Un “capítulo perdido” sobre la evolución humana salió a la luz tras un análisis del ADN moderno. Este revela que nuestra ascendencia no proviene de una sola, sino de dos poblaciones ancestrales, las cuales se separaron y, posteriormente, volvieron a fusionarse mucho antes de la expansión de los humanos modernos por el mundo.
Investigadores de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, determinaron que estas poblaciones divergieron hace 1.5 millones de años y se reunieron 1.2 millones de años después.
“La pregunta sobre nuestros orígenes ha intrigado a la humanidad durante siglos”, afirmó Trevor Cousins, biólogo evolutivo y autor del estudio publicado en Nature Genetics.
Durante mucho tiempo se ha creído que evolucionamos a partir de un solo linaje ancestral continuo, pero los detalles exactos de nuestra historia evolutiva siguen siendo inciertos.
“Si bien los pormenores no están claros, la creencia predominante durante los últimos 20 años ha sido que los humanos modernos aparecieron por primera vez en África hace unos 200,000 a 300,000 años, descendientes de un único linaje ancestral continuo”, dijo Cousins.
Su colega, el profesor Richard Durbin, agregó: “Nuestra investigación muestra señales claras de que nuestros orígenes evolutivos son más complejos e involucran a diferentes grupos que se desarrollaron por separado durante más de un millón de años y luego regresaron para formar la especie humana moderna”.
Basándose en el registro fósil, argumentaron que especies como el Homo erectus y el Homo heidelbergensis vivieron en África (y más allá) durante el periodo en cuestión, lo que los convierte en posibles candidatos para estas poblaciones ancestrales.
EL PROYECTO 1,000 GENOMAS
En su estudio, los investigadores analizaron las secuencias genéticas completas de más de 1,000 humanos modernos, en lugar de ADN extraído de huesos antiguos, lo que permitió al equipo inferir la presencia de poblaciones ancestrales que de otro modo no habrían dejado rastros físicos.
Los datos genéticos utilizados en el análisis se recopilaron como parte del llamado “Proyecto 1,000 Genomas”, que secuenció el ADN de personas de todo el mundo.
Los investigadores desarrollaron un algoritmo, al que denominaron “cobraa”, que puede revelar cómo se separan las poblaciones humanas y cómo pueden volver a unirse más tarde. Cobraa también reveló algunos cambios significativos en una de las dos poblaciones ancestrales que ocurrieron después de que se separaron.
“Inmediatamente después de la separación de las dos poblaciones ancestrales, observamos un grave cuello de botella en una de ellas, lo que sugiere que se redujo a un tamaño muy pequeño antes de crecer lentamente a lo largo de un período de un millón de años”, afirmó el profesor Aylwyn Scally, coautor del artículo.
Esta población aportaría posteriormente alrededor del 80 por ciento del material genético de los humanos modernos, y también parece haber sido la población ancestral de la que divergieron los neandertales y los denisovanos.
Tanto los neandertales como los denisovanos se cruzaron con el Homo sapiens hace unos 50,000 años. Si bien el ADN neandertal representa alrededor del 2 por ciento del genoma de los humanos modernos no africanos, el evento de mezcla recientemente identificado, ocurrido 250,000 años antes, contribuyó con hasta 10 veces el ADN presente en todos los humanos modernos.
EL CAPÍTULO PERDIDO DE LA EVOLUCIÓN HUMANA: LAS ESPECIES DEL PASADO
En ese sentido, Cousins añadió al tema: “Algunos de los genes de la población que aportaron una minoría de nuestro material genético, en particular los relacionados con la función cerebral y el procesamiento neuronal, pueden haber desempeñado un papel crucial en la evolución humana”.
El análisis del equipo también indicó que los genes heredados de esta segunda población a menudo están ubicados lejos de las partes del genoma involucradas en las funciones genéticas, lo que sugiere que pueden haber sido menos compatibles con el trasfondo genético mayoritario.
Una forma de selección natural conocida como “selección negativa”, explicaron los investigadores, actúa para eliminar mutaciones dañinas con el tiempo y podría haber eliminado elementos incompatibles.
Además de estudiar a los humanos, los investigadores también utilizaron cobras para explorar la historia genética de otras especies (incluidos murciélagos, chimpancés, delfines y gorilas) y encontraron evidencia de estructuras poblacionales ancestrales en algunos de estos grupos, pero no en todos.
“Lo que está quedando claro es que la idea de que las especies evolucionan en linajes limpios y distintos es demasiado simplista. El mestizaje y el intercambio genético probablemente han desempeñado un papel importante en el surgimiento de nuevas especies en todo el reino animal”, sostuvo Cousins.
Una vez completado el estudio inicial, los investigadores esperan ahora perfeccionar su modelo de cobraa para poder revelar intercambios genéticos más graduales entre diferentes poblaciones. Scally concluyó: “El hecho de que podamos reconstruir eventos de cientos de miles o millones de años atrás, simplemente observando el ADN actual, es asombroso, y nos dice que nuestra historia es mucho más rica y compleja de lo que imaginábamos”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)