La primera dama de Brasil, Michelle Bolsonaro, por mucho tiempo en la sombra, se convirtió en un activo clave en la campaña por la reelección de su esposo gracias a su dotes de oradora dignas de un pastor evangélico.
Michelle de Paula Firmo Reinaldo, de 40 años, y Jair Bolsonaro, 27 años mayor, se conocieron en 2007 en el Parlamento en Brasilia, donde él era diputado y ella secretaria. Allí entablaron una relación sentimental y Bolsonaro le ofreció trabajar con él. La propuesta terminó en matrimonio. Luego, ella dejó su puesto en virtud de una ley contra el nepotismo. Bolsonaro, casado y divorciado dos veces, ya tiene cuatro hijos y ella una hija de una unión anterior.
La pareja tiene una hija en común, Laura, de 11 años, a quien el excapitán del ejército, conocido por sus diatribas misóginas, dijo una vez que engendró en un momento de “debilidad”. Conocida por sus gustos sencillos, Michelle Bolsonaro contó en una de sus apariciones públicas que había aprendido a “no negarle agua y comida a nadie” y que dedicaba parte de su tiempo a las personas con discapacidad.
“Es un llamado que recibí, el de estar cerca de las personas con discapacidad, de los sordos. Tengo mucho amor por esta comunidad”, explicó durante la campaña de 2018.
Durante la toma de posesión del presidente Bolsonaro, en enero de 2019, la primera dama causó sensación con un discurso en lenguaje de señas.
“MUJER DE DIOS”
Su voz suave contrasta con el estilo marcial de su esposo ultraderechista, quien no tiene más que palabras de amor para su sonriente mujer, que recientemente adoptó el cabello corto luego de llevarlo mucho tiempo largo.
“Podemos hacer todo tipo de comparaciones entre las primeras damas”, dijo el 7 de septiembre Jair Bolsonaro, quien en 2019 se hizo eco de críticas sobre el físico de Brigitte Macron, la primera dama francesa.
Michelle “es una mujer de Dios (…) que desempeña un papel importante en mi vida. No solo está a mi lado, sino muchas veces al frente”, agregó, arengando a una multitud de manifestantes en Brasilia.
Luego animó a los solteros “a encontrar una princesa” como Michelle, antes de besarla apasionadamente y aludir varias veces a su supuesta potencial sexual. Sus numerosos deslices machistas llevaron al equipo de campaña del mandatario a impulsar a la primera dama al frente de batalla, al principio contra la voluntad, según la prensa brasileña, en un intento por captar al electorado femenino.
Pero su aporte es principalmente para reforzar el apoyo de los evangélicos, estrategia que ha resultado eficaz. Bolsonaro se dice católico, pero su matrimonio con Michelle en 2013 fue celebrado por el muy influyente pastor Silas Malafaia.
MICHELLE BOLSONARO, LA PERSONA MÁS IMPORTANTE DEL LUGAR
En el lanzamiento de la campaña de reelección el 17 de agosto, el presidente dijo que su esposa era “la persona más importante” en el lugar. Luego, ella pronunció una intervención digna del sermón de un pastor, con un llamado a rezar el “Padre Nuestro” que conmovió a miles de activistas.
A principios de septiembre, ella, junto a varios pastores, llamó a la población a seguir “30 días de ayuno y oración por Brasil”, hasta el domingo 2 de octubre, día de las elecciones. Antes de embarcarse en la campaña, parecía contentarse con permanecer detrás de escena.
Michelle Bolsonaro aparecía a veces en videos dirigiendo sesiones de oración con funcionarios electos bolsonaristas. Y la prensa local destacó su influencia en el nombramiento de un pastor presbiteriano para el Ministerio de Educación y del primer juez evangélico de la Corte Suprema.
Pero, ahora que tiene un papel más preponderante en la campaña, se especula que podría adquirir mayor protagonismo en un posible segundo mandato de su marido. N