El esperado lanzamiento de un yuan digital por parte de Pekín
el año próximo forma parte de un plan mayor para asumir
el liderazgo mundial en el futuro de la internet.
NO HAY mayor escenario que los Juegos Olímpicos, tanto para los atletas como para el país anfitrión. China moderna anunció su llegada hace 13 años, cuando 2,008 percusionistas sincronizados sorprendieron al mundo en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Verano de Pekín. Se espera que, en febrero, China utilice los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín para revelar una creación de enorme interés internacional: el yuan digital, la primera moneda digital importante emitida por un banco central, o CBDC, por sus siglas en inglés.
Es poco probable que los consumidores noten una gran diferencia al comprar con el e-CNY, como se conoce oficialmente a esta moneda. Valdrá lo mismo que el efectivo y se activará con un toque, al deslizar una tarjeta o con un código QR. Sin embargo, las preguntas que hace surgir este tipo de dinero son muy profundas. Mientras los gobiernos de todo el mundo actúan para eliminar gradualmente el dinero físico, ¿qué será de la privacidad financiera? ¿De qué manera una moneda digital respaldada por el Estado afectará la economía de China, sus relaciones comerciales y, lo más importante de todo, el futuro del sistema financiero mundial, actualmente dominado por Estados Unidos y el dólar?
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“La cuestión no es si la CBDC de China pondrá de cabeza las reglas actuales del comercio mundial”, señala Pauline Loong, directora de Asia-analytica, una empresa de consultoría de investigación con sede en Hong Kong. “La única cuestión es qué tan amplio será el alcance de sus ramificaciones en temas relacionados con quién controla el acceso al capital y sus movimientos”.
Pero, a pesar de todas las consecuencias del yuan digital, se trata apenas de un breve vistazo a lo que se oculta detrás de una gigantesca cortina roja. Atrás se encuentra un ambicioso, y en gran medida invisible, programa de infraestructura para reconfigurar al país y su economía con una tecnología de libro mayor distribuido, conocida como cadena de bloques (blockchain). China ha actuado deliberadamente para obtener la ventaja de quien actúa primero en lo que cree que es el futuro de internet.
Si el yuan digital es la oferta de Pekín para la frontera digital, su iniciativa de blockchain es su apuesta para construir las vías férreas.
UN NUEVO DINERO
La historia de cómo China llegó a establecer la frontera tecnológica comienza con la crisis financiera de 2008. Apenas un mes después de los Juegos Olímpicos de Verano, un sector financiero subregulado de Estados Unidos sumió al mundo en la recesión. Fue una vulnerabilidad que China decidió ya no estar dispuesta a aceptar. Mientras la crisis se extendía, el entonces presidente, Hu Jintao, hizo un llamado a las naciones que opinaban igual en la cumbre del G20 para “promover constantemente la diversificación del sistema monetario internacional”.
Tras recibir una tibia respuesta, China siguió adelante con la creación de instituciones paralelas a las dominadas por Estados Unidos. En 2010, cuando las sanciones de Washington expulsaron, en los hechos, a Irán del sistema financiero internacional, el enfoque de China en los flujos de divisas transfronterizos se intensificó.
Para entonces, las preocupaciones locales estimularon el pensamiento creativo en torno a la política monetaria. Una de ellas era cómo sacar de la pobreza a los “subbancarizados” chinos. El gigante del comercio electrónico Alibaba introdujo un sistema de pagos móviles en 2008, aprovechando el alto índice de adopción de teléfonos inteligentes en el país: para 2015, 800 millones de chinos estarían usando ese tipo de teléfonos, de acuerdo con el Pew Research Center. Pero esos sistemas privados de pago dejaron al margen al Banco de China e hicieron poco por fomentar la estrategia de anticorrupción del líder del Partido Comunista, Xi Jinping, que exigía una más estrecha supervisión del dinero por parte del Estado.
Entonces, alrededor de 2012, los reguladores comenzaron a observar extraños patrones en las redes eléctricas de todo el país. Desde Xinjiang hasta Mongolia Interior, enormes cantidades de electricidad fluían hacia bodegas repletas de poderosas computadoras y colosales servidores. Los sistemas procesaban números para producir o “minar” un nuevo tipo de dinero denominado Bi te bi en chino mandarín. En su mejor momento, a finales de la década de 2010, se piensa que los mineros de datos chinos produjeron 95 por ciento de los Bi te bi, o bitcóin, del mundo.
Este dinero no tenía ninguna relación con un banco ni con alguna autoridad centralizada. Era completamente digital y contaba con una seguridad única. Toda transacción se transmitía a todas las computadoras que estuvieran conectadas a una red para su confirmación y era registrada permanentemente en una larga serie de entradas de libro mayor distribuido, o bloques.
Los funcionarios chinos comprendieron de inmediato las implicaciones de esta actividad no regulada. En 2014, el Banco Popular de China (BPC) comenzó a estudiar la posibilidad de una versión gubernamental del bitcóin. Año tras año, la desaparición del yuan físico de la economía hacía la idea cada vez más plausible. Para 2019, informó PwC, 96 por ciento de los chinos compraban periódicamente en línea.
“Antes de que muchos gobiernos siquiera conocieran las bases del bitcóin, las autoridades chinas comenzaron a asumir el liderazgo en la seguridad de la red desde el punto de vista de la minería de datos”, afirma Ian Wittkopp, vicepresidente de Sino Global Capital, con sede en Pekín. “Esto condujo al desarrollo de un sólido ecosistema de blockchain y de criptomonedas”.
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Para octubre de 2020, el yuan digital estaba listo para una prueba piloto entre las masas de China. En total, 750,000 personas elegidas mediante una lotería recibieron 150 millones de e-CNY (23 millones de dólares estadounidenses) para gastarlos en aproximadamente 70,000 negocios físicos, además de una gran cantidad de minoristas en línea.
Seis meses después, una serie de nuevas pruebas permitió la participación abierta. Esto constituyó la primera liberación del yuan digital al público en general. Para junio, en las casas de retiro de Chengdu se enseñaba a los adultos mayores a usar la nueva moneda.
Esos cuidados y gastos son necesarios para garantizar que el debut en los Juegos Olímpicos esté tan bien ensayado como aquellos 2,008 percusionistas, de acuerdo con Peter Cai, que estudia la economía y la política comercial de China en el Instituto Lowy de Sydney. “El costo de que algo salga mal aquí es tremendo”, afirma. “Los funcionarios chinos tienen razón al hablar de la moneda digital como si se tratara de una nueva frontera. ¿Cuáles son las implicaciones para los sistemas financieros, bancarios y de pagos, o la conducta de una política monetaria? No creo que nadie tenga una comprensión firme de ello. Y esto incluye a China”.
LA PRÓXIMA INTERNET
En dos décadas de crecimiento económico histórico, China ha obtenido resultados mixtos en relación con la alta tecnología. Ha tenido dificultades para lograr la autosuficiencia, por no mencionar el dominio, en la producción de semiconductores y chips. Tomó la delantera en el área de la banda ancha 5G, pero está rezagada con respecto a Occidente en campos que podrían tener un mayor valor estratégico, como la inteligencia artificial.
En relación con el blockchain, China parece haber tomado la delantera en una tecnología importante. Después de que, en 2019, el presidente Xi prometiera que el blockchain“encabezaría la próxima ola de transformación digital de China”, se informó que miles de empresas iniciaron proyectos de cadena de bloques relacionados con todo, desde la banca minorista y los envíos a todo el mundo, hasta las cadenas de suministro.
Esta gran actividad continúa a paso acelerado. Wittkopp señala: “Es un campo de un solo jugador. Ningún otro país está ni remotamente cerca”.
Estos proyectos están transformando un ecosistema digital que ya era uno de los más sofisticados del mundo, de acuerdo con un estudio reciente realizado por McKinsey. China cuenta con 850 millones de usuarios de internet y más de la cuarta parte de las empresas de reciente creación más exitosas del mundo. Una de ellas es Ant Group, con sede en Hangzhou. Este gigante de los servicios financieros tiene más de 50 aplicaciones descentralizadas basadas en blockchain, también conocidas como dApps, en áreas como el envío de productos, el procesamiento de reclamos de seguros y las donaciones a organismos de beneficencia. Baidu, la empresa de búsqueda en internet que es el equivalente de Google en China, cuenta con 20 dApps, entre ellas, una que ha entregado 35 millones de piezas de evidencia electrónica al “tribunal de internet” de China.
No solo las empresas tecnológicas exploran el territorio en la frontera del blockchain. Una división del Banco Industrial y Comercial de China ha desarrollado dApps para su uso en las áreas minorista y corporativa. La gran empresa aseguradora Ping An las usa para financiar proyectos de obras públicas. Una dApp utilizada por el Banco de la Construcción de China ha ayudado a los bancos locales a facilitar 134,000 millones de dólares en créditos.
“El blockchain hará que nuestra tecnología y nuestra sociedad funcionen mejor”, afirmó Yifan He, promotor del blockchain y director ejecutivo de la empresa de ingeniería Red Date Technology. “Puede hacer que todos los sistemas de tecnología de la información del mundo se comuniquen entre ellos como si estuvieran en la misma sala”. Pronostica que, en diez años, todas las transacciones que requieran más de dos partes estarán basadas en el blockchain.
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Actualmente, el estado del blockchain es como la internet de 1993, afirmó. En ese entonces, la mayoría de las empresas no podían pagar los costos de la naciente internet (que comenzó como un proyecto de infraestructura pública supervisado por el Pentágono).
En abril de 2020, China formalizó su apuesta por el blockchainal crear la Red de Servicio basada en Blockchain (Blockchain-based Service Network, o BSN), gestionada por Red Date. Es una plataforma de infraestructura que permite que entidades privadas, especialmente pequeñas y medianas empresas, superen las dos principales barreras para su incorporación: la interoperabilidad y los costos prohibitivos.
“Nosotros construimos todo para usted; usted solo se conecta y trabaja en su contrato inteligente”, afirma He, que indica además que el costo de desarrollo de una simple dApp dentro de la BSN podría ser de tan solo 1 por ciento del blockchaincomercial.
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En su primer aniversario en abril de 2021, la BSN ya había atraído a 20,000 usuarios y más de 2,500 proyectos a través de 120 “nodos” en toda China, además de Johannesburgo, el norte de California, París, São Paulo, Singapur, Sídney y Tokio. S-Labs, una empresa de reciente creación en Pekín, la ha utilizado para desarrollar aplicaciones que han ayudado a más de 5,000 pequeñas y medianas empresas a obtener 500 millones de yuanes en créditos durante la pandemia. Li Ming, director ejecutivo de tecnología de S-Labs, indicó que la BSN es fácil de usar porque cumple con los estándares del gobierno chino y ayuda a encontrar clientes. “La mayor ventaja de la BSN es su efecto de marca”.
Si He logra su propósito, la juventud actual será la primera generación de nativos de blockchain. Esta fluidez ya se está desarrollando en las escuelas secundarias, en las que la BSN explora cómo enseñar a los alumnos, incluida la organización de concursos de programación con premios en efectivo. “El blockchain debe ser una habilidad básica”, afirma He. “La idea es ayudar a más personas a sentirse cómodas con el uso de la tecnología”.
En junio, Red Date cerró con 30 millones de dólares en financiación de Serie A, lo que fue notable para su alcance global. Grandes inversionistas de Arabia Saudita, Suiza y Tailandia participaron. N
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Este texto fue publicado y redactado por Forkast.News con el apoyo del proyecto de Historias Asiáticas del Instituto Judith Neilson. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.