¿Acaso la música tiene alma? Para Luz Casal, sí. El escenario es su refugio, un lugar donde puede expresarse de manera más abierta y auténtica que en su vida cotidiana. Reconocida como una de las artistas españolas con mayor proyección internacional, basta una nota para reconocer su profunda y poderosa voz.
Para la intérprete española, cantar va más allá de ser una profesión: es una forma de ser y de compartir su esencia sin artificios. Gracias a su amor por la música enfrentó con éxito dos diagnósticos de cáncer. Durante su proceso de recuperación grabó dos álbumes e incursionó en el bolero.
“En el escenario me muestro de manera más impúdica. Allí muestro mis virtudes y defectos, así como mi rabia, deseos, frustraciones y alegrías. En esencia, considero que es mi forma de conectarme con los demás; es más que un simple trabajo, es a través de mis canciones que me expreso y me comunico con cada individuo”, comenta en entrevista con Newsweek en español la intérprete de éxitos como “No me importa nada”, “Piensa en mí” y “Sentir”.
Con grandes gafas cuadradas en tonos marrones, una blusa roja y un fondo repleto de árboles y ramas, la cantante de 65 años relata sus inicios, enfermedades, su amor por la literatura y aquella primera experiencia en un estudio de grabación.
A sus espaldas tiene una trayectoria de casi cuatro décadas. Dueña de una carrera sólida e impecable, acumula decena de premios que avalan su condición de pionera del rock español. En 1982 lanzó su primer disco, Luz, del cual destacan temas como “Ciudad sin ley”, “No aguanto más” y “Eres tú” —una canción de amor—; este último se diferenció del resto y vislumbró una versatilidad que un par de años más tarde se fortalecería con la aparición de su segundo disco, Los ojos del gato (1984).
LA EVOLUCIÓN DE LUZ CASAL
Cinco años después, en 1989, bajo la dirección de Paco Trinidad surgió Luz V, un álbum que incluyó los éxitos “Loca”, “Te dejé marchar” y “No me importa nada”. Fue entonces cuando se animó a aceptar la oferta de Pedro Almodóvar, quien le propuso interpretar dos canciones en su nueva película, Tacones lejanos. Se trataba de un bolero del músico mexicano Agustín Lara, “Piensa en mí”, y de la adaptación de un tema de Mina, “Un año de amor”.
Procedente del rock, Luz Casal evolucionó hacia otros géneros como rancheras, boleros, baladas y pop latino. Tras alcanzar el éxito en su país, España, logró fama internacional, y destacó especialmente en América del Sur y Francia. Lo anterior se confirmó en eventos como el festival organizado por Amnistía Internacional en Chile en 1991 y el sold out (lleno absoluto) que ofreció en el mítico teatro Olympia de París, por cuyas tablas pasaron figuras como Edith Piaf y los Rolling Stones.
—Una de tus características distintivas es que vives cada canción intensamente. Sobre el escenario tienes la capacidad de transitar de la alegría al profundo desgarro, ¿alguna presentación acentuó este rasgo o sobresale de otras? —preguntamos.
—No es el más glamoroso, pero fue mi primera experiencia en un estudio de grabación en Madrid. Me dieron unas horas durante la noche, casi al amanecer; solo estábamos el ingeniero de sonido y yo. Fue un sueño poder grabar unas canciones prácticamente en completa soledad cuando apenas tenía 16 años. El ingeniero se encontraba en un primer piso, mientras que yo estaba en una enorme sala diseñada para grabar orquestas, quién sabe de cuántos músicos, y allí estaba, sola, con un micrófono cantando.
“Ese momento fue como la prueba de que lo que siempre deseé, aquello que tanto esfuerzo me había costado conseguir, incluido convencer a mis padres, especialmente a mi madre, para que me permitieran viajar a Madrid y comenzar a independizarme siendo tan joven, se hizo realidad en aquella madrugada. Hacía muchísimo tiempo que no recordaba esto”, rememora Casal, oriunda de la ciudad española La Coruña.
UNA ENFERMEDAD Y DOS ÁLBUMES
Con más de una decena de discos a su nombre, en 2007 un cáncer de mama interrumpió su gira “Sencilla alegría”. Impulsada por su característica fortaleza, combinó el tratamiento con la preparación de un nuevo álbum. Empezó a componer, a escribir y a reunirse con los músicos y el productor, su viejo conocido Paco Trinidad.
Apenas nueve meses después regresó con Vida tóxica, un trabajo complejo y poético del que lanzó como primer sencillo una verdadera declaración de intenciones y la mejor respuesta para quienes se preguntaban cómo estaba después de la enfermedad: “Sé feliz”.
—Luz, ¿el hecho de haber enfrentado el cáncer en 2007 y 2010 te hizo considerar dejar la música o, por el contrario, fue un refugio durante la enfermedad?
—La acepté pensando que soy una persona afortunada gracias a la música. Me apoyé en este arte. Durante el primer episodio grabé un álbum que se tituló Vida tóxica, y en el segundo hice una inmersión en el bolero, un género que tenía pendiente explorar después de haber grabado para la película de Almodóvar y la continuación fue el disco La pasión. En esos dos periodos que podría haber estado triste y cansada, la música fue lo que me ayudó.
“La grabación del primer álbum, incluso cantando sentada porque no tenía fuerzas para hacerlo de pie, fue un enorme estímulo. No soy más fuerte que nadie, pero sé que algunas cosas me ayudan en la vida, y una de ellas es que siempre puede ser peor. Como dije cuando anuncié la suspensión de una gira en Francia iba a enfrentar la situación de manera directa, como quien coge el toro por los cuernos”, comparte, como una reserva total de su identidad.
LUZ CASAL PRESENTA CONCIERTO EN MÉXICO
En 2011, tras vencer nuevamente al cáncer, Luz emprendió una gira global que la llevó a actuar en diversos escenarios, desde Pekín hasta Montreal. Aunque el escenario es su refugio, la literatura también le ofrece un espacio donde puede expresarse libremente, un hábito que queda reflejado en sus redes sociales. Además de compartir fotos y videos de sus presentaciones, aprovecha cada oportunidad para publicar imágenes de las portadas de libros, entre ellas, La última función, de Luis Landero; En la corte de la Zarina, de Cruz Sánchez de Lara, y El lunes nos querrán, de Najat El Hachmi.
“La literatura es un espacio elegido, por ejemplo, en un libro de poemarios no estás analizándote, sino que estás viviendo lo que el autor está mostrándote”, pormenoriza.
Después de seis años, Casal regresó con un nuevo disco, Las ventanas de mi alma, el más autobiográfico de su carrera. Su voz volvió a pasearse entre la cadencia del bolero y la furia del roncanrol. Lanzado en marzo de 2023, resulta un trabajo grabado en La Casa Murada y producido por ella, Paco Salazar y Paco Trinidad.
—¿Qué inspiró el nombre de tu último proyecto? ¿Te dejaste llevar por la espontaneidad o pensaste cuidadosamente cada una de las piezas, considerando la versatilidad de cada una?
—Cuando acabo un álbum empiezo otro casi al día siguiente. Cuando llegó el confinamiento por la pandemia de covid-19 tenía mucho trabajo adelantado; durante ese periodo generé un número importante de letras de canciones como “Un lugar perfecto”, “Dame tu mano” y “La inocencia”. Considero este disco como uno de mis mejores trabajos. A nivel de texto, hablo y canto sobre cosas que no necesariamente son habituales.
UN EVENTO ÚNICO
La solista española ha recibido numerosos galardones, entre los más destacados se encuentran un Goya, la Medalla de las Artes y las Letras de Francia en 2009, un Latin Grammy, el Premio Nacional de las Músicas Actuales en 2013, el Premio Ondas a la trayectoria en 2022 y el reconocimiento de Comendadora de las Artes de Francia en 2023.
Ahora regresará a México para ofrecer un evento único: “Luz Casal en concierto”, el próximo 22 de octubre en el Pepsi Center WTC, en Ciudad de México, donde promete una noche inolvidable con su nueva producción y éxitos como “El canto del gallo”, “Hola, qué tal” y “Un poco más de amor”. Ya en 2018 ofreció una noche incomparable desde el Teatro Metropólitan. N