Especialistas opinan que las áreas protegidas no son un sitio de exclusión, sino de inclusión, con la posibilidad de generar bienestar social, económico y ambiental.
SU NOMBRE, EN MAYA, significa puerta del cielo o lugar donde empieza el cielo. Y no es para menos: Sian Ka’an es un espléndido espacio natural, en la costa caribeña de Quintana Roo, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.
Esta biosfera, que ocupa una superficie de 528,147 hectáreas, se distingue por la belleza de su paisaje natural: por un lado, su mar con las tonalidades del azul caribeño y, por otro, el turquesa de sus manglares.
Sian Ka’an es considerado patrimonio de la humanidad por cumplir con dos criterios: contar con ecosistemas en buen estado de conservación que permiten la permanencia y reproducción de las especies que ahí habitan y por la belleza excepcional de sus nueve ecosistemas y áreas únicas en el mundo.
Entre los proyectos que se han generado alrededor de la reserva —en los cuales participan los pobladores de los ejidos— está la vigilancia comunitaria, la cual ha implementado acciones de prevención y combate de incendios forestales y de restauración de humedales y arrecifes, actividades que generan recursos económicos en la comunidad.
“Se piensa que las áreas protegidas son sitios donde no se puede hacer nada. En realidad, se permiten actividades que son productivas y generan un beneficio a sus pobladores y la gente que vive en sus alrededores”, opina el biólogo Felipe Ángel Omar Ortiz Moreno, director del conjunto de áreas protegidas de Sian Ka’an, en entrevista con Newsweek México.
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“Se les capacita y se les ayuda mediante programas de subsidio. De alguna manera, los pobladores se vuelven profesionales y especialistas en las actividades que realizan”, agrega el especialista.
En los últimos 20 años, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) se ha encargado de conservar el patrimonio natural de México y de fomentar la cultura de conservación y el desarrollo sustentable de las comunidades asentadas dentro y fuera de ellas.
Actualmente, la Conanp tiene decretadas como protegidas 182 áreas naturales. Algunas son reconocidas a escala internacional por su estado de conservación y servicios que brindan a las comunidades, como sucede con la reserva de la biosfera de Sian Ka’an.
Para Ortiz Moreno, es importante reconocer que las áreas naturales protegidas generan un beneficio social y económico a la gente que vive dentro de ellas, y no se trata solo de su belleza escénica o de la conservación de la biodiversidad.
En enero de 1986 se decretó la creación de la reserva de la biosfera Sian Ka’an, a partir de la iniciativa que impulsaron ciudadanos quintanarroenses. Ello dio paso para fundar la organización civil Amigos de Sian Ka’an.
TRABAJAR EN EL DESARROLLO SUSTENTABLE
“En ese entonces no había instituciones encargadas de las áreas protegidas en el país. La fundación jugó un papel importante para preservar la reserva. Con los años nos extendimos. Hoy trabajamos en el desarrollo sustentable como herramienta para el progreso de la sociedad en Quintana Roo y la conservación de la Península de Yucatán”, señala Gonzalo Merediz Alonso, director ejecutivo de Amigos de Sian Ka’an, en entrevista con Newsweek México.
Según la ficha de consulta de Áreas Naturales Protegidas, la reserva de la biosfera de Sian Ka’an cuenta con 528,147.66 hectáreas. Los ecosistemas que predominan son las selvas tropicales, de las que destacan la selva mediana, selva baja y selva baja inundable. Además, la zona cuenta con grandes extensiones de sabanas y manglares, arrecifes de coral, dunas costeras y ríos subterráneos.
En la reserva trabajan 23 personas, de las cuales 21 son funcionarios públicos y dos son colaboradores. Uno de ellos es subsidiado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo a través del proyecto Sinergia por la Conservación de Áreas Naturales Protegidas. El segundo colaborador es subsidiado por el programa Selva Maya, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y el Banco Alemán.
“Sian Ka’an es afortunado por el apoyo de diversos proyectos nacionales e internacionales que nos ayudan a operar. A escala federal recibimos 600,000 pesos al año para gasto corriente que no incluye los salarios de los funcionarios. Eso se recibió el año pasado. Este año, con el recorte, suponemos que será menos”, apunta Merediz Alonso.
En la reserva de Sian Ka’an hay 4,080 especies de flora y fauna que se deben a la diversidad de los ecosistemas marinos, terrestres y lacustres. De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, se tiene el registro de especies como el coral cuerno de alce y cuerno de ciervo, así como delfines y algunos cachalotes. Además del mamífero marino más importante, el manatí.
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Además, cuenta con grandes extensiones de playa en buen estado de conservación y con poco impacto humano que permiten la anidación de tres especies de tortuga marina: la tortuga blanca, la caguama y la laúd, según datos de Omar Ortiz, director de la reserva.
Asimismo, una de las especies icónicas que aún se encuentran en la reserva es el jaguar, reconocido por la gente como el verdadero rey de la selva o el dios Balam, según la cosmovisión maya. Estudios hechos por la Conanp muestran un censo preliminar con la identificación de más de 30 jaguares en la zona.
“Identificados quiere decir que son individuos de los que no se repite la foto del mismo jaguar. Los estudios siguen en marcha, sin embargo, la extensión del área y —a veces— la carencia de recursos limita estos procesos”, explica.
GRUPOS DE VIGILANCIA
Para cuidar de ellos, la Conanp cuenta con el apoyo de los pobladores que viven en la reserva, ejidatarios y algunos pescadores que habitan en la zona costera. Se organizan grupos de vigilancia y monitoreo comunitario que ayudan en la instalación de cámaras automatizadas para el registro de huellas.
“Ellos mismos vigilan para evitar la presencia de cazadores ilegales en la zona. Con esta participación comunitaria se tiene un registro fotográfico de jaguares y tapires, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo con el proyecto ‘Especies en riesgo’, que trabaja en la diversificación de actividades productivas de los ejidos que se ubican en el sur de la reserva”, señala Ortiz.
La organización Amigos de Sian Ka’an trabaja en las comunidades en las que promueven sistemas de sustentabilidad y buenas prácticas, tanto ambiental como económicas e institucionales. Al ser la península una zona turística, apuestan por tener destinos y comunidades sustentables.
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Entre las tecnologías sustentables que incorporan en las comunidades para el cuidado doméstico del agua están los baños ecológicos, que funcionan con la captación de agua de lluvia, sobre todo en comunidades apartadas que no cuentan con servicios públicos y, de esta forma, reducir el impacto ambiental, la contaminación del agua o la necesidad de ir a un pozo o un cenote para acarrear agua.
“Trabajamos para mantener la sustentabilidad de la pesca de langosta en Sian Ka’an, donde las comunidades son las únicas que tienen una pesca de langosta constante. Y ahora empezaremos a vincular a esos pescadores con las cooperativas turísticas que están tierra adentro para ofrecer pruebas gastronómicas con langosta de la región, por ejemplo”, señala Gonzalo Merediz, director de Amigos de Sian Ka´an.
Para Merediz Alonso, quien además es biólogo egresado de la UNAM con Maestría en Ciencias por la Universidad Estatal de Nueva York, impulsar las cooperativas sustentables dentro de un área natural protegida es una oportunidad para generar recursos en los pobladores. No se trata de solo obtener dinero, sino de regular esa producción para garantizar la viabilidad a largo plazo.
“Tal vez el que un área protegida restrinja la cantidad de pesca pueda causar enojo en los primeros dos o tres años, pero cuando los pescadores ven que a largo plazo les está garantizando resultados en su pesca, cambia la percepción del área protegida para que ese recurso no se acabe en cinco años y sus hijos puedan seguir aprovechándolo”, finaliza.