De las innumerables maneras de vivir que el humano ha desarrollado, leer es una de las más intensas. Los lectores son libres de escoger los libros, el autor y, con ello, crear sus propios hábitos que acompañan al acto inmersivo de la lectura.
En Newsweek en Español conversamos con un caricaturista, una astrónoma, un chef, una editora, un actor y dos periodistas que nos cuentan sus gustos literarios, sus retos con la lectura y sus hábitos a la hora de escoger un libro. Julieta Fierro, Irma Gallo, Julieta García, Daniel Giménez Cacho, José Hernández, Alejandra Ibarra Chaul, Luis Robledo Richards aman los libros. Ellos mismos explican por qué.
El caricaturista José Hernández tiene dos recuerdos de su infancia relacionados con los libros que de alguna manera influyeron en su crecimiento en la lectura.
El primero es que su padre, un doctor oculista que tenía una óptica en el pueblo de Tacuba, en CDMX, puso en su negocio un letrero que decía: “Se compran libros”. Así que muy frecuentemente, llegaba a casa con los libros que le habían ido a ofrecer, libros de los temas y los formatos más variados.
Entre ellos, descubrió varios tomos de la colección TIME/LIFE, que no se cansó de ojear y hojear, narra José Hernández a Newsweek en Español. Un recuerdo más involucra a su madre. Ella compraba cada semana un libro de una colección Salvat que vendían en los quiscos de periódicos.
La colección estaba formada por cien títulos. Uno cada semana. “Mi madre compró religiosamente hasta completarla. Colección que aún conservo. Ahí leí por primera vez a Julio Cortázar, Arthur C. Clarke, Dostoievski, Onetti, Dashiell Hammett y muchos otros”.
UN AUTOR POR CADA PAÍS DEL MUNDO
Desde su infancia, José Hernández, caricaturista en el periódico La Jornada y la revista El Chamuco y los hijos del averno, no tiene un final predilecto en la literatura. Para él sería imposible definir “el mejor final que he leído”: “Prefiero no definirlo y seguir buscándolo en todos los libros que pueda”.
Desde hace muchos años, el también conductor del programa de televisión El Chamuco TV decidió tratar de leer todos los clásicos que le fueran posibles. “Esos libros que todo mundo conoce, pero casi nadie ha leído. Recuerdo que empecé por Don Quijote de la Mancha. Al leerlos entendí por qué son considerados clásicos. Uno de los que más he disfrutado es Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift.
Desde entonces, José Hernández trata de intercalar sus lecturas incluyendo los clásicos. Y no, “honestamente no tengo una predilección por clásicos o contemporáneos”. Hernández tiene una “disciplina bastante indisciplinada y rara”. O mejor dicho, señala, algunas manías en cuanto a la lectura.
Por ejemplo, ahora mismo tiene dos proyectos lectores: uno es leer un libro de un autor o autora de cada país del mundo. “Apenas voy en Austria (leo a Stefan Zweig), espero que me dé la vida para llegar a Zimbabue”.
Otro proyecto actual —y que le ha tomado ya algunos años—es leer todos los libros de Charles Dickens. “Fuera de eso, trato de variar entre autores y autoras, géneros, ficción y no ficción y hasta idiomas”.
El caricaturista no suele hacer anotaciones en sus libros. Lo que sí hace es copiar fragmentos en un cuaderno aparte. Cuaderno que suele ir acompañado de dibujos.
Recientemente Hernández terminó de leer al escritor John Fante. Leyó sus novelas y sus historias cortas. “Ahora mismo estoy leyendo su biografía”. Ello derivado de que trabaja en un proyecto sobre el autor.
Además, en estos momentos lee Full of life. A Biography of John Fante, escrita por Stephen Cooper. “Obviamente, recomiendo a todo mundo leer su novela Ask the dust”.
UNA TORRE DE LIBROS
Por su parte, la física, astrónoma y divulgadora científica Julieta Fierro confiesa que siempre tuvo dificultad para leer. Su madre era estadounidense e iba a un colegio francés, y entonces “las palabras se me revolvían mucho”, explica en entrevista con Newsweek en Español.
Tras saltar ese obstáculo, su fascinación comenzó. En particular le atrajeron los libros de ciencia con fotografías. “Además de leer los artículos de ciencia también leo literatura universal porque es un gozo inmenso”.
“Conmigo sucede que me gusta el libro que estoy leyendo”, asegura entre risas la física. Empero, cuando “era muy joven” le gustaba leer a los grandes clásicos como Tolstói.
Actualmente la académica lee El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo, de Irene Vallejo. Sin embargo, acepta que le cuesta mucho trabajo decidir cuál será su siguiente libro.
“Tengo una torre de libros. Todos se me antojan. Trato de turnar uno en español, uno en inglés y uno en francés. Esto para no dejar ninguno de los tres idiomas”.
No, ella no hace anotaciones en sus libros. “No puedo, es terrible, pero no puedo. Tal vez alguna vez me dijeron que eso no se hacía y me lo creí”. Sin embargo, considera que es bueno hacerlas. “Así cuando los libros se heredan el otro puede decir que está o no de acuerdo con las anotaciones o con lo que se subrayó”.
A la física Julieta Fierro le gustan los finales de Jane Austen “porque todos son felices”. Empero, “debo decir que acabo de leer la Divina comedia y realmente el cielo fue bastante aburrido y ya quería que se terminara. Después llegó el infierno y fue bastante divertido”.
Para la académica, la lectura de la ciencia también puede ser atractiva e interesante sobre todo para los niños. “A los niños les encanta la ciencia. El problema es cuando llegan a la escuela y hacen que memoricen todo. Con eso la ciencia ya perdió adeptos”, puntualiza.
EL DÍA QUE NIETZSCHE LLORÓ
El actor galardonado cinco veces con el Premio Ariel Daniel Giménez Cacho comparte con Newsweek en Español que “para mí un libro es una oportunidad de conexión contigo mismo. Es un acto que realizas tú solo con el libro y no depende de nadie más”.
Giménez Cacho explica que la actuación “ha sido un camino de conocimiento de mí mismo y del alma y del espíritu humano. Así, los libros a través de los distintos géneros, desde las novelas hasta la filosofía, siempre me han abierto caminos para entender qué es el espíritu y el alma. Así como entender la complejidad y la diversidad de la cultura humana, las luchas de los seres humanos y quién soy yo”.
El actor, que suma 40 años de carrera en 2022, comparte que actualmente la lectura y memorización de guiones le ha impedido leer libros. No obstante, recientemente terminó de leer El día que Nietzsche lloró, una novela de Irvin D. Yalom.
“Me gustó muchísimo la obra. Trata de un supuesto encuentro entre Freud y Nietzsche. Nunca existió, pero es muy bonito e interesante ese contraste de las dos formas de ver la vida”, comenta Giménez Cacho.
A su vez, compartió que gusta de doblar las esquinas de las páginas. “Ahí donde quiero volver y preguntarme: ‘¿por qué doblé esta esquina?’. Ahí donde quiero recuperar algo importante”.
“SOY LECTORA PORQUE ME LEÍAN”
Los libros han formado y, en muchos sentidos, convirtieron a Julieta García en la persona que ahora es. “Esto, para bien y para mal, supongo”, comparte con Newsweek en Español la subdirectora de Literatura y Fomento a la Lectura de la UNAM.
Julieta García asegura: “Soy lectora porque me leían. En mi casa no había televisión y vivíamos en las afueras de la ciudad. Así que la lectura era muy importante. Y mis papás eran lectores. Mi mamá era adicta a leer y había muchos libros en mi casa”.
La también editora y escritora comenta: “Cada que leo un libro que me deja alucinada, pienso que es el mejor libro y tiene el mejor final”. Su método para escoger el siguiente título era uno en español, uno en inglés, uno de literatura, uno de divulgación, ciencia o filosofía. Empero, “la verdad es que leo lo que se me antoja”, sentencia mientras ríe.
No, ella no subraya ni hace anotaciones en los libros. “Crecí con los libros de mis abuelos y bisabuelos. Tenía prohibido marcarlos. Y esa costumbre se me quedó. A veces doblo páginas. A veces memorizo párrafos, frases o recuerdo bien en qué página hay algo que me gustó”. Actualmente Julieta García lee a Guadalupe Dueñas, Inés Arredondo, Amparo Dávila y a Juan Villoro.
LAS NOCHES PARA LOS LIBROS
Luis Robledo Richards fue nombrado en 2019 el mejor chef pastelero de Latinoamérica. Durante el inicio de su camino en el mundo de la gastronomía los libros fueron fundamentales para su formación.
“En la época que yo comencé en el medio de la gastronomía te lo tenías que ganar todo. En algunos momentos hubo personas que sí te tomaban de la mano y te enseñaban. Sin embargo, en la mayoría de los casos esto no pasaba. Por ello comencé a documentarme comprando libros.
“Hoy tengo una biblioteca de aproximadamente 600 libros. No todos son de gastronomía. Hay de negocios, humanidades, filosofía. Muchos libros de autores a quien yo admiro”.
El chef Luis Robledo, autor del libro Larousse del chocolate, comenta en entrevista con Newsweek en Español que es en la noche cuando le gusta dedicarse a la lectura.
“Soy muy trasnochado. Me tomo un tiempo por la noche en un área especial para leer y me clavo en los libros. Me gusta leer libros escritos en 1800, de principios de 1900. Leo publicaciones en general. Libros, revistas, gacetas, todos estos materiales siempre son parte de mis lecturas”. Depende del libro la decisión de hacer anotaciones o subrayar, añade Luis Robledo.
“Donde puedo sacar información técnica siempre serán libros con notas y rayados. Un día le envié a un amigo una foto con una receta que se veía ‘rara’. En lugar de 1.5 gramos decía 15 gramos. Se saltaron el punto y cambiaba toda la receta. Es decir, cuando es técnico sí los rayo. Cuando no son libros de consulta los conservo impecables”.
CUANDO ALGO INAUDITO SUCEDE
A la periodista Irma Gallo su padre le recomendó leer porque “de niña era muy enojona”. “Tenía un pésimo carácter, y un día mi papá me dijo que cuando me sintiera muy enojada me encerrara en el estudio y eligiera uno de los muchos libros que él y mi mamá tenían ahí.
“La estrategia funcionó: tomé un viejo ejemplar de pasta dura de Mujercitas, de Louisa M. Alcott, y me encerré horas a leerlo. Después me empecé a llevar un libro a todos lados. A la escuela, a los viajes familiares por carretera, a las visitas a casa de los abuelitos, al consultorio del doctor o la dentista”.
La también autora de Cuando el cielo se pinta de anaranjado, ser mujer en México, toma como uno de sus mejores finales de la literatura “al descubrimiento del cadáver de la bruja, por unos campesinos, gracias a la crecida del río. Es el final de Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor.
“Pienso también en una gran frase de Gabriel García Márquez hacia el final de su gran novela Cien años de soledad. ‘Las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra’. También es de los mejores finales que he leído”.
Irma Gallo elige la lectura dependiendo de las entrevistas que realizará. “Pero siempre trato de intercalar algún libro elegido por el puro placer de hacerlo. Eso sí, no suelo leer dos libros de un mismo autor uno inmediatamente después de otro”, comenta a Newsweek en Español.
La periodista y escritora hace anotaciones en los libros. Lo hace cuando encuentra una frase que la deslumbra. Cuando lo inaudito sucede (que el/la escritora cambie de pronto de voz narrativa). O cuando encuentra alguna analepsis o cualquier otro tipo de anacronía. “De hecho, si no subrayo un libro es casi seguro que no me gustó nadita”.
La periodista suele leer más de un libro a la vez. De lo contrario, siente que no le da tiempo leer todo lo que quiere. “Ahora estoy leyendo El verano de la serpiente, de Cecilia Eudave, y La amiga estupenda, de Elena Ferrante”.
Para ella la lectura y los libros significan muchas cosas. “Son el refugio en los momentos en que me siento enojada, triste, rabiosa. Son un camino de autoconocimiento que nunca acaba.
“Si me quedan 600 pesos para terminar la quincena, y se me atraviesa un libro que cuesta, digamos 400, pero me interesa muchísimo, no dudo en comprarlo. Creo que eso te puede decir algo de lo mucho que me importan los libros”.
HORAS Y HORAS EN LAS LIBRERÍAS
Alejandra Ibarra Chaul, autora del libro El Chapo Guzmán. El juicio del siglo, es lectora desde pequeña. “Me crearon el hábito de la lectura y continué alimentándolo. Descubrí que podía experimentar muchos sentimientos por medio de la lectura”.
Para la también periodista de The Washington Post, al crecer se evoluciona y, con ello, los temas de su interés fueron acentuándose. “Ahora aprecio mucho más un personaje o una prosa compleja que una historia ‘loca’”.
El primer acercamiento a la lectura de Ibarra Chaul fue oral. Su madre le leía los cuentos de Los cinco. Para la joven periodista era el momento de la aventura a través de esos relatos fantásticos. Con su padre también compartía el gusto por la lectura. Sin embargo, en este caso ella leía en voz alta.
Alejandra Ibarra Chaul trae a la memoria el primer libro que le obsequiaron sus tíos: Vico y boa. El recuerdo se gana una expresión de emoción por parte de la periodista. “¡Guauuu! Ese fue el primer libro de mi propiedad y que yo leí sola”.
Para la periodista, La historia del amor, de Nicole Krauss, y La idiota, de Elif Batuman, son los mejores finales de la literatura que ha leído. En cuanto a su método para escoger el siguiente libro, disfruta mucho ir a las librerías “y pasar horas y horas pensando de qué tengo ganas. Cuando no tengo una idea clara buscó sugerencias. Quizá leo un par de hojas. Hago una preselección y después, una selección final”.
Ella hace anotaciones en las páginas de los libros. “Antes lo no hacía. No quería distraerme de esta sensación inmersiva del libro. Sin embargo, como escritora, a la hora de redactar hay citas de libros que me encantaron y a la hora que quiero regresar para recordarlas me costaba mucho volver a ellas. Ahora hago anotaciones con el propósito de la consulta y de revisar cómo los autores crearon una idea para intentar emularla”.
Por ahora, la también directora ejecutiva de Defensores de la Democracia lee el libro Líneas de sangre: la historia verdadera sobre el cártel, el FBI y la batalla por una dinastía de carreras de caballos, de Melissa del Bosque, según revela a este medio. N
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