EL PASADO 18 de enero una caravana migrante que se dirigía hacia Estados Unidos fue interceptada por policías de Guatemala que con violencia y gases lacrimógenos la disolvieron.
Es por ello que Médicos Sin Fronteras (MSF) expresa su preocupación pero puntualiza que “esto no es más que la punta del iceberg”.
La violencia contra la población migrante es generalizada y crónica, sentenció MSF que responde anualmente a miles de personas que sufren de las severas consecuencias físicas y psicosociales de la violencia encontrada a lo largo de la ruta hacia Estados Unidos, explicó.
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“Tan solo durante las dos primeras semanas de enero, 916 personas llegaron Coatzacoalcos, uno de los seis puntos asistencia de MSF en México, tras haber sobrepasado innombrables obstáculos e incidentes”, informó en un comunicado.
Al conversar detalladamente con algunos de ellos, MSF encontró indicios de violencia y violencia sexual como causales de su salida. Entre la población atendida había un número significativo de mujeres, niños y otras poblaciones vulnerables. Algunos, sensibles a los riesgos del camino, compartieron su intención de viajar en grupo para mejorar su seguridad.
Con el objetivo de prevenir y aliviar los daños a la salud que pudieran enfrentar en su trayecto, cuatro equipos de MSF, distribuidos entre las principales terminales de autobuses, la ruta y la frontera con Guatemala, brindaron asistencia médica, psicológica, trabajo social y promoción de salud a las personas.
“Ante los retos que conocemos que tienen que enfrentar las personas migrantes, los equipos de MSF proporcionaron 3,070 diferentes kits médicos preventivos para adultos, mujeres, embarazadas, menores de 5 años y menores entre 5 y 15 años. También distribuyeron agua, kits de higiene y bioseguridad, así como kits para casos de violencia sexual.
“Los equipos médicos realizaron 100 consultas médicas. Asimismo, se dieron 10 consultas grupales de salud mental, además de 28 consultas de primeros auxilios psicológicos para contención emocional. Otro equipo brindó información de reducción de riesgos a más de 250 personas”, asegura Paula Vásquez, coordinadora de proyecto para MSF en Choloma.
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En tanto, una de las mujeres que recibió información por parte de MSF afirmó: “Me voy porque no tengo trabajo, soy madre soltera y después de los huracanes se inundó mi casa, perdí todo. Dejo a mis dos hijos atrás. Voy sola, aunque sé que en la caravana van otras personas de mi comunidad”.
MSF informó que desde 2003, ha sido testigo de las consecuencias de la violencia en la población hondureña y la falta de servicios médicos y psicológicos especializados, fenómenos que son igualmente causa del desplazamiento forzado y que se repiten a lo largo de la ruta migrante.
Es por ello que MSF aboga para que los gobiernos aseguren que todos los migrantes tengan un trato digno y seguro durante su viaje, tanto dentro como fuera de los desplazamientos colectivos. N