En un nuevo informe de la Corporación Rand se advierte que la OTAN sería rebasada por el armamento de Rusia, que es superior al de esa organización, en caso de una guerra en Europa Oriental, a pesar de que el organismo ha tratado durante años de robustecer sus fuerzas en esa región.
Si se desata una guerra, advierte el informe, Rusia podría invadir rápidamente la región del Báltico y utilizar “políticas de riesgo para intentar congelar el conflicto”, de acuerdo con Scott Boston, el autor principal del informe, y sus colegas.
Aunque en el informe no se indica que una agresión rusa en la región sea inminente, sí se afirma que el crecimiento de la capacidad militar rusa y la disposición de ese país a usar la fuerza para alcanzar sus objetivos debe ser enfrentada con “una postura más firme, diseñada para aumentar considerablemente el costo del aventurerismo militar contra uno o más estados miembro de la OTAN”.
Las fuerzas de la OTAN han dejado de concentrarse en combates de alta intensidad y de armas combinadas para participar en operaciones de contrainsurgencia en lugares tan distantes como Afganistán, Irak y Mali.
Las principales potencias de la OTAN, como Estados Unidos y el Reino Unido, no han combatido en una guerra convencional de estado contra estado desde la invasión a Irak de 2003, la cual terminó en menos de seis semanas.
La OTAN reforzó su presencia militar en Europa Oriental después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2014, desplegando cuatro grupos multinacionales de batalla, cada uno del tamaño de un batallón, en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, según un sistema de rotación.
Sin embargo, eso podría no ser suficiente. En el informe se indica que la OTAN cuenta con alrededor de 32,000 soldados en el báltico, en comparación con los 78,000 de Rusia. Asimismo, la OTAN posee únicamente 129 tanques contra los 757 de Rusia, para los que las amplias y planas llanuras de Europa Oriental representan un coto de caza perfecto.
Rusia “ha mantenido una fuerza de armas combinadas que hace énfasis en la movilidad y en la potencia de fuego, y entrena para llevar a cabo operaciones de armas combinadas a gran escala”, se explica en el informe. “Esto da a Rusia una importante ventaja en conflictos entre fuerzas mecanizadas cercanas a su frontera”.
Mientras las capacidades rusas declinaban después de la caída de la Unión Soviética, el dominio global de la OTAN implicaba que había poco impulso para mantener altos niveles de gastos y de personal militar.
Sin embargo, Rusia ha comenzado a ponerse al día. El presidente Vladimir Putin ha invertido importantes sumas en la creación de un ejército moderno capaz de realizar una planificación logística y una proyección de fuerza bastante complejas.
De acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo, Rusia gastó 20.9 mil millones de dólares (3.6 por ciento de su producto interno bruto (PIB)) en el año 2000, el año en que Putin fue electo Presidente por primera vez. En 2016, Rusia gastó 70.3 mil millones en su ejército; 5.3 por ciento de su PIB.
Particularmente, el mal desempeño de Rusia en la guerra ruso-georgiana de 2008 mostró que la actualización del equipo y de las estructuras militares era indispensable para ese país siguiera siendo una fuerza potente.
Actualmente, Rusia posee “un creciente número de soldados voluntarios, una alineación de armas modernizadas, mejoras en la disponibilidad y la experiencia adquirida en ejercicios a gran escala y operaciones de combate realizadas en Ucrania y Siria”, explican Boston y sus colegas.
La red logística mejorada de Rusia le permite acumular un número importante de fuerzas dentro de sus fronteras, indica el informe, como lo muestran los recientes ejercicios militares a gran escala. Dado que su Distrito Militar Occidental aloja a las fuerzas de élite de tierra y aire de todo el país, Estonia, Letonia y Lituania tienen pocas oportunidades de resistir un ataque en toda forma, incluso con la ayuda de unidades suplementarias de la OTAN.
La potencia de fuego y la ventaja de estar en casa significan que Rusia podría invadir y asegurar la región del Báltico antes de que Estados Unidos y sus aliados tengan la oportunidad de contraatacar, y para entonces, la guerra podría haber sido ganada, aunque no precisamente por la OTAN.