Acalorados desacuerdos sobre sexualidad y género están en el centro de las guerras culturales actuales. El biólogo evolutivo Nathan H. Lents argumenta en su nuevo libro, La evolución sexual: cómo 500 millones de años de sexo, género y apareamiento dan forma a las relaciones modernas (Mariner Books), que solo tenemos que mirar al mundo de los animales para ver que no hay una única forma correcta de comprender nuestras relaciones sexuales. De hecho, la diversidad sexual ayuda a las especies animales a prosperar.
En este extracto de su libro, Lents analiza dos estilos de apareamiento diferentes que contribuyen a crear fuertes vínculos parentales y arrojan luz sobre los orígenes de la familia humana.
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En solo dos generaciones el panorama sexual ha cambiado por completo en la mayor parte del mundo desarrollado, por lo que no es de extrañar que muchas personas encuentren todo esto terriblemente inquietante. Lo que me sorprende, sin embargo, es lo poco que la biología y la historia natural del sexo han influido en la conversación pública. Afirmo que este momento de agitación sexual es en realidad un redescubrimiento de la relación mucho más amplia que nuestros antepasados tuvieron con el sexo y que otros animales disfrutan hoy en día.
¿LOS ANIMALES CÓMO VIVEN EL SEXO?
En el mundo moderno, gran parte de la forma en que expresamos nuestra sexualidad y establecemos nuestras relaciones se deriva de construcciones culturales, no de un cableado biológico innato. Un vistazo a la vida sexual de otros animales destruye la idea de que la actividad sexual tiene como único objetivo la procreación. Los biólogos han descubierto una lista cada vez mayor de razones por las que los animales tienen relaciones sexuales entre sí. Los animales utilizan el sexo para crear vínculos, cohesión social y alianzas. Utilizan el sexo con fines engañosos, competitivos y económicos. Incluso practican sexo por la misma razón que nosotros: por diversión.
Además, en ninguna otra especie, salvo en la humana, el sexo está rígidamente restringido por conceptos generales como la heterosexualidad y la monogamia sexual, ni lo ha estado durante la mayor parte de la historia de nuestra especie. Mientras los humanos exploramos este territorio sexual supuestamente nuevo, podemos buscar en nuestros primos animales orientación sobre cómo gestionar este campo minado de agitación social.
Durante generaciones, los antropólogos han discutido si los humanos han evolucionado para la monogamia o para algún otro sistema de apareamiento, como la poliginia, la poliandria o la promiscuidad. Pero cualquier exploración de la monogamia debe empezar por separarla en dos conceptos completamente diferentes: monogamia social y monogamia sexual.
La monogamia sexual es exactamente lo que parece: la restricción de las relaciones sexuales a una pareja unida. La monogamia social, también conocida como monogamia económica, describe el vínculo en sí, un fuerte apego neurohormonal entre dos adultos que facilita el reparto de comida y territorio, excluyendo a otros, durante al menos una temporada de cría, y generalmente con el propósito de criar descendencia. Para ayudarnos a entender la experiencia humana de la monogamia es útil observar cómo funciona en otros primates.
UNA FAMILIA NUCLEAR
El mono titi cobrizo (Plecturocebus cupreus) suele considerarse el primate con una estructura familiar más parecida a la nuestra. Un macho y una hembra forman un grupo con sus hijos, una familia nuclear, que en ocasiones puede incorporar también una tercera generación. Desde hace tiempo se sabe que estos monos forman fuertes parejas heterosexuales y se emparejan de por vida, pero en 2020 se descubrió que tienen la distinción de ser la octava especie de mamífero descubierta sexualmente exclusiva, lo que significa que son social y sexualmente monógamos. (Eso es ocho de 5,000 especies, o solo el 0.15 por ciento).
Los machos y las hembras de esta especie tienen un aspecto idéntico y se comportan de forma muy similar. Se emparejan muy bien y comparten al máximo las tareas de crianza. Mientras las hembras se ocupan de la lactancia, los padres hacen la mayor parte del trabajo y cargan a los niños hasta que pueden andar.
También trabajan juntos para procurarse comida y defender el territorio y la familia. El apego entre titis apareados es muy intenso, y los miembros de la pareja se angustian en ausencia del otro. Ambos sexos son extremadamente celosos. De hecho, inmediatamente después de que se descubriera que son sexualmente monógamos, se convirtieron en el centro de la investigación sobre la neurobiología de los celos, ya que monogamia y celos van de la mano.

DOS SEXOS PROGRAMADOS PARA LOS MISMOS COMPORTAMIENTOS
El mismo estudio que demostró la monogamia sexual también reveló una razón clave por la que esta es defendible para los titis: las parejas apareadas no son parientes cercanos, lo que significa que esta especie ya dispone de un sistema para evitar la endogamia, el gran peligro que se pretende prevenir con la promiscuidad. En los titis, tanto machos como hembras abandonan instintivamente su área en la que crecieron cuando alcanzan la edad adulta. Esto se denomina dispersión natal y, dado que uno y otro sexo lo hacen y que la población de titis es lo suficientemente grande, parece ser suficiente para garantizar una población genéticamente robusta: otro ejemplo de cómo los dos sexos están programados para los mismos comportamientos en estos monos.
Machos y hembras en igualdad de condiciones parece ser un ingrediente clave en la receta de la monogamia sexual. De los ocho mamíferos sexualmente monógamos, tres son primates. En los tres, los machos y las hembras son físicamente indistinguibles, se comportan de forma similar y contribuyen por igual al cuidado parental. Esto no es habitual. En la mayoría de los primates, las hembras y los machos tienen marcas o tamaños corporales diferentes. Por ejemplo, los machos de gorila son casi el doble de grandes que las hembras. Y los comportamientos también suelen ser sexualmente dimórficos, dadas las realidades del embarazo, la lactancia y el largo periodo de desarrollo de las crías de primate.
El hecho de que los tres primates sexualmente monógamos tengan sexos físicamente indistinguibles no puede ser una coincidencia. Hay muchas especies de primates cuyos machos y hembras parecen idénticos, pero que no son sexualmente monógamos, así que está claro que esto no es suficiente, pero puede ser un punto de partida necesario para que surja la monogamia sexual. Y esto tiene sentido porque la monogamia es un potente igualador entre los sexos.
SE NECESITA UN PUEBLO
En el otro extremo de la exclusividad sexual se encuentran los macacos de Berbería (Macaca sylvanus), que, a pesar de formar estrechos lazos sociales, son totalmente promiscuos sexualmente. No faltan datos fascinantes sobre estos monos. Pertenecen a la rama más antigua de los macacos, son la única especie de macaco que se encuentra fuera de Asia y son los únicos primates no humanos que viven al norte del desierto del Sahara. Estos ingeniosos monos de tamaño mediano también tienen la singular distinción de ser los únicos primates que han colonizado Europa con éxito en un pasado reciente: polizones en barcos desde Marruecos a Gibraltar han establecido una población estable de más de 300 individuos.
Pero los macacos de Berbería también son únicos entre los primates por su sistema de aloparentalidad distribuida, en el que grupos de animales contribuyen comunitariamente al cuidado de las crías, independientemente de su parentesco. Tanto machos como hembras contribuyen a la crianza de todas las crías de la tropa. Los macacos de Berbería machos cargan constantemente con las crías, las acicalan, juegan con ellas y las ayudan a comer una vez destetadas.
Las tropas de macacos de Berbería también son matriarcales, y la dominación viene determinada por el parentesco con la hembra de mayor rango. Los machos forman coaliciones, o amistades, y a menudo son invitados a interactuar socialmente cuando un macho entrega a otro un bebé para que lo cuide. Aunque practican el sexo con más frecuencia durante el celo, las hembras disfrutan del sexo durante todo el año, tanto con machos como con hembras.
¿CÓMO SE DETERMINA EL SEXO ENTRE LOS ANIMALES?
Los machos también son bisexuales y promiscuos en esta especie tan sexual, pero el acceso sexual heterosexual (elección de pareja) está impulsado por las hembras y sigue principalmente la jerarquía de dominación, lo que significa que las hembras prefieren a los machos de alto estatus social. Debido a todo el sexo que se practica, la paternidad es un completo misterio. Y las madres solo favorecen débilmente a su propia descendencia genética.
La paternidad comunitaria de los macacos de Berbería es realmente impresionante, y también inesperada. Entre los mamíferos, siempre que la paternidad está oscurecida, generalmente vemos menos inversión paterna, no más. En la mente de un mamífero, si no sabe qué hijo es suyo, no suele molestarse en invertir en ninguno. Pero en estos macacos parece ser lo contrario. Como cualquiera de los hijos podría ser suyo, invierten en todos. Y, lo que es más, la crianza comunitaria parece ser el pegamento social que mantiene unido al grupo.
¿Podría ser un resultado de la estructura matriarcal? Es posible que sea un factor contribuyente o necesario, pero definitivamente no es suficiente, ya que hay muchas especies de primates matriarcales —incluidos los bonobos y más de 100 especies de lémures— y solo los bereberes son tan especiales.

LOS SEXOS INDISTINGUIBLES PARECEN CORRELACIONARSE CON LA MONOGAMIA
Aunque los macacos de Berbería no se aparean, muestran fuertes vínculos sociales. De hecho, los compañeros sociales, sobre todo los machos, pueden formar diadas [grupos de dos] de corta duración mientras cuidan juntos de las crías, como pequeñas familias de acogida temporales.
Debido a su naturaleza igualitaria, su paternidad altamente invertida y su estructura matriarcal, podríamos estar tentados de esperar poco o ningún dimorfismo sexual en los macacos de Berbería, como en los monos titi, pero nos equivocaríamos. Esto se debe a que los sexos indistinguibles parecen correlacionarse con la monogamia, y los macacos de Berbería son lo contrario de monógamos. No forman diadas estables, y todos tienen sexo con todos los demás.
En cuanto al dimorfismo, los machos son un 15 por ciento más grandes que las hembras, y las hembras tienen hinchazones genitales que las hacen fáciles de detectar. También se comportan de forma diferente, pues forman coaliciones segregadas por sexos y una jerarquía de dominación liderada por las hembras para el acicalamiento y el reparto de alimentos. Las hembras cuidan de las crías más jóvenes, pero luego los machos asumen la mayor parte de las tareas de crianza a medida que las crías se destetan y adquieren mayor capacidad física.
MUJER FELIZ, VIDA FELIZ
Aunque los monos titi, con su total ausencia de dimorfismo sexual y su fuerte monogamia sexual y social, parecen el extremo opuesto de los macacos de Berbería, que son sexualmente dimórficos y no muestran monogamia alguna, estos dos monos tienen en realidad dos cosas en común que los sitúan en las antípodas de la mayoría de los demás primates.
En primer lugar, ambos muestran una elevada inversión paterna en la descendencia. Y, en segundo lugar, tanto en los titis como en los berberiscos, las hembras muestran un alto grado de autonomía y son las ejecutoras de la elección de pareja. En muchos mamíferos los machos son dominantes, agresivos, controladores sexuales y coercitivos, mientras que las hembras no tienen más remedio que soportarlo. En estas dos especies, sin embargo, las hembras tienen plenos poderes.
HAY MUCHOS CAMINOS HACIA UNA EXISTENCIA PACÍFICA
A riesgo de romantizar, tanto los titis cobrizos como los macacos de Berbería tienen igualdad de sexos y grupos sociales que viven en relativa armonía. En el caso de los titis, los grupos son familias estrictamente nucleares, mientras que en los de Berbería son grandes familias mixtas, pero en ambas los miembros trabajan juntos de forma cooperativa y mayoritariamente libres de conflictos sexuales.
Esto demuestra que hay muchos caminos hacia una existencia pacífica, y que tanto la monogamia como la promiscuidad pueden conducir a ella. El factor común, al menos en estos dos primates, es el empoderamiento de las hembras, que también vemos en algunas sociedades del primate más extraño de todos, el humano. Ya se trate de titis cobrizos, macacos de Berbería o seres humanos, cuando las hembras están al mando, la armonía y la equidad son los resultados naturales. Algo sobre lo que reflexionar. N
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Del libro La evolución sexual, de Nathan H. Lents. Copyright © 2025 por Nathan Lents. Reimpreso con permiso de la editorial HarperCollins. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.