El 3 de julio de 2020 recibí una llamada telefónica terrible. La llamada que ningún progenitor jamás espera recibir. La llamada que cambió mi vida para siempre.
Aquella mañana había enviado un mensaje de texto a mi hijo, Jack, preguntándole cuándo volvería a casa tras visitar a un amigo. Nunca recibí respuesta. Empecé a trabajar en los asuntos domésticos que tenía pendientes sin preocuparme por el hecho de que Jack no me hubiera respondido.
Sin embargo, también envié un texto al amigo en cuestión para preguntarle por Jack, y el chico respondió que trataría de comunicarse con él. Poco después recibí la terrible llamada. No tenía la menor idea lo que me esperaba. Ni la más mínima.
Era el padre de Jack, gritando, con la voz entrecortada. “¡Se ha ido! ¡Jack ya no despertó!”. Caí de rodillas al suelo dando alaridos. ¡NO! ¡NO! ¡NO!
Jack había ido a casa de su amigo en Marlboro, Nueva Jersey, para celebrar su 21 cumpleaños. En algún momento de la noche mi hijo tomó lo que creyó era una tableta de Percocet [oxicodona y acetaminofén]. Pero no era tal. Lo que ingirió fue una sustancia ilegal mezclada con tanto fentanilo que le paralizó el corazón.
Un mes antes de su muerte Jack había creado un negocio al que llamó “Happy Jack”. Este era un nombre que englobaba una comunidad en línea enfocada en estilos de vida y dirigida a personas que sufrían de problemas mentales.
¿CÓMO ERA LA VIDA ANTES DE LA TERRIBLE LLAMADA?
Sucede que mi hijo padecía de ansiedad y episodios de depresión, por lo que recurría al diseño y la pintura como una forma de terapia. Jack era un joven apuesto, carismático y con un increíble sentido del humor, por lo que era muy querido por cuantos lo conocían.
Era valiente en el más amplio sentido de la palabra. Vivía intensamente, sin temores, y estoy segura de que no se arrepentía de nada de lo que había hecho en su vida. Una vez que entregaba su afecto, amaba con todas sus fuerzas y era leal a toda prueba.
Cuando la ansiedad lo atormentaba, Jack tendía a sentirse abrumado. El exceso de trabajo escolar, adaptarse a la vida universitaria y sí, incluso dirigir “Happy Jack”, solían desencadenar su ansiedad.
Durante esos episodios Jack no podía comer ni dormir, de modo que la ansiedad terminó por manifestarse de manera física, en forma de depresión. Mi hijo solía decirme que vivía entre sombras, siempre tratando de “crear” la felicidad que, como todos sabemos, viene de nuestro interior.
Su negocio, “Happy Jack”, ofrece los diseños gráficos de mi hijo en prendas de vestir y destina una parte de las ganancias a fundaciones que trabajan en el campo de la salud mental. De hecho, durante la primera semana de operaciones, Jack donó 1,000 dólares a la organización Child Mind Institute.
ÉL ANHELABA HACER DE ESTE MUNDO UN LUGAR MÁS AMABLE
Su padre y yo tomamos el compromiso de continuar la labor de nuestro hijo para honrar su legado y expandir su misión. Jack nunca ocultó sus dificultades personales, y abrigaba la esperanza de cambiar el mundo.
Mi hijo anhelaba hacer de este mundo un lugar más amable, por lo que hablaba de sus problemas abiertamente para que otros chicos supieran que no estaban solos en su lucha contra la enfermedad mental.
Nos sentimos obligados a ayudar a otros jóvenes que están pasando por lo mismo que vivió Jack. Por ello seguimos utilizando los diseños de nuestro hijo en productos nuevos, y hemos donado más de 100,000 dólares a fundaciones de salud mental como Active Minds, Born This Way, Release Recovery y Charlie’s Song.
Nunca tuvimos la menor duda de que continuaríamos con la labor de “Happy Jack”. Lo hacemos por nuestro hijo y por los millones de jóvenes que, como Jack, tienen que luchar contra la ansiedad y la depresión.
Nuestra misión se ha expandido para incluir actividades de concienciación y educación sobre el fentanilo, pues nos encontramos frente a una epidemia de proporciones inconmensurables. Imagina que tu hijo es otro Jack y que también está sufriendo. Es verdad que los chicos cometen errores. Pero el fentanilo es un error del que no tendrán oportunidad de aprender.
NO EXISTE TAL COSA COMO UNA DROGA RECREATIVA
Extraño a mi hijo con todo mi ser. Hasta el fondo del alma. Jack me enseñó el arte de la transparencia. Nunca le importó lo que opinaban los demás, y siempre hizo lo que le hacía feliz. Jack quería que todos abrazaran esa filosofía, pues estaba seguro de que solo así habría cambios en el mundo. Y creo que logró su cometido. Por lo menos en mi mundo.
Los progenitores no podemos solucionar problemas de salud mental, pero podemos ayudar a nuestros hijos en su lucha. Aunque es bien sabido que los chicos que sufren de trastornos mentales tienen mayor tendencia a consumir drogas recreativas, el fentanilo ha vuelto imposible esa opción.
Aquí cabe aclarar que no existe tal cosa como una droga recreativa. Pero ahora, según datos la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), una de cada diez pastillas ilegales contiene cantidades letales de fentanilo.
Escribo esto porque no quiero que mi historia se convierta en la de otra persona. N
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Bradi Nathan, la madre de Jack, es copropietaria de HappyJacksWorld.com, Florida. Todas las opiniones expresadas son exclusivas de la autora. Este ensayo fue producido en asociación con Evermore, organización estadounidense no partidista y sin fines de lucro dedicada a hacer del mundo un lugar más amable para todas las personas viven en duelo. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.