

COMO SACADO DE UNA PELÍCULA DE CIENCIA FICCIÓN. Científicos suizos desarrollaron un diminuto robot biodegradable capaz de desplazarse dentro de los vasos sanguíneos, transportar medicamentos hasta zonas específicas y desintegrarse por completo después de cumplir su misión. El avance representa un paso importante hacia la medicina de precisión y la robótica médica.
“Los microrobots —guiados por campos magnéticos— funcionan en los vasos sanguíneos de cerdos y ovejas”, refiere el artículo publicado en Science este jueves 13 de noviembre y retomado por la revista Nature.
El dispositivo, similar en tamaño a un grano de arena, consiste en llenar una pequeña esfera de gelatina con un fármaco, así como con nanopartículas de óxido de hierro magnético, lo que permite controlar su movimiento mediante campos magnéticos que rodean al paciente.
“El sistema aún no se ha probado en personas, pero resulta prometedor porque funciona en un cuerpo de tamaño aproximadamente humano y porque ya se ha demostrado que todos sus componentes son biocompatibles”, sostiene Bradley Nelson, ingeniero mecánico del Instituto Federal Suizo de Tecnología (ETH) de Zúrich, quien codirigió el trabajo.
En palabras de Nelson, alrededor de un tercio de los medicamentos que no llegan al mercado se debe a su alta toxicidad. Sin embargo, los microrobots permitirían administrar dosis menores de fármacos directamente en las zonas afectadas, lo que reduciría así los posibles efectos secundarios.
“Las demostraciones son prometedoras, pero todavía se encuentran en fase preclínica. Pero si los estudios posteriores avanzan sin contratiempos, los robots de administración de fármacos controlados a distancia podrían utilizarse en las primeras aplicaciones médicas en un plazo de cinco a 10 años”, agrega Wei Gao, ingeniero biomédico del Instituto Tecnológico de California en Pasadena.
En ensayos con cerebros de cerdos y ovejas, el equipo demostró que podía usar un catéter para insertar los robots, y luego hacerlos rodar por los bordes de los vasos sanguíneos, nadar contracorriente o desplazarse a favor del flujo a velocidades de hasta 40 centímetros por segundo.
Para maniobrar los robots, los investigadores usaron imágenes de rayos X para tener una precisión milimétrica. A tenor de Nature, en ensayos con cerdos, el equipo demostró que, en más del 95 por ciento de los casos, los fármacos se administraron en el lugar correcto.
Para liberar el medicamento el equipo utilizó campos magnéticos de rápida variación para calentar y descomponer la gelatina. No obstante, lograr esta hazaña les tomó a los científicos 20 años.
“Encontrar la combinación adecuada de materiales que permitiera controlar los robots a distancia, manteniendo a la vez su tamaño lo suficientemente pequeño como para navegar por los diminutos vasos sanguíneos, fue un gran desafío. En retrospectiva, todo parece obvio. Pero llegar a ese punto fue el verdadero reto”, concluyen los autores. N