Ha muerto más de medio millón de personas. Millones más han perdido sus hogares y se han refugiado en otros países. Tal es la factura de ocho años de guerra civil en Siria. Y ahora, desde principios de octubre, Estados Unidos ha emprendido la retirada del noreste sirio, lo que ha abierto la puerta para que Turquía suelte una nueva andanada de horror contra las familias, los niños y los soldados kurdos que lucharon contra el Estado Islámico (ISIS) codo a codo con el Ejército estadounidense.
El pasado 23 de octubre, Trump se jactó de un alto al fuego permanente: el presunto final de un desastre que él mismo causó. Su decisión de emprender la retirada fue una traición para los aliados de Estados Unidos, y fue muy criticada por casi todos los republicanos del Capitolio. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, 120 civiles fueron asesinados tan pronto como los estadounidenses abandonaron sus plazas. Cifra a la que se suman 275 bajas de combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), 196 rebeldes sirios respaldados por Turquía, diez soldados turcos; así como 3,000 civiles que se han visto obligados a abandonar la región.
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“He visto esto muchas veces durante mi cobertura de la región”, aseveró Thea Pedersen, reportera danesa independiente que informa sobre la situación del noreste sirio. “La guerra afecta mucho a la población civil, sobre todo a los niños”.
La atención internacional se ha centrado en los prisioneros de ISIS, así como en las mujeres y los niños que vivieron a la sombra del califato, y ahora residen en un extenso campo de detención bajo resguardo kurdo. Al iniciar la ofensiva turca, Pedersen fue la primera reportera que visitó el restringido campamento de Al-Hol, en la provincia nororiental de Hasakah. Aquella ciudad fue uno de los primeros bastiones de ISIS que capturaron las FDS, milicia de mayoría kurda que fue indispensable para el esfuerzo estadounidense contra el grupo militante. Pero ahora, con contados guardias para protegerlo, el ambiente del campamento se ha vuelto “tenso”, explica Pedersen.
Las fuerzas turcas han sido acusadas de utilizar fósforo blanco en varias ciudades sirias, y la ONU está investigando el alegato. Pedersen fotografió varias personas que parecían víctimas de esa sustancia, y un médico que trataba sus quemaduras le dijo: “Necesitamos expertos que lo verifiquen, pero estas lesiones son anómalas”.
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Concluida la ronda de acuerdos, Turquía y Rusia se han quedado con el control de lo que antaño fuera el territorio kurdo. Por otra parte, Ankara ha obtenido su ambicionada zona intermedia fronteriza, con 30 kilómetros de profundidad, así como el retiro de las sanciones estadounidenses.
“Que otros peleen por esa arena ensangrentada”, declaró Trump al anunciar el cese de hostilidades, y agregó que habría sido imposible llegar a un acuerdo sin ese “breve exabrupto”.
“Nuestra negociación con Turquía está salvando incontables vidas. Logramos este resultado sin derramar una sola gota de sangre estadounidense”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek