Unos doscientos fieles participaron en una plegaria el Viernes Santo en una ciudad de la región italiana de Apulia (sureste), a pesar de las reglas de confinamiento por el coronavirus, lo que provocó una oleada de indignación y las excusas del alcalde.
San Marco in Lamis, con 15,000 habitantes, es una ciudad conocida por su tradicional procesión de la Madona el Viernes Santo.
El evento fue anulado este año a causa del estricto confinamiento decretado en Italia para evitar la propagación del nuevo coronavirus.
El cura Matteo Ferro había organizado una pequeña plegaria silenciosa ante la iglesia, que en principio debía ser confidencial y retransmitida en video. Pero familias enteras, con niños, así como ancianos, acudieron ante la iglesia, explicó el alcalde, Michele Merla.
“Cometí un error, ya lo sé”, dijo en un video difundido en su cuenta Facebook.
“Cuando esas personas llegaron y se pusieron a rezar de rodillas ante la Madona, para mi era complicado interrumpir la plegaria”, se justificó el alcalde, que presentó sus disculpas ante el resto de vecinos que se habían quedado prudentemente en casa.
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En signo de protesta aparecieron videos y fotos de la concentración religiosa en las redes sociales, y el obispo de Foggia, Vincenzo Pelvi, montó en cólera.
“Es un acto grave de parte de los participantes, que no tuvieron ni el buen juicio, ni la prudencia de contribuir a la protección de la salud” de todos, clamó.
El cura don Matteo declaró al diario Corriere du Mezzogiorno, con lágrimas en el rostro, según el rotativo: “¡quién quiera crucificarme, condenarme, puede hacerlo!”
La plegaria era “solamente un acto de fe” que se desbordó, aseguró.
La justicia local abrirá una investigación para determinar posibles responsabilidades.