SUPLEMENTO
Tijuana tiene más de 100 edificios históricos, aunque apenas tiene 128* años de edad, según el investigador José Gabriel Rivera Delgado.
Rivera es historiador y fue coordinador del Archivo Histórico de Tijuana entre 2001 y 2016.
Uno de los sitios a los que se refiere es al Pasaje Rodríguez, entre las avenidas Revolución y Constitución, en la calle tercera de la Zona Centro.
En los años 20 fue un lujoso casino llamado Foreign Club. En los 40 se convirtió en hotel, conservando su nombre. Y ahora se transformó en un pasaje comercial, cultural e histórico por varias razones, más allá de su antigüedad.
Marcó la transición de Tijuana el pueblo a Tijuana la ciudad.
La estructura del Casino cubría casi la mitad de la manzana. Era enorme.
Hoy el edificio que hoy ocupa ese lugar es uno de los pocos lugares —si no el único—, que se conserva de una sola pieza.
“Si subes al bar de la Cervecería Norte y ves hacia la frontera, tienes el edificio debajo. Estarás viendo la cúpula y el campanario de Mamut, y ves todo el edificio de una sola pieza, donde estaba el Peanuts, el casino Caliente… todo eso es una misma pieza”, dice Luis Montijo, Gestor y promotor del Pasaje Rodríguez, quien se ocupa de la administración.
El edificio que incluye al Pasaje cuenta con detalles originales de cuando se convirtió en hotel a inicio de los años 40, como la cúpula y el campanario que hoy se aprecian desde el balcón de la cervecería Mamut.
Luis cuenta que en uno de los locales, hallaron recientemente una puerta que lleva al pasado de la ciudad.
Dice que mientras adecuaban el espacio para la apertura de un nuevo negocio, encontraron entre dos capas de yeso una puerta de caoba con vidrio.
“Estuvo enterrada mucho tiempo en la pared”, dice Montijo.
Montijo dice que la puerta daba acceso al segundo nivel del inmueble, donde décadas atrás, se encontraban las habitaciones del hotel.
“Resultó ser la pared por la que bajaban de los cuartos al Pasaje”, continúa Montijo.
De ser así, sería una de las puertas originales del hotel, más no del Casino, de acuerdo a Rivera.
En 1936, el primer Foreign Club se quemó y tuvo que reconstruirse totalmente porque era de madera.
“Se quema y vuelven a construir otro, pero del original no queda nada”, dice el historiador, Rivera Delgado.
Lo que sí podemos encontrar cualquier día, recorriendo el pasaje, son destellos de la reconstrucción.
Es el caso de la loseta sobre la que hoy caminas para visitar El Grafógrafo, beber Café en Aether o comprar ropa en Mexican Fashion.
“El piso sigue siendo el mismo de los 40”, dice Montijo, quien basa su opinión en fotografías que guarda en la oficina administrativa del mismo pasaje.
Y en eso coincide el historiador.
El Casino Foreign Club era el más exclusivo de sus tiempos y más antiguo que el famoso Casino de Aguacaliente.
“Este casino [Foreign Club] empezó en el 22 y Aguacaliente en el 28”, cuenta Gabriel Rivera.
Nació como inversión de un estadounidense en asociación con empresarios mexicanos, para recibir a los turistas que buscaban divertirse durante la Ley Seca de Estados Unidos, aquella que prohibía la venta y consumo de alcohol.
“Entonces ¿qué hacen los estadounidenses? Se van a todas las fronteras, de Canadá y de México para cruzar y beber una cerveza, un whisky, otras bebidas”, dice Rivera Delgado.
Este fue el momento en que la historia de Tijuana cambió.
De ser un pueblo con calles de tierra y pequeñas construcciones de madera, la ciudad comenzó a crecer gracias al turismo.
“Si tú aprecias las fotos hay una transformación de la avenida. Las calles están pavimentadas, ya hay electricidad, los edificios ya son de material y va a haber una dinámica en la que no van a venir unos cuantos turistas, sino miles diariamente”, dice Rivera.
Y no cualquier turista.
Para acceder se requería una membresía.
El Foreign Club era popularmente conocido como un punto de diversión para gente elegante y exitosa, como empresarios o estrellas de Hollywood.
Marca el nacimiento de la leyenda negra, responsable de la fama de perdición que todavía se asocia con Tijuana.
La misma que se ha difundido a través de series de televisión y películas como “¿Qué pasó anoche?” y “Breaking Bad”, hasta canciones como “Welcome to Tijuana”, donde el cantante francés Manu Chao le canta al tequila, sexo y marihuana que puede encontrar en esta ciudad.
“De la noche a la mañana surgen las tiendas de curiosidades, cantinas, bares, cervecerías, prostíbulos, casas de juego, casinos, hoteles y restaurantes, todo en atención al turista”, dice el historiador.
Fue entonces cuando la línea fronteriza, que cerraba a las 9 de la noche, comenzó a abrir las 24 horas del día.
Foreign Club vivió sus mejores años, hasta que en 1935 se vio forzado a cerrar su casino por decreto del entonces presidente Lázaro Cárdenas, quien prohibió los juegos de azar.
Un año después ocurrió el incendio que prácticamente desapareció el inmueble, y no es hasta finales de los 30, que Don Eugenio Rodríguez Ávila, un empresario sonorense, adquiere el predio para construir el edificio que hoy conocemos, conservando el nombre de Foreign Club.
“Como parte integral de este proyecto, se va a establecer el Pasaje Rodríguez. Claro que en ese entonces no se llamaba pasaje, sino callejón”, cuenta el académico.
Recientemente, en un local del pasaje, encontraron una puerta que lleva al pasado de la ciudad. FOTO: NEWSWEEK EN ESPAÑOL BAJA CALIFORNIA
Al día de hoy, el Pasaje sigue siendo propiedad de la familia Rodríguez, y es uno de los pocos “callejones” que han conseguido mantenerse activo.
“Hay varios factores” dice Montijo, “uno es la disposición de los propietarios para rentar los locales a un precio accesible y permitir que se desarrollen giros culturales. Otra es la gran ubicación que tiene, entre avenida Revolución y Constitución”.
Opina que la promoción que ha recibido el pasaje, y el mismo valor histórico del inmueble, también han sido claves.
“Es un lugar que precede a mucha de la gente de Tijuana y seguirá estando ahí. Es algo que ocurre en muchas partes del mundo. Edificios abandonados se convierten en centros culturales. Si fuera algo muy moderno podría ser popular pero no tendría el mismo significado, no sería tan simbólico y aquí a la gente le encanta ser a parte de la historia”, opina Montijo.
es la misma de los años 40. FOTO: NEWSWEEK EN ESPAÑOL BAJA CALIFORNIA
Para él no hay duda de que es histórica.
Aunque a la fecha, su antigüedad no ha sido certificada, esta puerta abre una discusión por lo menos hacia la autentificación y preservación de las huellas de nuestra historia.
Algunos procesos para la declaración de patrimonios culturales toman más de una década en concretarse.
“Es un procedimiento muy largo”, dice Rivera.
En Baja California solo hay 5 sitios declarados patrimonio cultural por el Instituto de Cultura de Baja California (ICBC). Tres son de Tijuana: el Parque Teniente Guerrero, el antiguo Palacio Municipal y la escuela Álvaro Obregón, que hoy conocemos como Casa de la Cultura de la Altamira.
La declaración de patrimonio trae beneficios de protección contra publicidad, postes e instalaciones que afecten su fachada.
Obliga a que los propietarios y vecinos mantengan el sitio en buen estado y a que este no se utilice con fines distintos a lo que estén registrados en el decreto de declaratoria, según la Ley de Preservación del Patrimonio Cultural del Estado de Baja California.
Entre los edificios históricos que se consideran patrimonios culturales no declarados en Tijuana, el historiador menciona al Antiguo Palacio Jai Alai, Hotel Caesars, Hotel Arreola, el edificio de la Compañía Comercial de Baja California que hoy es un banco, Vía Colonial y Hotel Nelson, el primer edificio de cinco pisos en Tijuana.
Pero el más antiguo, es probablemente el Hotel St. Francis, un edificio movible que fue construido en San Francisco en 1906 y traído a Tijuana en 1920.
Lo interesante de este lugar es que conserva todo su mobiliario original, según el historiador.
“Es como si regresaras 80 años atrás. Está igual”, dice el historiador.
En una ciudad tan joven pero con tantos edificios del pasado, Gabriel Rivera opina que preservar nuestra historia es atractivo para los visitantes y da presencia a la ciudad.
*Artículo escrito en 2017