Unos científicos dieron éxtasis a unos pulpos para averiguar qué sucedería y resultó que se volvieron más sociales, igual que ocurre con los humanos. Después de sumergirlos en un baño que contenía 3,4-metilendioximetanfetamina (MDMA), observaron que los pulpos pasaban más tiempo juntos y se tocaban entre sí.
Gül Dölen, miembro del Departamento de Neurociencias de la Universidad Johns Hopkins, en Maryland, lideraba a un equipo de científicos que estaba investigando el origen evolutivo de los sistemas de señalamiento de la serotonina en el cerebro. El éxtasis desata una descarga de serotonina, dopamina y oxitocina en los humanos, la cual produce sentimientos de euforia y hace que las personas se vuelvan más sociales.
Estudiar este efecto en el cerebro podría aportar información más precisa sobre la forma y la época en que surgió la conducta social. El árbol filogenético revela que los antepasados comunes de humanos y pulpos se separaron hace unos 500 millones de años, de modo que, si los pulpos respondían al éxtasis de la misma forma que las personas, eso indicaría que las vías neurológicas de la conducta social se originaron hace mucho tiempo.
Para su estudio, publicado el 20 de septiembre en Current Biology, los investigadores estudiaron la conducta de Octopus bimaculoides [pulpo de dos manchas de California]. Una especie solitaria y conocida por su comportamiento antisocial, O. bimaculoides es también uno de los contados pulpos cuyo genoma ha sido secuenciado por completo, lo cual permitió que los científicos compararan sus genes contra los humanos.
Colocaron a los octópodos en un tanque de tres cámaras que cada individuo podía explorar con libertad. Una cámara se encontraba vacía, otra contenía un objeto inanimado, y en la tercera había otro pulpo.
Después repitieron el experimento, pero esa vez con pulpos bajo la influencia del éxtasis. Para ello, sumergieron a los pulpos en un baño de MDMA durante 10 minutos y, transcurridos 20 minutos, volvieron a depositarlos en el tanque de tres cámaras.
Los hallazgos demostraron que, tras el baño con MDMA, los pulpos se volvieron más sociales y permanecían más tiempo con otros individuos. Así mismo, pasaban más tiempo tocándose mutuamente, pero no de manera agresiva sino exploratoria.
En entrevista con Newsweek, Dölen explicó que, antes del experimento, le pareció que había “una buena posibilidad” de que los animales respondieran a la droga, si bien desconocía cuál sería dicha respuesta.
“Nos llevamos una grata sorpresa al observar que su conducta fue muy similar a la que manifiestan humanos y ratones”, reveló Dölen. “Vimos que un par de pulpos compartieron lo que podría describir como una conducta de juego (acrobacias acuáticas)”.
El equipo opina que sus resultados demuestran que hay semejanzas entre los genes transportadores de serotonina de pulpos y humanos, a pesar de sus enormes diferencias anatómicas. “Los pulpos están separados de los humanos por más de quinientos millones de años de evolución y, aun así, estos invertebrados exhiben conductas asombrosamente complejas”, afirmó Dölen.
“Desde hace tiempo se sabe que la serotonina es una molécula evolutiva muy antigua (incluso está presente en las plantas). Diversos estudios han demostrado que uno de los mecanismos que procesa la serotonina en las sinapsis cerebrales (por ejemplo, la recaptación de serotonina) es bastante antiguo, igual que lo es la función de este neurotransmisor como regulador de las conductas sociales”.
“Por último, esos estudios sugieren que hay mecanismos cerebrales que codifican las conductas sociales, incluso en especies como los pulpos, aunque es probable que estén suprimidos la mayor parte del tiempo”, concluyó Dölen.
Sin embargo, no todos están convencidos con estos hallazgos. La Dra. Christine Huffard, especialista en investigaciones del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey, señaló a Newsweek: “Es una estrategia muy interesante para entender la evolución de las interacciones animales. El estudio confirma hallazgos anteriores en cuanto a que las interacciones entre pulpos están influenciadas por el estado de los individuos, incluida su exposición a sustancias químicas”.
“Pese a ello, dado lo que sabemos sobre las interacciones de los pulpos, es probable que los autores hayan observado su intención de agredir, y no lo que la mayoría considera un llamado social amistoso”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek