Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos recomendaron que trabajadores sanitarios y adultos mayores residentes de centros de atención a largo plazo sean los primeros en recibir cualquier vacuna contra el COVID-19.
De acuerdo con la cadena CNN, los residentes de los centros de atención a largo plazo representan el 6% de los casos de contagios de coronavirus y el 40% de las muertes en el país.
Por otro lado, más de 240,000 trabajadores de la salud se han infectado con la enfermedad y 858 han muerto.
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Esas dos categorías de población incluyen unos 24 millones de habitantes, esto es, el número aproximado de personas que podrán ser vacunadas en diciembre.
Así como en la campaña de vacunación contra la gripe H1N1 de 2009, el gobierno de Estados Unidos no tendrá una regla única. Hará recomendaciones y dará libertad a cada estado para decidir el modo de distribución y el orden de prioridad entre personas mayores, cuidadores y empleados de supermercados, entre otros, informó AFP.
Por su parte, grupos de expertos han emitido opiniones divergentes, que revelan la tensión central del debate: la vacunación debe proteger a los más vulnerables y también facilitar la reactivación de la sociedad.
Prioridad en la vacunación
Un informe elaborado por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, da prioridad al personal sanitario “al frente” de la pandemia. También a los paramédicos, policías y bomberos que están muy expuestos al virus.
Las personas que tienen dos o más patologías (cáncer, obsesidad, diabetes tipo 2) independientemente de su edad, y los 2 millones de personas en residencias de ancianos les siguen.
Otros expertos estadounidenses no se basan en la edad sino en la profesión y privilegian a los trabajadores “críticos”. Primero los maestros y los trabajadores que sirven para alimentar a los estadounidenses, “quienes conducen autobuses y trenes, venden medicamentos, mantienen el orden o entregan correo y paquetes”.
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Estos trabajadores generalmente son las minorías hispanas y negras, que han sido golpeados de manera desproporcionada por la pandemia.
Después de que estos millones de trabajadores reciban la vacuna, se podrían vacunar personas con una sola patología, los sin techo, los presos y los mayores de 65 años.
Luego, los adultos jóvenes y especialmente los estudiantes, que tienen menos riesgo, pero han demostrado que son grandes propagadores del COVID-19, se explicó.
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Según los CDC se podría priorizar a los cuidadores y trabajadores esenciales, ya que inmunizarlos proporcionará un “efecto multiplicador”. Es decir, “no solo son actores esenciales en la respuesta sanitaria y de la economía, sino que están en contacto con mucha gente”.
Si bien es fácil enfocarse en las residencias de ancianos y los hospitales, la pregunta es: ¿Cómo se supone que los farmacéuticos y los médicos pueden confirmar que un cliente es un trabajador esencial o que tiene dos patologías?
Además, la administración de Donald Trump dijo que no estará sujeta a los consejos de su agencia de salud, y que los hogares de ancianos recibirán vacunas Pfizer/BioNTech a mediados de diciembre en caso de una luz verde de los reguladores.