vivido en uno de los peores campamentos de refugiados de Europa, incluso si no podía verlo.
Grandes vendas blancas le cubrían los ojos, sumiendo a la adolescente en una oscuridad diaria mientras luchaba para recuperarse de las heridas de metralla que sufrió durante un bombardeo en la frontera de Turquía y Siria, donde ella y su familia habían buscado refugio después de huir de la Deir ez-Zor devastada por la guerra.
“Está sangrando de los ojos”, dijo su madre, cuidando de pie de su hija, cuyo nombre real ha sido omitido para proteger su identidad.
Haya y su familia, quienes compartieron su historia con Newsweek el mes pasado, son parte de los miles de refugiados y migrantes quienes han sido obligados a luchas con las condiciones desesperadas de vida en Moria, el campamento de refugiados más grande de Grecia.
Ubicado en la isla de Lesbos, conocida localmente como Lesvos, el sobrepoblado campamento de refugiados de Moria —así como el atestado sitio no oficial montado afuera de su terreno conocido como el Huerto de los Olivos, donde cientos de refugiados y migrantes, incluidas muchas familias con niños pequeños, viven en tiendas improvisadas— ha sido condenado ampliamente por sus condiciones inseguras y peligrosas.
Aun así, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calculó que alrededor de 6,000 refugiados y migrantes viven actualmente allí, casi tres veces la cantidad de personas que el campamento está diseñado para contener. Y a pesar de que muchos llegan al campamento con condiciones médicas graves, lesiones físicas y problemas de salud mental, la atención médica es prácticamente inexistente.
“Pedimos analgésicos… pero no recibimos nada”
Consternada, la madre de Haya dijo a Newsweek que su hija necesitaba urgentemente una cirugía para salvarle la vista, y aun así han pasado las semanas y la familia de siete miembros todavía no ha recibido alguna asistencia médica.
“Pedimos analgésicos… pero no recibimos nada”, dijo la madre.
Incluso después de pedir que su familia, la cual incluye un bebé, fuese transferida a Kara Tepe —un campamento más pequeño a solo tres millas de distancia de Moria que alberga a algunas de las familias de refugiados más vulnerables en Grecia—, la madre dijo que sus súplicas cayeron en oídos sordos.
Y parecía que su familia estaba lejos de ser la única que batallaba para conseguir asistencia médica.
Al preguntarle lo que sucede cuando tratan de buscar ayuda médica, la mayoría de los refugiados y migrantes quienes viven en Moria parecía recibir una receta similar: ibuprofeno, si tienen suerte, pero más a menudo les dan el consejo de “beber agua”.
Ya sea por una afección cardíaca, diabetes o una lesión en la cabeza, el agua parece ser una “cura para todo” en el campamento de refugiados de Moria, donde los recursos médicos se han vuelto extremadamente limitados.
“Es muy malo, muy difícil”, dijo a Newsweek Mohammad, de 21 años y quien huyó a Grecia desde Damasco en Siria.
“Tengo una enfermedad cardíaca. Necesito mi medicamento”, comentó él.
“Mi salud está en riesgo”
Antes de que llegara a Moria, Mohammad dijo que había recibido medicamento con regularidad para su afección. Pero cuando llegó al campamento, la única medicina que le ofrecieron fue una píldora para ayudarlo a “calmarse”.
“Ellos dijeron: ‘No, tienes que descansar’,” comentó él. “Ellos dicen que necesitas un número de seguridad social, seguro de salud, eso lleva tiempo”.
“Tal vez me dé un infarto cardíaco. Mi salud está en riesgo”, continuó él.
Boris Cheshirkov, un funcionario auxiliar de comunicaciones del ACNUR en Grecia, dijo a Newsweek que con la sobrepoblación en Moria y el Huerto de los Olivos, simplemente no hay suficientes recursos médicos que repartir.
“Para toda la población de Moria y quienes se quedan en el Huerto de los Olivos, solo hay dos médicos, cuatro psicólogos y nueve enfermeras proveyendo servicios de salud [a través del Ministerio de Salud]”, declaró Cheshirkov.
“Están abrumados”, dijo el portavoz del ACNUR sobre los limitados proveedores de atención médica en el campamento.
Cheshirkov comentó que había demasiada gente llegando a la isla con enfermedades crónicas, diabetes o necesitados de atención especial, la cual no está disponible en el campamento, y el hospital en Mitilene está abrumado.
El portavoz del ACNUR dijo que la agencia también ha visto casos de mujeres embarazadas quienes llegaron al hospital a parir sus bebés, pero a causa del limitado número de camas disponibles, son “enviadas de vuelta a Moria al día después de parir”.
En un caso, continuó Cheshirkov, “una madre joven quien tuvo una cesárea fue enviada de vuelta con su bebe recién nacido a Moria al día siguiente”.
“Hay una necesidad obvia de aumentar los servicios”, dijo él; pero añadió que incluso si el equipo médico se ampliase para incluir unos cuantos médicos y enfermeras más, “eso todavía no sería suficiente si tenemos los niveles actuales de sobrepoblación”.
Aun cuando organizaciones sin fines de lucro han trabajado incesantemente en el lugar para llenar los huecos en atención médica que dejaron los funcionarios quienes administran el lugar, los recursos todavía están demasiado limitados para atender a la gran mayoría de los residentes de Moria y el Huerto de los Olivos.
Caroline Willeman, la coordinadora de campo de Médicos sin Fronteras (MSF), dijo a Newsweek que “el acceso a la atención médica está en verdad limitado al momento”, aseverando que la capacidad del equipo médico actualmente proveído por el Ministerio de Salud está tan colmado que el personal médico solo puede manejar las auscultaciones médicas y de vulnerabilidad más básicas, que son parte del procedimiento de asilo en Grecia.
“No están en posición de proveer verdadera atención médica”, expresó Willeman.
Willeman comentó que su organización trabaja junto con otras tres para tratar de satisfacer la necesidad desesperada de atención médica tanto física como mental, pero dijo que todavía hay huecos “enormes” al “cubrir las necesidades de la gente que vive en el campamento”.
Como el campamento estaba tan sobrepoblado, las condiciones empeoraron constantemente. Un flujo constante de aguas negras corría por la entrada principal del campamento, llenando el aire de un hedor pútrido y denso. Había un solo sanitario operando para alrededor de 70 personas y una regadera para cada 80. Los migrantes y refugiados quienes viven allí dijeron que pasan horas haciendo fila para sus alimentos.
Además de las malas condiciones en el campamento, las mujeres, niños y hombres también temen por su seguridad personal. Newsweek descubrió recientemente un aumento en la cantidad de casos reportados de agresión sexual entre quienes viven en Moria y el Huerto de los Olivos. Algunos de los niños que han sido abusados en el campamento también estaban entre la cantidad creciente de niños reportados recientemente que han sufrido de pensamientos suicidas o de autolesiones, dijo MSF a Newsweek.
En un intento de abordar la situación deteriorada en Moria, en septiembre el gobierno griego empezó a mover a cientos de migrantes y refugiados fuera de la isla y hacia la masa continental para acelerar el proceso de las solicitudes de asilo. Pero cientos siguen llegando cada semana.
Con poco espacio disponible en Moria, los recién llegados han empezado a construir tiendas improvisadas en el Huerto de los Olivos, al cual muchos de quienes viven allí le llaman “la jungla”. La parte norte del Huerto de los Olivos alberga principalmente familias afganas, con unos cuantos sirios segregados cerca del fondo. La parte sur del Huerto de los Olivos está dedicada a hombres solteros.
“Podría matarte”
Ali Sajad, un hombre afgano de 21 años que vive en el Huerto de los Olivos, dijo que tampoco había tratamiento médico para quienes viven en el sitio desbordado.
“Solo beban agua”, dijo él, repitiendo la frase que muchos dicen que han oído de los abrumados proveedores médicos en el campamento. “Todos tienen toneladas de agua. Es lo único que tenemos”. Pero cuando se trata del acceso a productos higiénicos “como jabón”, Sajad se rió: “Ni siquiera puedo verlo en sueños”.
Señalando las cicatrices en su rostro, el joven de 21 años dijo que lo afectó un brote reciente de varicela en el Huerto de los Olivos.
“El mes pasado, toda la gente en esta área, incluidos niños y viejos que no habían sufrido de varicela”, fue afectada por la enfermedad, comentó Sajad.
La enfermedad, que es provocada por el virus varicela-zóster, es común y por lo general afecta a niños. Sin embargo, para los adolescentes, adultos y aquellos con un sistema inmunológico debilitado, la enfermedad puede ser grave e incluso mortal. “Tuve fiebre por cinco días todas las noches”, dijo Sajad. “Podría matarte”.
“Lo llamo el infierno…”
En el campamento de Kara Tepe, aproximadamente a tres millas de distancia de Moria, los refugiados dicen que las condiciones son mejores, pero no por mucho.
“Solo tienes dos opciones. Una es peor y la otra es mala”, dijo a Newsweek Reza Adib, un periodista de 37 años quien huyó a Grecia desde Afganistán por miedo a la persecución política y fue transferido recientemente con su familia de Moria a Kara Tepe.
“Abrí los ojos y dije: Estoy en un lugar que nunca vi ni en sueños. Sin regaderas. Es una ciudad zombi”, comentó él de Moria.
Cuando llegó por primera vez al campamento sobrepoblado, Adib dijo que vio a alguien tratando de suicidarse con una cuerda atada a un farol. Cuando la policía intervino, Adib dijo que les preguntó a los mirones por qué el hombre trató de quitarse la vida. “Eres nuevo”, le respondieron. “No entiendes”.
“Es vergonzoso porque los periodistas llaman a Moria el peor campamento en el mundo”, expresó él. “Lo llamo Oriente Medio. Lo llamo el infierno”.
“¿Sabes lo que significa el infierno?”, preguntó Adib. “Estoy seguro que en el infierno cuando eres un paciente o sufres de algo, alguien te ayudará, pero no hay médico, no hay medicina”.
“Recuerdo el día en que mi hijo pequeño tuvo fiebre; por dos semanas no pude hallar un antibiótico. Por dos semanas. ¿Puedes imaginarte ser padre, tu hijo tiene fiebre, no tienes nada, no tienes dinero para ir a la farmacia y no puedes comprar siquiera uno, un antibiótico? Estoy seguro que el infierno es mejor que Moria. Estoy cien por ciento seguro de ello”, dijo Adib.
Aun cuando Adib comenta que quienes viven en Kara Tepe —que no lidia con una sobrepoblación y tiene instalaciones in situ como un camión de comida y lugares donde los residentes pueden cocinar y tomar clases de música, idiomas y computación— disfrutan de una mejor vida que quienes viven en Moria, “no es un hotel de cinco estrellas”.
“No hay medicina aquí”, explicó él, añadiendo que las opciones de comida son muy limitadas.
Adil Izemrane, quien fundó el Movimiento en el Terreno, un organización sin fines de lucro que ayuda a facilitar los servicios en Kara Tepe, dijo que su organización ha trabajado duro para mejorar las condiciones en Kara Tepe y crear una “sensación de comunidad, dignidad y humanidad” para la gente que vive allí.
Izemrane opinó que el campamento de Moria siempre parece estar en “una situación de emergencia”. Sin embargo, los organizadores en Kara Tepe han tratado de “dar un paso atrás y decir que lo que necesitamos hacer para instrumentar un enfoque más humano”.
Movimiento en el Terreno también ha hecho acciones para llevar ese mismo enfoque al lado sur del Huerto de los Olivos, donde ha operado servicios de comida y actividades para los cientos de hombres quienes se abrieron paso hacia Grecia por su cuenta.
Sin embargo, Izemrane dijo que ha sido difícil aplicar la misma dirección en Moria cuando hay “siempre demasiados fuegos [metafóricos] que apagar” en el campamento sobrepoblado.
Aun así, incluso para quienes viven en Kara Tepe, Adib dijo que la amenaza de ser obligados a regresar a Moria es real, y el periodista afirmó que los funcionarios lo amenazaron con enviarlos a él, su esposa y sus dos hijos pequeños de vuelta a Moria después de que él se quejó por un incidente en el que un hombre que vivía en Kara Tepe supuestamente atacó a uno de sus hijos.
El hombre de 37 años comentó que tiene pocas esperanzas de que las cosas cambien en Lesbos para los miles de refugiados y migrantes que llegan allí con la esperanza de una vida mejor.
Su salud y seguridad “son las cosas en las que nadie está interesado en hablar”.
“La gente aquí es vulnerable. Han experimentado la guerra. Tenemos víctimas de guerra aquí”, dijo él.
Al preguntarle si había algo más que le gustaría que la gente supiera, Adib respondió: “Si la gente sabe que esto es el infierno, eso es suficiente”.
El director del campamento de refugiados de Moria y el Ministerio de Migración de Grecia no han respondido a las solicitudes de comentarios que les hizo Newsweek.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek