Hablar de poderío nuclear implica la capacidad que tienen los Estados para desarrollar, poseer y emplear armas nucleares, cuya energía se obtiene de distintos átomos como los de uranio, plutonio e incluso radioisótopos del hidrógeno, con fines estratégicos y bélicos ya sean defensivos u ofensivos.
El punto de partida para que un Estado posea poderío nuclear es su capacidad científico-tecnológica para manipular los núcleos de los átomos y liberar y controlar la energía contenida en ellos a través de procesos de fisión o de fusión.
Esta capacidad confiere a los Estados conocimientos que pueden transferirse, al lado de otros avances científicos, a la producción de armas nucleares y de sistemas para su lanzamiento, lo mismo que la infraestructura para desarrollar esquemas defensivos y estrategias de disuasión efectivas.
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Desde una perspectiva política y estratégica, el poderío nuclear es la capacidad que posee un Estado para realizar ataques con armas atómicas a naciones agresoras o responder a un golpe en caso de ser atacado, por lo que, además, implica no solo la posesión, el uso y la capacidad de desarrollar este tipo de armas como elementos de coerción y de disuasión, sino además trae consigo el desarrollo de sistemas de inteligencia que permitan su continuo desarrollo y perfeccionamiento.
El poderío nuclear contempla desde el dominio científico hasta las dimensiones de política internacional y estrategia militar. No debemos de olvidar que este poderío ha transformado de manera radical la estructura del sistema internacional desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando hizo su “debut” esta nueva fuente de poder con el lanzamiento de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki, y la consecuente carrera nuclear entre las dos grandes hegemonías de la Guerra Fría, a saber, Estados Unidos y la otrora Unión Soviética. Y continúa presente hasta nuestros días.
¿CUÁLES SON LOS RIESGOS EN EL MUNDO ACTUAL FRENTE AL PODERÍO NUCLEAR?
Ante la complejidad científica, política, militar y estratégica que implica el poderío nuclear, bien podemos preguntarnos: ¿cuáles son los riesgos en el mundo actual? ¿Cuáles son los países que gozan de mayor capacidad atómica que pueden poner en riesgo la seguridad internacional? ¿Acaso Irán o Corea del Norte tienen capacidad nuclear suficiente que ponga en riesgo la seguridad internacional como recurrentemente lo dicen los medios occidentales?
Si bien el tema de la capacidad nuclear global sigue siendo un asunto central en la agenda de seguridad internacional, en determinados momentos parece volverse más preocupante por las declaraciones de algunos líderes mundiales como Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping, por lo que es imperativo tener información lo más precisa respecto a la capacidad nuclear que hoy impera en el mundo.
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De acuerdo con información del Instituto Internacional de Estudios para la Paz, de Estocolmo (SIPRI), instancia reconocida mundialmente por proporcionar los datos más recientes y confiables sobre el estado que guardan los arsenales nucleares en el planeta, son nueve los países reconocidos como poseedores de armas nucleares. La lista la encabezan por mucho Rusia y Estados Unidos, seguidos de lejos por China, Francia, Reino Unido, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte, en este orden. Irán es claro que no figura en esta lista, aunque mediáticamente se insista en verlo como una amenaza nuclear.
RUSIA Y ESTADOS UNIDOS ENCABEZAN LA LISTA
Los datos del SIPRI reportaron un total de ojivas nucleares de aproximadamente 12,121 en enero de 2024, y en el primer trimestre de 2025 la cifra ha llegado a las 12,331 aproximadamente, lo que muestra un claro aumento no solo cuantitativo, sino operativo y en su modernización.
Rusia encabeza la lista en total de ojivas en arsenales militares, en ojivas desplazadas y en ojivas en alerta operativa alta, seguido de Estados Unidos y China, que muestra una expansión acelerada en los últimos años.
Ciertamente las cifras varían según distintas fuentes y años, ya que los países mantienen altos niveles de secretismo sobre sus arsenales. No obstante, los datos del SIPRI son un buen indicador del estado actual, lo mismo que los proporcionados por la Federation of American Scientist (FAS). Ambas fuentes coinciden en reconocer que Estados Unidos y Rusia juntos poseen cerca del 88 por ciento de todas las armas nucleares del mundo.
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Uno de los mayores riesgos del poderío nuclear en la actualidad radica en que todos los países miembros de este selecto club nuclear (los nueve ya enlistados) continúan modernizando y expandiendo sus arsenales. Además, se observa una multiplicación de cabezas nucleares en misiles de India, Pakistán y Corea del Norte, ya que buscan aumentar su capacidad de despliegue de ojivas múltiples.
Cabe mencionar que los otros seis países ya contaban con esta tecnología desde hace varias décadas, y lo más preocupante es que hay un número significativo de ojivas en estado de alerta máxima, es decir, listas para ser lanzadas en minutos, lo que incrementa el riesgo de una escalada accidental.
LA AMENAZA NUCLEAR NO HA DESAPARECIDO
Y a estos riesgos se añade una creciente disminución de la transparencia, particularmente de Estados Unidos y Rusia, en cuanto a sus arsenales desde el inicio de la guerra ruso-ucraniana en 2022, lo cual dificulta aún más el monitoreo internacional.
Más allá de las visiones mediáticas, algunas de ellas incluso catastrofistas y distópicas, lo cierto es que la amenaza nuclear no ha desaparecido como se llegó a pensar al fin de la Guerra Fría. Las cuestiones nucleares, particularmente en el sector militar y armamentista, tienen una enorme vigencia, y factores como la guerra ruso-ucraniana, las disputas hegemónicas entre Estados Unidos y China, la crisis en Oriente Medio, la revisión que ha hecho Rusia de su doctrina militar nuclear y la existencia de ojivas en estado de alerta máxima confirman la amenaza latente. Y, con ello la percepción de peligro que comparten científicos, expertos en seguridad y organizaciones internacionales.
La cuestión nuclear y las amenazas subyacentes son un asunto central de la dinámica mundial actual. N
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Luz Araceli González Uresti es profesora investigadora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.