Un nuevo estudio sugiere que podría haber genes de resistencia antibiótica flotando en el aire de muchas ciudades.
Científicos de varias universidades de todo el mundo estudiaron la cantidad de genes de resistencia antibiótica que había en el aire. La investigación analizó el aire de 19 ciudades, y los hallazgos fueron publicados el miércoles 25 de julio, en la revista Environmental Science and Technology.
Según informan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), al menos dos millones de estadounidenses se infectan cada año con bacterias resistentes a los antibióticos; y también, cada año, alrededor de 23.000 personas mueren a consecuencia de esas infecciones.
Las bacterias se vuelven resistentes a los antibióticos al entrar en contacto con otras bacterias que poseen genes de resistencia antibiótica o bien, cuando tienen contacto directo con dichos genes. La Alianza para el Uso Prudente de los Antibióticos (APUA) explica que las bacterias pueden transferir sus genes de resistencia antibiótica de diversas maneras: pueden hacerlo durante la conjugación, el proceso por el cual una bacteria transfiere su material genético a otra; un virus puede transferir los genes de una bacteria a otra; y las bacterias también pueden captar los genes directamente de su ambiente, como sucede con los genes transmitidos por el aire. Además, las bacterias tienen la capacidad de adquirir múltiples genes, lo cual permite que se vuelvan resistentes a varios antibióticos.
Los investigadores del nuevo estudio se dieron a la tarea de averiguar si el aire de las zonas urbanas contiene alguno de los 30 genes resistentes a las siete clases de antibióticos más comunes. El equipo identificó la presencia de genes de resistencia antibiótica en todas las ciudades estudiadas, localizadas en Estados Unidos, China, Indonesia, Singapur, Australia, Polonia, Francia, Dinamarca, Brasil, Corea del Sur, y Sudáfrica. Sin embargo, una ciudad estadounidense fue la que arrojó la mayor cantidad de dichos genes.
San Francisco, California, tuvo la mayor concentración de genes transmitidos por el aire, en tanto que Bandung, Indonesia, presentó la menor cantidad. Pekín mostró la mayor variación de genes de resistencia antibiótica, con un total de 18 tipos distintos, cifra que representa 60 por ciento del total de variedades de genes contempladas en el estudio.
Los genes más comúnmente hallados en las 19 ciudades fueron los resistentes a los betalactámicos, clase de antibióticos que incluye a la penicilina y a las quinolonas, y que se utiliza para tratar numerosas infecciones bacterianas como fiebre tifoidea e infecciones del aparato urinario. El gen menos común fue el resistente a la vancomicina, el tratamiento de último recurso para SARM (Staphylococcus aureus resistente a la meticilina).
Si una persona inhala uno de esos genes, el gen podía ocasionar que una bacteria presente en su organismo se transforme en una variedad resistente a los antibióticos. Y si la persona desarrolla una infección, el tratamiento podría complicarse, debido a que es difícil detectar la resistencia antibiótica.
Si bien se han llevado a cabo numerosos estudios sobre la contaminación del aire, muy pocos han estado dirigidos a la detección de estos genes perniciosos. Los autores de esta investigación resaltan la necesidad de mejorar la calidad del aire en las zonas urbanas y de determinar la posible presencia de dichos genes en el aire.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek