Un tesoro documental que permite seguir la pista a miles de apellidos hispanos durante varios siglos se aloja en la Real Maestranza de Caballería de la ciudad española de Ronda, un inestimable recurso en momentos de animado interés por la genealogía.
“El material recopilado por décadas convierte a esta institución privada, con sus orígenes en el siglo XVI, en uno de los archivos de referencia de apellidos más importantes en el mundo hispanoamericano”, asevera su director, Ignacio Herrera.
Aparte de sus fondos propios, la Maestranza de Ronda ha adquirido unos 30 archivos privados que incluyen documentos que van desde 1340, el de mayor antigüedad, hasta el siglo XX, sobre “nobleza, genealogía y heráldica (estudio de los escudos de armas), que es a lo que nosotros nos dedicamos”, señala Francisco Rosales, responsable del archivo.
Un caudal de información muy demandada por investigadores de genealogía, pero también por el público en general, que busca desde certificar herencias hasta simplemente conocer sus raíces. Unas solicitudes que muchas veces proceden de América Latina, donde “hay un boom” del interés por los orígenes de los apellidos, afirma Rosales.
Debido a la migración al “mundo hispanoamericano”, si uno se remonta “dos o tres generaciones más para arriba, ya se es de otro lado”, lo que explica el interés” de los latinoamericanos en los archivos españoles, explica el miembro de la Real Academia de la Historia y experto en genealogía, Jaime de Salazar y Acha.
“Es la curiosidad de alguien que quiere saber que si su abuelo no era de Buenos Aires, de dónde era (…) ¿De qué barco (descendió) y de dónde venía el barco? Todo eso abre un mundo de curiosidad, de expectativas, que hace muy atractivo el estudio de la genealogía”, acota el especialista.
EL ARCHIVO RÚJULA
“Nuestro archivo ayuda mucho en esa búsqueda. No te la va a solucionar un 100 por ciento, pero te va a ayudar, y en ese sentido somos uno de los más importantes del mundo hispano”, subraya Herrera.
La joya de la corona en Ronda es el archivo Rújula, que perteneció a la familia con ese apellido que desde finales del siglo XVIII, bajo el reinado de Carlos III, hasta finales del XX, documentó linajes para elaborar títulos nobiliarios, certificados de hidalguía, de escudos de armas, etcétera.
Los grandes tomos del Rújula, familia de reyes de armas, como se llamaban estos notarios de la nobleza, llenan varios estantes de la biblioteca de la Maestranza, un amplio salón con las paredes repletas de estanterías con libros y documentos y engalanado con retratos de reyes españoles.
Allí, en condiciones óptimas de iluminación y temperatura para conservar los preciados documentos, Rosales pasa las páginas de los tomos para enseñar su contenido: entradas escritas a mano, árboles genealógicos y copias de documentos oficiales certificando linajes.
Lo más destacado del Rújula es que tiene su propio sistema de catalogación, unos enormes ficheros con unas 800,000 entradas con apellidos, que indica dónde puede encontrarse información sobre ellos, ya sea en los tomos del archivo familiar o incluso en otros archivos públicos o privados de España.
Una verdadera “base de datos, pero del siglo XIX, hecha a mano”, dice Rosales sobre este fichero que facilita enormemente el investigar el recorrido de un apellido.
LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA FACILITAR LA BÚSQUEDA DE APELLIDOS HISPANOS
La querencia por la genealogía y la heráldica le viene a la Real Maestranza de Caballería por su propia historia. Esta comienza en 1573, cuando se conformó una hermandad de caballeros que respondió al llamado del rey Felipe II para que la nobleza colaborara en la defensa del territorio, en este caso la costa andaluza.
En Ronda, una localidad estratégica que corona un espectacular desfiladero de más de 100 metros de profundidad, la sociedad se dedicó al adiestramiento ecuestre, imprescindible para el ejercicio militar. Y para formar parte del selecto grupo, había que demostrar nobleza o hidalguía, por lo que la genealogía cobraba gran importancia.
Una historia que se palpa en la Maestranza, que sigue teniendo una escuela de equitación, una plaza de toros de finales del siglo XVIII, la primera construida para ser permanente en España, y el archivo dedicado a las materias afines a la institución.
“Somos un centro vivo, completamente vivo, tanto en archivo como en biblioteca, seguimos buscando repertorios de este tipo que podemos traer aquí a nuestro centro”, apunta Juan Moreno, bibliotecario de la Maestranza.
Además de tener más del 60 por ciento de su archivo digitalizado, para “ponerlo al servicio de la investigación”, en palabras de Rosales, la institución trabaja actualmente en un producto genealógico con inteligencia artificial para facilitar la tarea a aquellos que quieran indagar en sus orígenes. N