Los elogios por el “pragmatismo” y “visión” del exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, fallecido este miércoles a los 100 años de edad, contrastan con el silencio en América Latina y la alusión a su “miseria moral”, la cual el presidente de Chile, Gabriel Boric, reposteó en la red social X (ex-Twitter).
“Ha muerto un hombre cuyo brillo histórico no consiguió jamás esconder su profunda miseria moral. K”, fue el mensaje que el embajador de Chile en Washington, Juan Gabriel Valdés, publicó en su cuenta en X después de conocerse el deceso de Kissinger, quien instigó el golpe de Estado de 1973 en el país sudamericano. El mandatario izquierdista chileno lo retuiteó, mientras que la Cancillería chilena decidió guardar silencio.
Henry Kissinger, primero como asesor de seguridad nacional y luego como secretario de Estado de Richard Nixon (1969-1974) y de Gerald Ford (1974-1977), aparte de impulsar el acercamiento de Washington y Pekín, fue determinante en la expansión de la guerra de Vietnam.
Pero también movió las piezas de Estados Unidos en el apoyo al golpe militar que encabezó el general Augusto Pinochet en Chile contra el gobierno del socialista Salvador Allende en 1973, y a otros gobiernos dictatoriales en América Latina, como los de Brasil y el de Anastasio Somoza, en Nicaragua.
“FUE INDIFERENTE A LAS VIOLACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS”
“Para Kissinger, América Latina fue una pieza en el cuadro geoestratégico global. La guerra contra el comunismo fue su única prioridad. Todas las demás consideraciones tenían poca importancia”, dice a la AFP Michael Shifter, expresidente del centro de estudios Diálogo Interamericano y profesor de la Universidad de Georgetown. “En ese contexto, Kissinger fue indiferente a las violaciones de los derechos humanos bajo gobiernos militares en la región”, sostiene.
Fue marcado el rol del político estadounidense en impedir que Allende asumiera como presidente en Chile en 1970, luego en desestabilizar su gobierno, lograr su derrocamiento y, más tarde, apoyar la dictadura de Pinochet (1973-1990).
“No veo por qué tenemos que quedarnos de brazos cruzados viendo cómo un país se vuelve comunista debido a la irresponsabilidad de su propia gente. Los temas son demasiado importantes como para dejar que los votantes chilenos decidan por sí mismos”, dijo Henry Kissinger ante un comité gubernamental en junio de 19970, antes de la elección de Allende.
Documentos desclasificados de la CIA muestran que, luego de que Allende ganó la elección, Kissinger supervisó operaciones para impedir que asumiera la presidencia, acciones que incluyeron el asesinato del jefe del Ejército, el general René Schneider.
“La obsesión de Kissinger con Chile se debía a la vía (democrática) que había elegido Allende para avanzar hacia su proyecto de una utopía socialista. Si esta experiencia tenía cierto éxito, podía tener una irradiación hacia países de Europa como Italia, Francia y Grecia”, dice Fernando Reyes Matta, diplomático chileno y exfuncionario del gobierno de Allende.
PRESENCIA DE HENRY KISSINGER EN CHILE
Tras el fracaso del complot y de que el socialista asumió como presidente, Kissinger rechazó cualquier entendimiento con el nuevo gobierno chileno, y pese a las recomendaciones, insistió en las intervenciones clandestinas y logró que se aplicara una política de ahogo de la economía chilena.
“Kissinger lamentablemente no hizo caso a la recomendación de su equipo, como Peter Vaky, su consejero de seguridad nacional, quien fue claro que Allende no representaba una amenaza mortal para Estados Unidos, y por lo tanto la estrategia de Kissinger fue inmoral e iba en contra de los valores democráticos”, afirma Shifter.
Una vez derrocado Allende, el 11 de septiembre de 1973, el político estadounidense, quien obtuvo el premio Nobel de la Paz ese mismo año por las conversaciones con Vietnam del Norte, apoyó con decisión la dictadura de Pinochet.
“Mi evaluación es que usted es una víctima de todos los grupos de izquierda del mundo y que su mayor pecado fue que derrocó a un gobierno que iba a ser comunista”, le dijo Henry Kissinger a Pinochet en 1976, pese a la recomendación de que presionara al dictador por las violaciones a los derechos de su régimen, que dejó un saldo de 3,200 víctimas, entre muertos y desaparecidos.
MURIÓ A LOS 100 AÑOS
Considerado una figura clave de la diplomacia estadounidense en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, Kissinger murió el miércoles a la edad de 100 años.
“El Dr. Henry Kissinger, un respetado académico y estadista estadounidense, murió hoy en su residencia en Connecticut”, anunció la noche del miércoles 29 de noviembre la Kissinger Associates en un comunicado.
Impulsor de un acercamiento con Moscú y Pekín en la década de 1970, este Premio Nobel de la Paz también vio su imagen empañada por páginas oscuras de la historia de Estados Unidos como el apoyo al golpe de Estado de 1973 en Chile, la invasión de Timor Oriental en 1975 y, sobre todo, la guerra de Vietnam.
Un diplomático tan escuchado como polémico, a este hombre de voz ronca le gustaba comentar sus ideas ante los periodistas y en conferencias internacionales. Fascinando a sus audiencias con su longevidad y vasta experiencia, era considerado un gran sabio por algunos y detestado por otros, que veían en él un criminal de guerra.
El hombre, que había celebrado su cumpleaños número 100 en mayo, mantuvo la atención de personalidades del mundo muchas décadas después de dejar sus responsabilidades en los asuntos internacionales. Por ejemplo, en julio viajó a Pekín para reunirse con el presidente chino, Xi Jinping.
Con la muerte de Kissinger, Estados Unidos perdió una de sus “voces más confiables y distintivas en política exterior”, dijo el expresidente George W. Bush en un comunicado. Su ascenso a lo más alto de la diplomacia estadounidense dice “tanto de su grandeza como de la grandeza de Estados Unidos”, afirmó Bush.
EL POLÉMICO PREMIO NOBEL DE LA PAZ DE HENRY KISSINGER
Heinz Alfred Kissinger, judío alemán nacido en 1923 en Baviera, se naturalizó estadounidense a los 20 años. Hijo de un maestro de escuela, se unió al contraespionaje militar y al ejército estadounidense antes de realizar estudios en Harvard, donde posteriormente enseñó.
Con sus características gafas grandes, se estableció como el rostro de la diplomacia global cuando el republicano Richard Nixon lo llamó a la Casa Blanca en 1969 como asesor de seguridad nacional y luego como secretario de Estado, cargos que ocupó de 1973 a 1975.
Siguió siendo un maestro de la diplomacia hasta 1977 bajo la presidencia de Gerald Ford. Fue entonces cuando inició la distensión con la Unión Soviética y el deshielo de las relaciones con la China de Mao, durante viajes secretos para organizar la histórica visita de Nixon a Pekín en 1972.
“Es una enorme pérdida para nuestros dos países y para el mundo”, escribió en X el embajador de China en Washington, Xie Feng, quien se dijo “profundamente” triste. “La historia recordará cómo el centenario contribuyó en las relaciones China-EEUU”, afirmó el embajador, en la primera reacción oficial de China al fallecimiento.
Henry Kissinger también dirigió, siempre en el mayor secreto y en paralelo a los bombardeos de Hanói, las negociaciones con Le Duc Tho para poner fin a la guerra de Vietnam.
La firma de un alto el fuego le valió el Nobel de la Paz compartido con el diplomático norvietnamita en 1973, uno de los más controvertidos en la historia del premio. N