La energía del Sol podría influir en el desencadenamiento de terremotos en la Tierra, un descubrimiento que mejoraría las predicciones sísmicas al considerar también los pronósticos solares.
Esta conclusión proviene de un equipo internacional de investigadores de Brasil y Japón, cuyo modelo establece un vínculo entre la actividad solar y sísmica a través del impacto del Sol en la atmósfera terrestre.
Aunque los científicos advierten que el “efecto del calor solar” sobre los terremotos es probablemente mínimo, creen que podría ser una pieza clave dentro de un panorama más amplio.
“Es una línea de investigación fascinante, y esperamos que nuestro estudio aporte más claridad sobre los factores que desencadenan los terremotos”, afirmó en un comunicado Matheus Saldanha, científico informático de la Universidad de São Paulo, Brasil.
Los terremotos ocurren como resultado del movimiento constante —aunque para nosotros imperceptiblemente lento— de las placas tectónicas a través de la superficie de la Tierra, lo que provoca la acumulación de tensión en la corteza. Cuando la tensión supera la resistencia de la roca y crea una nueva falla, o vence la fricción en los planos de falla existentes, el suelo se desplaza y libera ondas de energía, lo que provoca un terremoto.
El estudio se basa en una investigación anterior, publicada en 2022, que encontró una asociación entre la cantidad de manchas solares y la actividad sísmica aquí en la Tierra.
LA RELACIÓN ENTRE EL SOL, LA TEMPERATURA ATMOSFÉRICA Y LOS TERREMOTOS
Ese análisis encontró que la precisión de la predicción de la magnitud del terremoto del día siguiente podría mejorarse entre un 2.6 y un 17.9 por ciento cuando se incluían los datos de actividad solar.
En su último estudio, los investigadores analizaron datos de terremotos junto con registros de actividad solar y temperaturas de la superficie de la Tierra.
“El calor solar provoca cambios en la temperatura atmosférica, que a su vez pueden afectar aspectos como las propiedades de las rocas y el movimiento del agua subterránea”, explicó Saldanha.
Y agregó: “Estas fluctuaciones pueden hacer que las rocas sean más frágiles y propensas a fracturarse, por ejemplo, y los cambios en las precipitaciones y el deshielo pueden alterar la presión de los límites de las placas tectónicas. Si bien estos factores pueden no ser los principales impulsores de los terremotos, aún podrían desempeñar un papel que ayude a predecir la actividad sísmica”.
De hecho, el equipo observó que cuando incorporaron detalles de la temperatura de la superficie de la Tierra a sus modelos sísmicos, estos se volvieron más precisos, particularmente en el caso de terremotos superficiales. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)