CUENTA José Luis Trueba Lara, escritor y editor, que los festejos patrios más que una reivindicación con la historia bien podrían ser una manera de discutir y poner sobre la mesa temas como el cambio de visión que en el país se tiene acerca del pasado, ya que “pareciera ser que estamos obsesionados con arreglarlo”.
A propósito de la conmemoración de la Independencia en el país, José Luis Trueba Lara presenta su más reciente libro, Hidalgo. La otra historia (editorial Océano), novela histórica con la que busca humanizar, de alguna manera, la imagen de Miguel Hidalgo, uno de los insurgentes en esta etapa histórica del país, con ayuda de los relatos del militar e insurgente Ignacio Allende y narraciones que el autor halló en algunos libros del siglo XIX.
Trueba Lara explica que estos festejos tendrían que ser una oportunidad para dejar de mirar atrás, es decir, hacia el pasado. Explica que este es un buen momento para discutir, no juzgar y, así, poder entender, comprender y estudiar el pasado histórico, siempre y cuando “nos quitemos la necedad de andar arreglándolo”, señala en entrevista con Newsweek México.
Encontrarse con Miguel Hidalgo en esta obra es debatir acerca de lo peligroso que es el caudillismo, que los países de un solo hombre son peligrosos y que el mando único no funciona, entre otros temas.
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“La novela lo que hace es poner sobre la mesa una versión de la historia e invita a la gente a discutir y a leer. No tengo la razón absoluta, estoy en contra de las razones absolutas, por eso las grandes discusiones nos hacen avanzar”, añade.
Para construir Hidalgo. La otra historia, el autor invirtió 11 años de investigación entre descubrir y adquirir diversos materiales que se publicaron hace una década con los festejos conmemorativos del Bicentenario de la Independencia en México. Sin embargo, aunque no logró adquirir todos comenzó a explorar los libros que halló y de los que encontró información que pronto darían forma a esta novela histórica.
“Hallé algunas cosas importantes como los procesos contra los insurgentes, es decir, con la gente [común] que estuviera metida en el meollo. El resultado de estos procesos era revelador porque ninguno de los que agarraron estaba ahí por patriotismo ni por independencia, todos estaban por otras razones”, cuenta Trueba Lara.
Entre los motivos que el autor encontró en la bibliografía que consultó destacan que las personas que se encontraban en el movimiento de Independencia es porque querían cobrar venganza —y en la bola se puede, dice el autor—. Otros estaban ahí por correr la aventura con sus amigos, otros más se fueron por la hambruna que se vivía, pero también porque el cura pagaba.
HIDALGO, ¿UN BRIBÓN?
Aletargado por la historia oficial donde personajes como el cura Miguel Hidalgo y Costilla se convierten en estatuas de bronce y cemento que perpetúan la solidez de la historia que les fue construida, José Luis Trueba Lara decidió salir del molde sin el afán de ofender o demeritar una figura como la del insurgente Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor.
Durante el tiempo en que analizó cómo contar esta historia y después de volver a consultar los materiales que había adquirido se encontró con una declaración del insurgente Ignacio Allende en la que califica a Hidalgo como “el bribón del cura”.
En el libro, cuenta el autor que entre las referencias que consultó se encuentra una de Allende y su deseo de envenenar al líder insurgente. Con esto reparó en que él sería el narrador de su novela.
“Ya estaba un poco fastidiado y no pasaba nada en lo que venía estudiando. Un día, revisando de nuevo los documentos, volví a revisar el proceso de Allende, es decir, cuando lo estaban juzgando y ahí me topé con una frase maravillosa que se refiere a Hidalgo como ‘el bribón’, que en aquella época era un insulto fuerte. Miguel Hidalgo tenía el don de poner a todos en su contra”, describe el autor.
De acuerdo con el escritor, entre los materiales que consultó para construir esta novela histórica halló que tanto independentistas como contrarios dejan ver una mala impresión del insurgente Hidalgo en la historia. “Ninguno tiene una buena impresión”, comenta.
“Es decir, durante 50 años Miguel Hidalgo logró poner de acuerdo a todos, casi. Morelos, su alumno, lo defiende, pero la gran cantidad de juicios son conductores. A partir de ahí decidí contar a Hidalgo desde ese punto de vista”, añade.
En Hidalgo. La otra historia el autor no solo lleva al lector a conocer al cura Hidalgo como un personaje más de la historia, sino que lo humaniza y detalla quién fue a través de referencias encontradas en bibliografía. También se convierte en un recorrido por la cotidianidad del siglo XIX.
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“No te imaginas a Hidalgo haciendo cosas básicas, entonces, cuando nos acercamos a un ser humano con todas sus pasiones y con todos sus horrores —porque los seres humanos no somos tan puro bueno o puro malo—, cuando nos acercamos a eso, descubrimos cosas nuevas”, explica.
En el libro hay secuencias en las que los lectores conocerán aspectos en la vida de Miguel Hidalgo como torero, además de la manera en cómo organizaba sus obras de teatro y se acostaba con las actrices. El autor también habla de las historias que se decían sobre sus hijos, de la locura de su hermano, entre otros temas.
Esta novela histórica con más de una década de investigación es una oportunidad para entrar en los espacios religiosos de aquella época, así como en la vida íntima de estos personajes.
Por ejemplo —describe el autor—, cómo se usaban las cocinas, cómo eran las corridas de toros, cómo organizaban las procesiones, cómo pensaban que se les aparecía el diablo en aquella época. “Es entrar en un mundo viejo, pero con nuevos ojos”, concluye. N