Las malas prácticas alimentarias, como una dieta rica en sal y en alimentos procesados y pobre en frutas, tienen un costo sanitario oculto de más de 8 billones de dólares anuales, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que pide “actuar urgentemente” para transformar los sistemas agroalimentarios.
De acuerdo con el estudio de la FAO, los patrones de alimentación poco saludables están asociados a enfermedades no transmisibles, como las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y la diabetes, “muy por encima de los costos relacionados con la degradación ambiental y las desigualdades.
Al examinar las repercusiones sanitarias, en el informe se señalan 13 factores de riesgo alimentario, entre los que destacan una ingesta insuficiente de cereales integrales, frutas y hortalizas, un consumo excesivo de sodio y un consumo elevado de carnes rojas y elaboradas; con notables diferencias entre los distintos sistemas agroalimentarios.
Esta carga oculta representa hasta un 10 por ciento del PIB, especialmente en algunos Estados emergentes, según el informe, que abarca a 153 países y al 99 por ciento de la población mundial.
“Desde la perspectiva histórica, los sistemas agroalimentarios han pasado de ser tradicionales a industriales, y en cada caso ha habido resultados y costos ocultos distintos”, añade el artículo.
EL COSTO SANITARIO LIGADO A LAS PRÁCTICAS AGRÍCOLAS
Esta estimación es mínima, ya que el cálculo no incluye fenómenos de desnutrición. En ese tenor, la FAO resalta “la necesidad de compromisos nacionales más ambiciosos a todos los niveles, desde productores hasta consumidores”.
Los productores agrícolas deben tener acceso a tecnologías y ser remunerados por sus servicios ecosistémicos, apuntó. Los certificados (alimentos orgánicos, comercio justo, etcétera) constituyen una herramienta para mejorar sus ingresos, según el informe.
Aparte de los riesgos vinculados a la alimentación, las repercusiones ambientales de las prácticas agrícolas insostenibles acrecientan sustancialmente los costos ocultos.
Los costos asociados con las emisiones de gases de efecto invernadero, la escorrentía de nitrógeno, los cambios en el uso de la tierra y la contaminación del agua son particularmente altos en los países cuyos sistemas agroalimentarios están en proceso de diversificación, donde se observa un crecimiento económico acelerado acompañado de cambios en las modalidades de consumo y producción. Y donde se calcula que estos costos rondan los 720,000 millones de dólares. N