

EL FRÍO DEL INVIERNO PUEDE POTENCIAR LOS BENEFICIOS DE UN SPA. Imaginarlo es sencillo: árboles cubiertos de nieve fresca, silencio absoluto interrumpido apenas por el canto de un ave, vapor elevándose desde una piscina caliente y un instante donde Microsoft Teams parece un recuerdo lejano. Ese es el tipo de pausa que los spas pueden ofrecer en cualquier época del año, pero el invierno añade un valor único que hoy está ganando fuerza a nivel global.
Los spas suelen asociarse con destinos de clima cálido; sin embargo, el frío activa necesidades fisiológicas que vuelven a estos espacios especialmente útiles. En esta estación, los cambios en la presión atmosférica, la reducción de la actividad física y una circulación sanguínea más lenta pueden generar dolor muscular y articular.

Los tratamientos de spa en invierno ayudan a relajar músculos tensos, mejorar la circulación y reducir molestias ocasionadas por actividades cotidianas. El calor de saunas y piscinas también favorece el flujo sanguíneo y prepara al cuerpo para enfrentar temperaturas extremas.
Los beneficios inmunológicos son: incrementos en la cantidad de glóbulos blancos y la exposición al calor extremo pueden simular una fiebre ligera, activando mecanismos de defensa del organismo frente a infecciones.
Joe McDonnell, director de WGSN Insight, explicó a Newsweek Internacional que los spas están evolucionando hacia centros holísticos que combinan personalización, tecnología y naturaleza para promover salud física y equilibrio emocional.
“La fatiga digital y el estrés que marcarán 2025 están impulsando experiencias que restauren cuerpo y mente”, dijo.
Además, el concepto de bienestar social crece: más personas visitan spas en grupo, inspirándose en tradiciones como los banyas rusos o los onsen japoneses.
La longevidad, el rendimiento físico y la salud personalizada están definiendo la nueva oferta, con terapias avanzadas, talleres especializados y experiencias inmersivas.
Jacobs subraya que el invierno es ideal para programas de recuperación profunda. La exposición al frío, como la terapia de contraste, la hidroterapia o los baños helados grupales, puede ser altamente beneficiosa cuando se complementa con charlas guiadas y educación en bienestar.
En regiones invernales, esto se refleja en experiencias que combinan paisajes espectaculares con rituales terapéuticos. En los Alpes, por ejemplo, complejos como Aqua Dome en Austria o Bürgenstock Resort en Suiza ofrecen escenarios cinematográficos con montañas nevadas y piscinas termales.
Escandinavia sigue marcando tendencia. Finlandia ofrece propuestas como Arctic Bath y Kuru Private Resort, donde los huéspedes se sumergen en saunas flotantes y cabañas panorámicas; Islandia también se ha consolidado con lugares como The Retreat at Blue Lagoon.
Canadá replica la tradición nórdica con espacios al aire libre como Vettä Nordic Spa en Ontario o los complejos de la Isla del Príncipe Eduardo y Nueva Escocia.

En Japón, los onsen son parte esencial de la vida cultural desde el siglo VI. Propiedades como Amanemu y Hoshinoya Kyoto ofrecen una experiencia más ritualista, casi espiritual, centrada en la contemplación y la calma.
Whitney Haldeman, fundadora de Atlas Adventures, considera que la popularidad de estas experiencias responde a un deseo profundo de equilibrio.
“Los viajeros ya no buscan solo belleza: quieren detenerse, descansar y reconectar con lo esencial”, afirmó.
En un mundo acelerado, los spas invernales se están convirtiendo en un refugio para quienes buscan una pausa significativa, un espacio donde el frío no es un obstáculo, sino un aliado para transformar la manera en que entendemos el bienestar. N
(Con información de Newsweek Internacional)