Plutón debería ser reclasificado como planeta, según una investigación publicada en la revista Icarus.
En 2006, la Unión Astronómica Internacional (UAI) votó para bajar de categoría a Plutón y hacerlo un planeta enano, suscitando un debate altamente controvertido que todavía no se aquieta del todo.
La condición de Plutón empezó a cuestionarse a principios de la década de 1990, después del descubrimiento de varios objetos de tamaño similar en el cinturón Kuiper, un anillo de cuerpos que orbitan el Sol, el cual se extiende desde la trayectoria de Neptuno a 30 unidades astronómicas (UA) hasta una distancia de 50 UA de la estrella.
El descubrimiento de Eris, un planeta enano que es 27 por ciento más masivo que Plutón, propició que la UAI definiera formalmente el término “planeta” en 2006, declarando que un objeto tenía que cumplir con tres condiciones para ser definido como tal.
Esta definición declaraba que el objeto debe orbitar alrededor del Sol, ser lo bastante masivo para ser redondeado por su propia gravedad y haber “despejado” el vecindario alrededor de su órbita, o en otras palabras, ser la fuerza gravitacional más grande en su órbita.
Plutón no cumple con la última condición porque está influenciado por la gravedad de Neptuno y también comparte su órbita con otros objetos en el cinturón Kuiper.
La desclasificación ha recibido una resistencia fuerte de muchas personas en la comunidad astronómica, pues los científicos señalan errores en la definición.
Por un tiempo, los científicos hallaron útil esta situación, ya que les permitió discutir la hipótesis principal de la formación de planetas, conocida como “hipótesis nebular de Laplace”. Pero en la década de 1950, los desarrollos en este campo significaron que ya no era útil clasificar a los asteroides y planetas de la misma manera.
“Aproximadamente al mismo tiempo, hubo una avalancha de publicaciones sobre la naturaleza geofísica de los asteroides, mostrando que son geofísicamente diferentes a los grandes planetas”, escribieron los autores en el estudio.
“Es aquí cuando la terminología en las publicaciones sobre asteroides que los llamaban planetas abruptamente cayó de su alto nivel de uso, donde se había ubicado durante el período de 1801-1957, a un bajo nivel que se mantuvo constante a partir de entonces”, escribieron ellos. “Este es el punto en el que la comunidad efectivamente formó un consenso de que los asteroides deberían ser taxonómicamente distintos de los planetas”.
La evidencia demuestra que este consenso se formó con base en las diferencias geofísicas entre asteroides y planetas, no en compartir órbitas.
“Sugerimos acciones para alcanzar un consenso en el que la taxonomía planetaria no dependa del proceso poco científico de votar, sino que lo haga a través del precedente establecido en la literatura científica y el discurso, en los cuales las perspectivas evolucionan con observaciones e información adicionales, tal como lo hizo en el caso de los asteroides”, escribieron los autores.
Por ejemplo, Plutón presenta una atmósfera de múltiples capas, compuestos orgánicos, evidencia de lagos antiguos y múltiples lunas. De hecho, Metzger describe al mundo distante como el segundo planeta más complejo e interesante en el sistema solar.
“Es más dinámico y está más vivo que Marte”, dijo él. “El único planeta que tiene una geología más compleja es la Tierra”.
El científico planetario David Grinspoon, quien no estuvo involucrado en el estudio más reciente, está ampliamente de acuerdo con las opiniones expresadas en el ensayo en Icarus.
“El hecho es que científicos planetarios y astrónomos ignoran la definición de la UAI cada vez que se refieren a Plutón como planeta”, dijo él a Newsweek. “La definición de la UAI es ampliamente vista como defectuosa y obviamente necesitará ser reformada si ha de perdurar y ser tomada con seriedad. En realidad, no sería tan difícil arreglarla de una manera que tenga mayor sentido y satisfaga a casi todos”.
“Personalmente, en realidad no me importa si la UAI arregla la definición fallida o no, o si simplemente se continúa ignorándola ampliamente”, comentó él. “En realidad, no lleva a una confusión entre los científicos. Lleva a un poco de confusión entre los niños estudiantes, pero luego se convierte en un momento pedagógicamente aprovechable sobre la naturaleza de los cuerpos en órbita”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek