La apertura de unos archivos que permanecieron cerrados durante décadas podría esclarecer las acciones del Vaticano y del papa Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial.
En abril de 1938, el cardenal Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli envió un memorando confidencial a las autoridades estadounidenses. En aquella nota, el entonces nuncio papal manifestó su antipatía por el régimen nazi: “La evidencia de buena fe” por parte de los nazis era “completamente carente… La posibilidad de alcanzar un acuerdo” con aquel régimen quedaba “fuera de toda discusión”. Un año más tarde, Pacelli ascendió al trono de San Pedro bajo el nombre de Pío XII.
A partir de entonces, nunca volvió a hablar del asunto.
Dado que tanto de Pío XII como el Vaticano guardaron silencio durante el Holocausto —cuando el mundo entero presenció el asesinato de más de seis millones de judíos en Europa—, los historiadores dieron en declarar que el pontífice había sido un simpatizante nazi. Y debido a que los comunicados de la década de 1930 permanecieron ocultos durante la Segunda Guerra Mundial —y muchas décadas después—, Pío XII terminó con el sobrenombre de “el papa de Hitler”.
Al cabo de 75 años de la liberación de Auschwitz, campo de extermino que operaba en Polonia, más de 150 historiadores e investigadores podrán acceder, por primera vez, a los archivos vaticanos de Pío XII, un registro histórico que la Santa Sede protegió durante casi un siglo. Ya que todas las investigaciones sobre Pío XII y la complicidad de Italia en el Holocausto fueron sofocadas por la incapacidad de acceder a dichos documentos, la desinformación contribuyó al surgimiento de leyendas conflictivas sobre la postura pontificia durante la guerra.
Como preludio del 2 de marzo, día de la apertura de los archivos, el cardenal José Tolentino Calaça de Mendonça dijo a los periodistas que la nacionalidad, la fe y la ideología no impedirían que los investigadores soliciten permiso para usar la Biblioteca Apostólica del Vaticano. “La Iglesia no tiene motivo alguno para temer la historia”, aclaró a los medios.
En entrevista con Reuters, el padre Norbert Hofmann, secretario de la Comisión Pontificia de Relaciones Religiosas con los Judíos, agregó: “Dudo que encuentren evidencias incriminatorias”.
Desde hace años, el tema de la beatificación de Pío XII (último paso para la santidad) ha estado en la balanza, porque las autoridades eclesiásticas de Roma y Estados Unidos recelan de la imagen negativa del pontífice. En buena medida, ese resquemor deriva de libros exitosos como El papa de Hitler (John Cornwell) y Constantine’s Sword (La espada de Constantino; James Carroll), cuyos autores argumentan que el silencio de Pío XII durante la guerra lo convirtió en cómplice de los nazis.
“Sabemos que guardó silencio públicamente. Sin embargo, pudo haber ayudado en privado; por ejemplo, proporcionando fondos a conventos y monasterios que ocultaban judíos”, comentó Aliza Luft, profesora asistente de sociología en la Universidad de California, Los Ángeles, quien visitará los archivos este verano como parte de la investigación de su libro sobre la Iglesia católica francesa durante el Holocausto. “Creo, y confío, en que los archivos demostrarán cuán importantes son las autoridades morales en tiempos de peligro”, añadió para Newsweek.
Pío XII encabezó la Iglesia durante un periodo de grandes tensiones que abarcó de 1939 a 1958. Asumió el pontificado en una época en que líderes y políticas antidemocráticas se diseminaron por toda Europa, de manera muy parecida al surgimiento de los movimientos populistas y de extrema derecha que estamos viviendo en la actualidad. Y si bien la Iglesia católica ha reconocido que el pontífice no intervino cuando los nazis sacaron de Roma a más de mil judíos para enviarlos a morir en campos de concentración, Pío XII enclaustró a otros miles en instituciones religiosas de toda Italia.
Más de 8,000 judíos italianos fueron asesinados en los campos de extermino nazis, pero otros 30,000 vivieron ocultos hasta la liberación de las fuerzas aliadas.
En un comunicado dirigido a Newsweek, el rabino David Rosen, director internacional del Departamento de Asuntos Interreligiosos del Comité Judío Estadounidense, escribió: “Tenemos confianza en que, tras revisar los archivos, los investigadores académicos independientes podrán esclarecer las posturas y medidas que la Santa Sede adoptó en ese periodo, y ayudarán a zanjar el debate y la controversia que persisten al respecto. Esa transparencia, tan necesaria, hace honor a la Santa Sede, y contribuirá a enriquecer las excelentes relaciones de confianza que la Iglesia católica y la comunidad judía han construido en los últimos 55 años”.
A lo largo de muchas décadas, los eruditos examinaron la postura pública de Pío XII frente a la ocupación nazi. Pero no fue sino hasta 2003, durante la investigación de una biografía no relacionada, que un historiador jesuita escribió un artículo en el que compartió el hallazgo y los detalles de unos documentos diplomáticos y un informe redactado por un cónsul general estadounidense en la década de 1930.
En 2012, Yad Vashem —el museo y memorial israelí que conmemora el Holocausto— decidió revisar su exhibición sobre las acciones del pontífice, modificando la redacción que sentenciaba a Pío XII por “no intervenir” con medidas que impidieran la deportación de los judíos de Roma, por la expresión “no protestó públicamente”. Esa revisión fue consecuencia de la apertura de los archivos de Pío XI: 30,000 volúmenes de donde se origina mucho de lo que se sabe sobre Pío XII.
Con la apertura de marzo, investigadores y académicos tendrán acceso a numerosos archivos, de los cuales el más extenso es el Archivo Apostólico del Vaticano. Pero, a fin de entender la historia política de aquellos años, también deberán consultar los archivos de la Secretaría del Estado Vaticano y de la Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe.
“No se trata solo de entender la historia de la Iglesia católica, sino de lograr una mayor comprensión de la historia europea y mundial en aquel periodo azaroso, sacudido no solo por la guerra, sino por los conflictos y dramas políticos de la posguerra”, precisó en un correo electrónico el Dr. David Kertzer, profesor de antropología y estudios italianos en la Universidad de Brown, cuyo tema de investigación es el régimen fascista italiano.
Kertzer añadió que es un error enfocar la atención en el silencio tanto de la Iglesia como del pontífice.
“Para mí, la interrogante más trascendental es el papel que desempeñó la Iglesia católica (y también la protestante) en la demonización de los judíos durante las décadas que precedieron el Holocausto —sentenció—, ya que eso autorizó que, no decenas, sino miles de europeos que se decían buenos católicos o buenos protestantes, asesinaran bebés, niños, mujeres y ancianos judíos”.
En 2009, Benedicto XVI ayudó a allanar el camino de Pío XII hacia la santidad cuando declaró que su predecesor llevó una vida “heroica”. En 2014, Francisco informó que, si bien aún no se había identificado un milagro atribuible a Pío XII —requisito importante para la santidad—, aquel papa fue “un gran defensor de los judíos”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek