Los dramas en las bodas familiares no son excepción ni en la realeza, como le pasó a Meghan Markle con sus medios hermanos y su papá, quienes le han dado de qué hablar a los medios desde antes del evento.
La situación es una pesadilla para la Casa Real y la propia actriz, pero muchos especialistas en relaciones públicas creían que podía haberse evitado.
El padre de la novia, Thomas Markle, renunció a ir a la boda después de saberse que se había prestado a posar para los paparazzi, en unas fotos de las que teóricamente nada sabía.
Finalmente, será el príncipe Carlos de Gales el que acompañe a su nuera hasta el altar.
El hermanastro de Markle, Tom Junior, que no ha sido invitado, merodea alrededor del castillo de Windsor, mientras su exesposa e hijos viajaron a Londres pese a que hace 20 años que no ven a la novia, y dispuestos a hablar sobre ella a cualquier medio que lo acepte.
La hermanastra de Markle, Samantha Grant -también persona non grata, y hospitalizada, según ella, tras sufrir un accidente huyendo de unos fotógrafos-, también ha ido ventilando los trapos sucios de la familia en programas de televisión.
The Daily Mirror citó a un funcionario de palacio hablando de “la debacle Markle” (que en inglés rima).
El dispositivo de relaciones públicas del palacio era objeto de críticas por no haberlo anticipado.
“El palacio de Kensington no vio venir lo de toda la familia”, dijo a la AFP Penny Junor, escritora especializada en biografías sobre la monarquía, una de ellas -“Príncipe Harry: Hermano. Soldado. Hijo. Marido”- sobre el novio.
“Los parientes han acabado siendo una historia más importante que el evento, lo cual es triste”, añadió.
“El palacio de Kensington podía haber despachado a alguien al otro lado del Atlántico para ayudarles, darles consejos y apoyo moral, y prepararles”.
“Sospecho además que Meghan falló al no invitar al hermanastro y la hermanastra. Era más seguro tenerlos dentro que fuera”.
Los diarios criticaron a la Casa Real por permitir el tropiezo de Thomas Markle.
Caótico
La columnista del diario The Times, Jenni Russell, estimó que la Casa Real: “no puede seguir con esta actitud desdeñosa, caótica, de ‘apáñese como pueda’, hacia aquellos a los que arrastra a su círculo de fama estratosférica”.
La periodista citó a una fuente palaciega explicando que la familia real “estaba profundamente avergonzada, y tratando de recuperar desesperadamente la iniciativa”.
Jane Moore, que fue la encargada de temas de la realeza de The Sun, estimó que la Casa Real actuó torpemente y: “eligió ignorar el hecho de que un tren a alta velocidad estaba a punto de descarrilar”.
Según ella, Thomas Markle tenía que haber viajado en primera clase al Reino Unido, ser alojado en alguna vivienda de la Corona e informado en detalle de lo que se le venía encima, además de ser fotografiado junto a su hija y su futuro yerno.
Cabe recordar, que a estas alturas Harry aún no conoce personalmente a su suegro, y que le pidió la mano de su hija por teléfono, en vez de ir a verle al norte de México, donde vive.
El palacio de Kensington ha optado por el mutismo en toda la crisis, sin ir más allá de algún breve comunicado.
Markle, de 36 años, es una actriz y activista humanitaria acostumbrada a los focos.
Pero no tanto su familia, y la ausencia de su padre en su gran día es un duro golpe, del que su esposo podría sentir la tentación de culpar a la prensa, teniendo en cuenta lo que le ocurrió a su madre Diana, muerta en un accidente de tráfico en París tratando de huir de unos paparazzi el 31 de agosto de 1997.
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Con información de AFP