En un mundo donde los “likes” valen más que el salario mínimo, ser creador de contenido se ha convertido en una aspiración creciente entre los jóvenes mexicanos. Sin embargo, el camino hacia la viralidad puede tener un costo elevado. Así lo vivieron tres jóvenes obreras de una maquiladora en Gómez Palacio, Durango, quienes fueron despedidas tras compartir videos en TikTok desde su lugar de trabajo.
El video, que ya supera cientos de miles de reproducciones, muestra a las tres mujeres saliendo de la nave industrial entre risas, luego de haber sido informadas de que su contrato había sido rescindido. “Quitarnos la sonrisa no pudieron: nos corrieron por creernos tiktokers”, escribieron en la publicación que rápidamente se viralizó.
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¿DESPEDIDAS POR SER ‘INFLUENCERS’ O POR VIOLAR LA CONFIDENCIALIDAD?
Aunque el clip se presenta con tono ligero, lo ocurrido ha desatado un debate más serio sobre los límites de la creación de contenido en espacios laborales. Las trabajadoras solían grabar videos dentro de la planta, aparentemente sin autorización, lo que podría haber constituido una violación directa a las cláusulas de confidencialidad que rigen en muchas maquiladoras del país.
La grabación en video de procesos industriales o áreas sensibles constituye una falta grave, especialmente en sectores donde la información técnica, operativa o visual forma parte del secreto industrial o comercial.
EL FENÓMENO DE LA FAMA INSTANTANEA
El caso se suma a una serie de incidentes donde trabajadores buscan visibilidad en redes sociales desde sus centros laborales, ignorando que en muchas industrias —especialmente aquellas que operan bajo contratos con proveedores internacionales o de sectores como electrónica, aeroespacial o automotriz— el incumplimiento de normas de confidencialidad puede acarrear consecuencias legales y laborales inmediatas.
En las entidades del norte de México es donde se concentra la mayor parte de la industria maquiladora, las normas de seguridad y privacidad suelen ser estrictas. Las empresas exigen a sus empleados firmar contratos que prohíben expresamente la divulgación de imágenes, videos o cualquier otro contenido que pueda comprometer la operación o la propiedad intelectual de la empresa.
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El fenómeno también habla de la presión social y económica que empuja a muchos jóvenes a buscar otras formas de reconocimiento, más allá del salario formal. La viralidad en TikTok, Instagram o YouTube promete fama y ganancias, pero en muchos casos sin garantías, y a menudo, con consecuencias laborales imprevistas.
¿QUÉ DICE LA LEY EN MÉXICO?
De acuerdo con la Ley Federal del Trabajo, una empresa puede rescindir el contrato de un empleado sin responsabilidad si este incurre en actos que comprometan la seguridad o la integridad de la empresa, incluyendo la divulgación de información confidencial. En contextos donde hay documentación firmada, como un acuerdo de confidencialidad (NDA, por sus siglas en inglés), el despido está legalmente fundamentado.
No obstante, los expertos laborales advierten que cada caso debe ser analizado individualmente, ya que si la empresa no especificó claramente las restricciones o si no se notificó al trabajador de manera formal sobre las políticas internas, el despido podría ser impugnado.
NADA DE CHAMBA Y PURO TIKTOK
El despido de estas jóvenes pone sobre la mesa el choque entre las aspiraciones digitales y las estructuras laborales tradicionales. Para una generación criada con teléfonos inteligentes y redes sociales, grabar un video no es una falta, sino una forma de expresión. Sin embargo, para muchas empresas, aún representa un riesgo legal, reputacional y económico.
El caso también evidencia un vacío en la cultura laboral mexicana: la falta de políticas claras de uso de redes sociales dentro de los espacios de trabajo. Mientras algunos sectores se adaptan con reglas específicas, en otros todavía hay un desfase que genera conflictos como este. N