Con el mundo inmerso en crisis múltiples y superpuestas, América Latina parece estar en el lugar adecuado para aumentar su relevancia geopolítica y convertirse en parte de la solución a los retos globales, en lugar de parte de los problemas que el mundo necesita resolver. Ser parte de la solución es algo a lo que ni la región ni sus líderes están acostumbrados. La pregunta es si la nueva generación de presidentes latinoamericanos tendrá la habilidad para aprovechar esta oportunidad.
En Davos, Suiza, se habló extensamente sobre la poli-crisis o la abrumadora cantidad de amenazas globales. Esta “confluencia de calamidades”, para ponerlo en los términos que utilizó la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, no tiene precedentes. ‘La pandemia de COVID-19, que se produce una vez en un siglo, y el riesgo de que surjan otros virus nuevos y peligrosos en cualquier momento, no es el único ejemplo de las crisis mundiales actuales.’ Los fenómenos meteorológicos extremos –muchas veces catastróficos– derivados del cambio climático son ahora mucho más frecuentes, especialmente en los países de Centroamérica y el Caribe, quienes además están menos preparados para afrontarlos.
RETOS Y PROBLEMAS PARA AMÉRICA LATINA
El mundo también se enfrenta a la escasez de alimentos y de energía. La seguridad energética es ahora un objetivo dominante de muchos países, especialmente después de la invasión de Rusia a Ucrania. La respuesta generalizada ha sido acelerar la transición energética como una forma de ganar independencia, pero también como un mecanismo para reducir los costos de la energía que han subido considerablemente por cuenta de las restricciones a la oferta global. Los altos precios han agudizado la pobreza energética que todavía afecta a millones de latinoamericanos. En suma, independencia energética, transición energética y reducción de los costos de la energía parecen ser varias facetas de un mismo problema.
América Latina, por su parte, tiene los alimentos y la energía que el mundo necesita. La gran pregunta es si pondrá en marcha las políticas adecuadas para producirlos de manera sostenible. Cuenta, además, con la biodiversidad imprescindible para contener la crisis climática.
LA POLÍTICA LATINOAMERICANA
En el plano político, es un socio seguro y fiable que no tiene interés ni capacidad para iniciar guerras internacionales. Esto es especialmente relevante en un mundo que quiere dejar atrás la estrategia de off-shoring –cuyos riesgos quedaron en evidencia durante la pandemia cuando se interrumpió la cadena de suministros y cuando Rusia invadió a Ucrania–. Ser un socio confiable es un gran activo en el mundo del re-shoring y, especialmente el del friend-shoring, un concepto que se menciona con cierta vaguedad, pero con inusual frecuencia. Dado el gran número de Acuerdos de Libre Comercio con EE. UU., Europa y Asia, y el respeto de la región por el derecho internacional, convierten a América Latina en el paradigma de una estrategia que busca aumentar el comercio con los países amigos y predecibles.
La transición energética, así como la necesidad de reforzar la seguridad energética en Europa y otras partes del mundo, son buenos ejemplos que demuestran que América Latina es hoy más relevante que en el pasado. Es la única región que puede competir con China como fuente de los minerales críticos que requiere la transición energética. Según la Agencia Internacional de Energía, en el caso del litio, el cobalto y las tierras raras, las tres primeras naciones productoras controlan más de tres cuartas partes de la producción mundial (la cifra equivalente para el petróleo es inferior al 40%). En el caso del litio, China posee el 58%, mientras que Chile, segundo productor, tiene el 29%. Argentina y Bolivia también tienen grandes reservas.
ENERGÍA RENOVABLE QUE AYUDA AL MEDIO AMBIENTE
América Latina tiene las fuentes de energía renovables que pueden ayudar reducir las emisiones globales en la producción de alimentos y manufacturas. Esto requerirá la adopción de políticas industriales innovadoras que estimulen innovaciones tecnológicas y proyectos productivos con altos estándares ambientales, sociales y de gobernanza.
La recientemente aprobada Ley de Reducción de la Inflación en EE.UU. –IRA por sus siglas en inglés– impone dos requisitos de abastecimiento para recibir la totalidad del subsidio para vehículos limpios. Para poder optar a la mitad del crédito total posible (3.750 dólares por vehículo), al menos el 40% de los componentes minerales críticos de la batería del vehículo deben extraerse o procesarse en EE. UU. o en un país que forme parte de un Tratado de Libre Comercio de EE. UU., o reciclarse en Norteamérica.
Este umbral mínimo seguirá aumentando en los años siguientes, hasta alcanzar el 80% en 2027. Para poder optar a la otra mitad del crédito total posible, al menos el 50% de los componentes de las baterías deben fabricarse en EE. UU., México o Canadá. El proyecto de ley quiere reducir deliberadamente el dominio de China en estos productos, y al hacerlo está creando oportunidades para América Latina.
PRODUCCIÓN DE PETRÓLEO
En términos de seguridad energética, la producción de petróleo de Brasil está aumentando de 2,5 millones de barriles por día (bpd) en 2019 a 3,3 millones de bpd este año. En el mismo lapso, la producción de Guyana aumenta en 300 mil bpd y la de Argentina en 150 mil bpd. Esto significa que, en un periodo relativamente corto, la región está añadiendo más de un millón de barriles de petróleo al día a la producción mundial.
Para que América Latina aumente su posicionamiento estratégico se requiere una gran cantidad de inversiones en sectores como las energías limpias. Sin embargo, el grupo de líderes que ahora dirige los países más grandes de la región comparte una desconfianza hacia el sector privado, quiere un papel más importante para el Estado y tiene grandes ambiciones en cuanto a programas gubernamentales. Esto es potencialmente problemático pues las decisiones que se adopten pueden acabar reduciendo la inversión privada, sin la cual no se podrá aprovechar esta oportunidad.
NUEVAS OPORTUNIDADES PARA AMÉRICA LATINA
Reformas equivocadas, que vuelvan a poner al Estado en lugares donde el mercado puede hacer -y está haciendo- un mejor trabajo, un retorno del proteccionismo, una excesiva carga fiscal y regulatoria, la intervención de mercados estratégicos pueden hacer descarrilar esta gran oportunidad. Peor aún, si los gobiernos no dan prioridad a la estabilidad macroeconómica -incluyendo una baja inflación y presupuestos públicos más ajustados, los inversores extranjeros pueden dar media vuelta. Esto volverá a poner a la región en el lugar del paciente, en vez de ofrecer los remedios que el mundo necesita urgentemente. La nueva izquierda latinoamericana debe evitar los errores del pasado. Si no lo hace, desaprovechará una de las mejores oportunidades que ha tenido la región para aumentar su relevancia política y económica. N
*Mauricio Cárdenas es profesor e investigador senior del Centro de Política Energética Global, SIPA, Universidad de Columbia.