En el mundo estamos atestiguando transformaciones muy significativas en los patrones comerciales. Si bien durante décadas la globalización ha sido el motor del desarrollo económico y la interconexión mundial, en los últimos años hemos presenciado cambios en esta dinámica que nos han llevado a la regionalización y al nearshoring como una tendencia que responde a los desafíos que ha traído la propia globalización. En su desarrollo, las economías mantienen una escala internacional, pero esta se lleva a cabo de manera estratégica y multifactorial.
En el mundo han ocurrido fenómenos y tensiones geopolíticas que han sacudido los cimientos de la economía global: la guerra comercial China-Estados Unidos (cambios en el equilibrio de poder), la invasión de Rusia a Ucrania, el conflicto China-Taiwán, cambios y rupturas de acuerdos internacionales y, por supuesto, la pandemia del covid-19, por mencionar algunas. Junto con ellas, en el marco de la producción industrial y el comercio, la necesidad de diversificar la proveeduría y eficientar los procesos logísticos ha impulsado la reevaluación de las cadenas de suministro.
En este contexto, el fenómeno del nearshoring en México representa una puerta abierta hacia un futuro prometedor, precisamente porque el nearshoring significa la reubicación de procesos comerciales y de producción hacia países cercanos a los mercados de consumo, sustituyendo a las ubicaciones distantes.
“Nearshoring” significa estar cerca del mercado objetivo y esta realidad representa una oportunidad histórica para México, pues estamos estratégicamente ubicados en América del Norte, con potencialidades únicas y ventajas competitivas.
MÉXICO ES FÉRTIL PARA EL NEARSHORING
México cuenta con una sólida infraestructura en parques industriales, que son la sede de la manufactura y la logística del país. Los parques industriales representan espacios inmobiliarios óptimos en los que operan empresas de clase mundial.
Además de la conocida red de tratados de libre comercio con más de 50 países, México cuenta con una fuerza laboral competitiva, formada por una creciente base de profesionales cada vez mejor capacitados en áreas clave como ingeniería, tecnología y ciencias.
A medida que más empresas decidan establecer operaciones en México, podemos esperar que se generen empleos de mejor calidad y se registre un crecimiento industrial basado en la innovación.
Ciertamente, la regionalización implica un cambio en la mentalidad empresarial y gubernamental, y en México tenemos muchos retos. Se requiere cuidar las condiciones en el país a través de inversión en educación, tecnología y desarrollo de infraestructuras porque es indispensable crear un círculo virtuoso a nivel económico y social. La certeza jurídica y la seguridad, así como la provisión de servicios básicos, son también prioridades que no pueden perderse de vista para que el país sea suelo fértil y productivo del nearshoring.
Si se aprovecha de manera adecuada, esta transición puede impulsar el crecimiento sostenible y mejorar la calidad de vida de los mexicanos. Es momento de mirar hacia el futuro con optimismo y tomar acción para convertir al país en un líder en la era de la regionalización. N
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