Los niveles de mercurio en el atún se han mantenido prácticamente sin cambios durante más de 50 años, según un estudio reciente publicado en Environmental Science & Technology Letters, de la ACS (American Chemistry Society, por sus siglas en inglés), el cual encontró que los niveles de este elemento químico no han variado en los peces desde 1971.
El mercurio, o metilmercurio, es una sustancia química tóxica que se encuentra en muchas especies de peces que la gente come en todo el mundo. Se acumula en gran medida a partir de peces que se alimentan de presas contaminadas con el químico, como peces más pequeños o crustáceos.
El mercurio proviene de algunas fuentes naturales, como los volcanes y la actividad geotérmica, así como de actividades humanas como la combustión de carbón, la minería y la quema de residuos.
“Este estudio ilustra que las concentraciones de mercurio en el atún en general se han mantenido estables entre 1971 y 2022 en todo el mundo, excepto en el noroeste del Pacífico, donde aumentaron significativamente en la década de 1990″, dice a Newsweek la autora del estudio, Anaïs Médieu, del Instituto Nacional Francés de Investigación para el Desarrollo Sostenible.
UN REFLEJO DE LA GRAN CANTIDAD DE MERCURIO HEREDADO
“Eso contrasta con la disminución global de las emisiones de mercurio a la atmósfera desde la década de 1970, y probablemente refleja la gran cantidad de mercurio heredado, que históricamente es mercurio emitido acumulado durante décadas o siglos en el subsuelo y en los océanos profundos”, añade Médieu. “Nuestra hipótesis es que, aunque reduzcamos las emisiones de mercurio en el medioambiente, la superficie del océano seguirá alimentándose por este elemento heredado de las aguas subterráneas, probablemente durante décadas.
“Esto implica que tendremos que continuar, e incluso acelerar, los esfuerzos de reducción de emisiones globales acordados por el Convenio de Minamata, y que tendremos que ser pacientes antes de ver una disminución de las concentraciones de mercurio después de aplicar medidas de reducción de emisiones”, añade la científica.
Demasiada cantidad de esta sustancia química puede provocar intoxicación por mercurio, que puede afectar el sistema nervioso y, en ocasiones, causar problemas de fertilidad y presión arterial, así como retrasos en el desarrollo de niños pequeños.
¿DE QUÉ SIRVE RASTREAR CUÁNTO MERCURIO CONTIENE EL ATÚN?
Por esta razón, los científicos querían rastrear cuánto mercurio se podía encontrar en el atún, uno de los pescados más populares del mundo. Para ello analizaron datos sobre los niveles de la sustancia en 3,000 muestras de peces capturados en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico.
De esta forma, examinaron específicamente atún barrilete, patudo u ojo grande, y aleta amarilla, ya que estas tres especies tropicales representan el 94 por ciento de las capturas mundiales de atún. Además, estas especies no experimentan migraciones transoceánicas, por lo que cualquier contaminación encontrada en ellos probablemente refleje las aguas en las que nadan.
La cantidad de mercurio en estas muestras de atún se mantuvo prácticamente sin cambios entre 1971 y 2022. Sin embargo, los investigadores también observaron que los niveles de la sustancia en la atmósfera disminuyeron durante el mismo periodo.
El equipo teorizó que los niveles estáticos de mercurio en el atún pueden deberse a una mezcla ascendente de mercurio “heredado” desde las aguas más profundas del océano hasta las zonas menos profundas, donde los atunes tropicales nadan y se alimentan. El mercurio heredado podría haberse emitido décadas antes y aún no se ven reflejados los efectos de la disminución de las emisiones en el aire.
LAS EMISIONES DE MERCURIO DEBEN REDUCIRSE DRÁSTICAMENTE
“El objetivo de este estudio no es decir que las concentraciones de mercurio en los atunes son altas o no, sino evaluar si la reducción de las emisiones de la sustancia en el medioambiente ha producido cambios en los niveles en los atunes durante las últimas décadas”, menciona Médieu.
“Evaluar los riesgos de la exposición al metilmercurio asociado con el consumo de pescado es una cuestión complicada porque implica conocer las concentraciones en el pescado consumido, pero también la frecuencia del consumo, así como la persona que está expuesta. (Los niños pequeños y las mujeres embarazadas están en mayor riesgo). Estos aspectos no se investigan en este estudio y, por lo tanto, requieren de más indagación”, añade.
Los investigadores descubrieron que se necesitarían otros 10 a 25 años para que las emisiones en el aire influyan en la cantidad de mercurio en los océanos. Esto solo se verá en las poblaciones de atún décadas más tarde.
Aunque será necesaria más investigación, estos hallazgos sugieren que las emisiones de mercurio deben reducirse drásticamente. También destacan la necesidad de un seguimiento continuo, y a más largo plazo, de los niveles de mercurio en los océanos. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)