Durante ocho años, la identidad de Christopher Zeischegg estuvo dominada, casi completamente, por su alter ego. Y así, para millones de espectadores, no era Chris, sino la estrella porno Danny Wylde.
Pero, en 2013, Zeischegg abandonó la industria cuando los médicos le advirtieron que corría el riesgo de causar daños permanentes a sus genitales si seguía tomando fármacos para disfunción eréctil con la finalidad de mejorar su desempeño sexual.
Transformado en autor, Zeischegg acaba de publicar un libro de cuentos cortos titulado Body to Job, donde relata episodios de su carrera porno y aborda temas que abarcan desde el activismo pro-porno hasta su desilusión con la industria del entretenimiento para adultos al final de su carrera.
Newsweek entrevistó a Zeischegg para hablar de sus experiencias, averiguar por qué los trabajadores sexuales consideran que deben ser incluidos en el movimiento #MeToo, y las ideas equivocadas más importantes que persisten en la opinión pública respecto de los actores de la industria para adultos.
¿En qué tipo de películas actuaste?
Fui muy versátil. Hice de todo, desde películas románticas de sexo convencional hasta escenas duras BDSM [siglas de bondage, disciplina, sadismo y masoquismo], tanto en el rol dominante como en el sumiso.
¿Por qué decidiste dejarlo?
Como casi todos los actores porno masculinos, usaba medicamentos para disfunción eréctil a fin de mejorar el rendimiento. Durante la mayor parte de mi carrera, utilicé Cialis, aunque probé algunos otros fármacos, como Viagra o Levitra y en ocasiones, inyectables como Bimix.
A lo largo de mi carrera, terminé en Urgencias tres veces por presentar priapismo [cuando el pene no pierde la erección durante un periodo prolongado].
En el mejor de los casos, el priapismo es incómodo. En el peor, es aterrador. Es muy extraño perder el control de una función corporal provocada por la excitación sexual.
Las tres veces que fui al hospital a recibir tratamiento, mi erección duró varias horas. Tuvieron que hacerme una sangría del pene con una aguja gigantesca: un shunt [derivación]. Los médicos usaron un anestésico local, pero fue muy doloroso y observarlo fue espantoso.
En la última visita al hospital, un doctor me dijo que, si seguía usando los medicamentos, corría el riesgo de causar daños permanentes en mi pene. Dejé la actuación al día siguiente.
Fue una decisión difícil. En esa época, la actuación era mi única fuente de ingreso, y una de las únicas destrezas laborales que creía tener. En muchos sentidos, tuve que volver a empezar mi vida profesional.
¿Cuál es la principal idea equivocada que tiene la gente respecto de los actores de la industria para adultos?
La que encuentro con más frecuencia es que los actores porno siempre están disponibles para tener sexo. Hay cierto tipo de fanáticos que piensa así. Me parece que casi todos los trabajadores sexuales se ven inundados con peticiones absurdas de servicios sexuales, a través del correo electrónico y en los medios sociales, aunque también en la vida real.
Desde la perspectiva social o política, diría que existe la idea equivocada de que la mayoría de los trabajadores sexuales está forzada -físicamente o de alguna otra manera- a ingresar en esta profesión.
Dices que existe la idea equivocada de que los actores porno siempre están disponibles para el sexo. ¿Consideras que la industria necesita su propio movimiento #MeToo?
Es indiscutible que hay algunas manzanas podridas entre los directores y productores. Y sin duda, son ellos los responsables del acoso sexual dentro de la industria. Sin embargo, me refería sobre todo a los fanáticos, a los consumidores, y a la gente que está fuera de la industria.
Hace varios años, hubo una oleada de actores que se manifestaron sobre el acoso sexual y la violación dentro de la industria. Incluso he visto algunas oleadas recientes en la rama gay de la industria.
Así que no creo que la pornografía haya quedado fuera del movimiento #MeToo. Solo creo que no ha recibido mucha cobertura y eso, probablemente, se debe al estigma cultural contra los trabajadores sexuales.
Por ejemplo, hace poco, la comediante Chelsea Handler lanzó un tuit que se hizo viral. Y se hizo viral gracias a la gente de la izquierda y a los círculos progresistas.
El tuit fue una crítica contra Donald Trump, en el cual equiparó a los pedófilos, a los golpeadores de esposas y a los hackers rusos con las estrellas porno. Creo que eso demuestra que mucha gente de la izquierda, quienes apoyan #MeToo y otros movimientos “progresistas”, siguen viendo con desprecio a los trabajadores sexuales.
Cuando un movimiento como #MeToo gana impulso, se vuelve un asunto de consenso general. Pero al ver a quién ponen bajo los reflectores, te das cuenta de que, casi siempre, son personas acaudaladas de los medios. No incluyen a trabajadores sexuales ni a otros segmentos vulnerables de la población.
Hay una división entre quienes argumentan que la pornografía es una industria que empodera a las personas y que los actores toman la decisión consciente de entrar en ella, y quienes perciben a los actores porno como víctimas. ¿Cuál es tu postura?
Creo que me encuentro en un punto intermedio. No hay duda de que empodera a algunas personas. En determinado momento, incluso pude haber afirmado que me sentí empoderado.
En mi opinión, la industria porno ha experimentado una transformación enorme. Ingresé en ella al final de la burbuja porno de la Internet. En ese tiempo, no existía PornHub. El porno no se había normalizado. Los productores y los actores ganaban montones de dinero. Pero existía un estigma enorme. Los medios de corriente principal apoyaban muy poco a los trabajadores sexuales.
Por ello, la compensación era pensar: “La gente va a creer que eres una prostituta estúpida, pero al menos, podrás ganar suficiente dinero para comprar una casa”.
Los jóvenes que ingresan hoy en la industria crecieron con pornografía Internet gratuita. Y quieren hacer este trabajo, ya que les parece una opción viable. Lo que no entienden es cuánto se ha trastornado la industria, y que debes trabajar mucho más solo para ganarte la vida.
Así que, no creo que los actores porno sean víctimas. En especial, ahora. La mayoría de los actores llega a la industria con un deseo muy sincero de formar parte de ella. No obstante, el dinero es mucho más escaso, y el estigma es muy real, aun cuando no sea tan grande como antes. Es difícil hacer porno y después, seguir una carrera más convencional.
¿A qué te refieres con que el porno se ha “trastornado”?
Cuando me inicié en la industria, los actores porno podían dedicarse solo a la actuación. No necesitaban conocer saber de edición o cómo operar una cámara. No tenían que saber cómo trabajar en distintos formatos de video y códec [codificación/decodificación], ni subir contenidos a una variedad de sitios Web para monetizarlos.
Todo cambió cuando PornHub entró en escena. Las compañías porno que dependían de los sitios de suscripción y de las ventas DVD, comenzaron a fracasar. Eso se tradujo en mucho menos trabajo para los actores. Y eso obligó a los actores a buscar otros medios de ingreso para seguir subsistiendo con el porno y el trabajo sexual.
¿Cómo fue que tu salida del porno te hizo replantear tu identidad?
Al principio, tuve que pasar por un periodo de depresión y aceptar la pérdida de mi identidad. No me había dado cuenta de lo mucho que mi identidad se había ligado con el estrellato porno, hasta que perdí esa parte de mi vida.
Ahora que he salido de la industria, siento que he aprendido a tomarme con menos seriedad. O al menos, estoy menos inmerso en mis identidades. En estos días, pongo mucho empeño en escribir, la música y el “arte”.
Sin embargo, estas cosas tienen un público muy reducido y no producen el mismo tipo de retroalimentación que el porno. Y no debo involucrarme tanto en mi relación con el material, porque seguiré pensando que soy un fracasado.
Es muy posible que, de todas las cosas que hago en mi vida, siempre seré mejor conocido por el porno. Considera que en PornHub hay videos míos que han sido vistos millones de veces.
Y en esos videos aparezco desnudo, haciendo muecas ridículas y a veces, abriendo el trasero. ¿Cómo puedo tomar en serio esas cosas? Es gracioso. Es “lo que quieras”. Tengo que seguir adelante con mi vida, y creo que el porno es solo una experiencia extraña, y ocasionalmente maravillosa, que tuve.
Body to Job ya está a la venta.
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek