
La nación asiática enfrenta un serio problema de natalidad que no genera población de sustitución.
Japón registró en 2024 su mayor caída poblacional desde que existen registros, con una pérdida neta de 908,574 personas, equivalente a una disminución del 0.75%. Así lo informó el Ministerio del Interior en su más reciente reporte demográfico, destacando una tendencia descendente por décimo sexto año consecutivo. La población japonesa se sitúa ahora en 120.65 millones de personas, sin contar a los residentes extranjeros.
El fenómeno obedece a una combinación crítica de bajas tasas de natalidad y una población cada vez más envejecida. De hecho, Japón es el segundo país más envejecido del mundo, solo por detrás de Mónaco, según datos del Banco Mundial. Casi el 30% de los japoneses tiene 65 años o más, mientras que solo el 60% está en edad laboral (15 a 64 años), con apenas un leve aumento en comparación con 2023.
En contraste, el número de residentes extranjeros alcanzó un récord histórico, con 3.67 millones de personas al 1 de enero de 2025, lo que representa casi el 3% del total de la población nacional, estimada en 124.3 millones de habitantes incluyendo a los foráneos. Se trata del mayor registro desde que comenzaron a recopilarse estos datos en 2013.
Ante la creciente crisis demográfica, el primer ministro Shigeru Ishiba ha advertido sobre una “emergencia silenciosa” y ha prometido medidas estructurales para fomentar la natalidad. Entre las propuestas destacan guarderías gratuitas, horarios laborales más flexibles y un mayor apoyo estatal a las familias jóvenes.
Las cifras más recientes del Ministerio de Salud publicadas en junio revelan otro dato alarmante: en 2024, los nacimientos cayeron por debajo de los 700,000 por primera vez en la historia del país.
Japón, como otras naciones industrializadas, enfrenta una dura batalla contra la disminución de su fuerza laboral y el aumento del gasto en pensiones y atención médica, lo que amenaza con afectar gravemente su economía a largo plazo. N
(Con información AFP)